Emilio, Uranga, Algo
más sobre José Gaos. Advertencia, edición y selección de Adolfo Castañón.
Ciudad de México: El Colegio de México, 2016, 174 pp.
Ramsés Jabín Oviedo Pérez
Universidad Autónoma de Querétaro
La figura de José Gaos resuena
por todos lados. Lejos de ser una sombra de la filosofía contemporánea, se
trata de una presencia prismática que está asociada al exilio de intelectuales
españoles en México. Y muy a su modo, fue un autor que formó parte del paisaje
intelectual del México de siglo XX. Dada la importancia de Gaos en la
formulación de un pensamiento crítico mexicano no es de extrañarse que esta
obra pretenda abordar algo más de él. Bajo el gesto de una revisión este libro
entra con plena justificación al tópico de la recepción de Gaos en México. En
este contexto, Algo más sobre Gaos
toma en cuenta los artículos y ensayos de Emilio Uranga, de este filósofo en
cierta medida intempestivo, que eligió conscientemente arrinconarse a filosofar
a su modo, en permanente polémica con la situación moderna de la filosofía.
Por ello, la publicación
de este texto viene a ser una significativa recuperación de Gaos escrita por el
filósofo que según el propio Gaos fue “el gran filósofo de México”. Como dice
Castañón al hablar de Uranga: “[él] es un raro, una inteligencia indómita e
inclasificable” (p. 18). La polémica, su radicalidad, la despreocupación por
los protagonismos académicos, hacen de Uranga una figura ciertamente
interesante. ¿No es acaso un filósofo que participó en la crítica tan demandada
de la idea de “mexicanidad”? Su apertura al tema de la ontología del mexicano,
desde luego, se distanció de los enfoques idealistas o culturistas. Su
filosofar estableció como pauta a la existencia como accidente (Vieyra, 2007). Visto
así, el almanaque de artículos y ensayos que constituyen este libro recobran
una voz crítica y, hasta cierto punto, vedada en las interpretaciones usuales
en los historiadores de las ideas en México.
El libro se divide en
tres partes: una larga advertencia de Adolfo Castañón, la serie de textos de
Uranga y finalmente una rica bibliohemerografía de Uranga. Por decirlo así, la
parte más jugosa es la segunda. En realidad, son partes orgánicas. Los escritos
uranguianos abarcan un período de escritura del año de 1949 hasta 1983.
Recuérdese que José Gaos murió el 10 de junio de 1969. Hay aquí un período que
revela no sólo los diferentes intereses del propio Uranga sino también –y es de
suma importancia– una interpretación de la forma como se asimiló en México la
filosofía de Martín Heidegger. Es un punto interesante. Porque pone de
manifiesto cómo se presentó su influencia en el grupo de Gaos.
Ahora bien, los textos
que componen la obra rescatan la profunda influencia que tuvo Heidegger. El
primer artículo “Filósofos y profesores de filosofía” cuestiona el modo de
ejercer la filosofía. Uranga señala algunas diferencias del profesor de
filosofía y el filósofo: el profesor de filosofía salva a sus alumnos, no se
expone, pero el filósofo vive en zozobra, de cara “al coeficiente de
responsabilidad” con que asume su papel (p. 28). En el artículo “Dos
existencialismos” Uranga busca diferenciar, sin perder de vista la
interpretación de Gaos, las filosofías de Heidegger y Sartre. Tema ampliamente
ligado a la actualidad de las ideas. Aun para Uranga, Heidegger resulta
inactual mientras que Sartre es un autor actual. Por eso, dice: “en el
existencialismo lo actual no es Heidegger sino Sartre” (p. 32). Al mismo
tiempo, el artículo “Sartre ha muerto” permite entender mejor la visión
uranguiana del autor francés. Con todo provocador, Uranga afirma que Sartre fue
“alegre víctima de su tiempo [...] Le hizo al boom” (p. 141).
En “Desilusión y cinismo”
Uranga localiza la relación entre Gaos y O´Gorman, por lo que ofrece una
crítica de un ensayo de O´Gorman donde echa mano de Heidegger. Hay aquí un
encuentro crítico con Heidegger. Lo que sucede es que varios artículos van en
busca de una cuidadosa explicación de las resonancias de Heidegger en México.
En este sentido, “El Heidegger de Gaos”, “Lo que sale de Heidegger”, las
diversas “Cartas de Alemania” y “Heidegger, hogar y cosmos” son textos donde
vamos descubriendo las albricias de un Uranga que mira críticamente a
Heidegger. Y en “Heidegger en México” Uranga afirma que cuando Gaos llegó a
México él “ya venía contagiado por la manía de estimar altísimamente a
Heidegger” (p. 143), y por lo mismo, según Uranga, le dio al traste a la
filosofía entendida al modo de Ortega y Gasset: festiva y deportiva.
Acerca de la toma de
conciencia crítica por una filosofía que se liga a una circunstancia concreta
podemos mencionar “Por una filosofía circunstancial y concreta” donde Uranga
sostiene que la filosofía de mitad del siglo XX en México ha propugnado por
efectuar un sentido de responsabilidad. De ahí que, dice Uranga, “el compromiso
que exigimos es el compromiso con nuestras cosas, con nuestro carácter, con
nuestra historia” (p. 41). En igual tesitura, es “Advertencia de Gaos” donde la
materia abordada son unas conferencias de Gaos cuyo objetivo plantea cómo se ha
elaborado la filosofía mexicana. Uranga considera que a Gaos le falta
información; sin perjuicio de ello, también resalta que Gaos haya puesto una
nueva etapa de diálogo en la filosofía en México.
Los textos restantes, que
por supuesto no se siguen en un orden temático sucesivo, están dedicados
enteramente a Gaos, a su personalidad, a su discusión, a explotar el legado de
Gaos. Se trata de artículos y ensayos cuya lectura debe ser detenida y pausada
para evitar univocismos, ya que el lenguaje de Uranga recurre al discurso
provocador. Naturalmente Uranga intenta hacer un ajuste de cuentas sumario en
relación a Gaos. Por ejemplo, “Gaos y la muerte” y “En memoria de José Gaos”
Uranga se reconoce melancólico con la filosofía de su maestro. Lo adjetiva como
sobreviviente, lo toma como un filósofo confuso y demás, pero al cabo agradece
algo en Gaos. Estas palabras atajan la postura de Uranga al respecto: “Yo oía a
Gaos, [pero] pues llegué a comprender que, muerto él, ya no habría para mí
ningún otro maestro” (p. 133). A muchos historiadores de la filosofía en México
se les ha pasado ver este grado de aprecio en Uranga. A toda vez que el
artículo “José Gaos: personalidad y confesión” sostiene una tesis fuerte, en
cuanto intenta hacer una psicología del maestro Gaos, cabría mencionar que
resulta desconcertante el último texto del libro (pp. 145-147), el cual
corresponde a un extracto de las Confesiones
profesionales donde Gaos responde a siete creencias que se pueden tener de
él a partir de la lectura de Uranga. Desde cierta lectura, sorprende por su
brevedad. En buena medida, se encontrará orgullo personal en la respuesta de
Gaos. Según parece, Gaos reconoce entre líneas que buscó construir y fortalecer
una comunidad filosófica en México. Y no era para menos: en Uranga encontró una
ruta crítica; así, ni más ni menos.
Respecto a Uranga,
podemos reconocer en él una escritura de estilo llano, claro, provocador,
áspero a veces, pero en general, una escritura crítica. A lo largo de toda la
obra podemos encontrar –por así decir– el daimon
de Uranga como filósofo crítico, cuya vida y obra no ha sido explorada
totalmente (salvo tangencialmente por Zirión Quijano (2003) al historiar la
fenomenología en México). Y eso a contrapelo de que la filosofía de Uranga se
caracterizó por buscar una forma particular de entender el diálogo (léase por
ejemplo Astucias literarias de 1971).
Consumado lector de literatura clásica y de los filósofos modernos, no se dejó
devorar por la denominada “teoría de la acción comunicativa”. Es Uranga, acaso,
un crítico de la tradición. En México Uranga recuperó el sentido de la ironía
filosófica como método para reflexionar el mundo. Lo cual es importante.
Justamente una adecuada apreciación de los textos uranguianos acerca de Gaos
nos permiten ver desde qué punto de vista radical de la filosofía parte. ¿Por
qué dedicó tantas líneas Uranga a Gaos? Es una pregunta que debemos hacernos
mientras leemos el libro. En definitiva, lo que puede arrojar luz sobre este
tema acaso resulte que Gaos significó para Uranga el maestro que no siguió la
“filosofía de los profesores” sino que se decantó por una filosofía
“circunstancial, concreta y cínica”. En efecto, los valores en los que no
vaciló Gaos fueron decisivos para Uranga (en particular para deslindarse de los
academicismos en la labor filosófica).
Considerando el aporte de
revitalización temática que propone el libro, hay algunos aspectos que ameritan
una observación crítica. Uno de ellos, muy general, es que la obra adolece de
un aparato crítico que formule, a nivel teórico-metodológico, cuál es la
relación que existe entre la filosofía de Gaos y la filosofía de Uranga. Al
inicio del texto se ofrece una advertencia (pp. 9-21) donde la figura de Uranga
se interpreta a escala cultural y anecdótica; se tamiza el talante de Uranga; se
habla del hombre de carne y hueso; se retoman los testimonios de Alejandro
Rossi, Ricardo Garibay, Eduardo Lizalde y José de la Colina; se reconoce que
Gaos tuvo una relación “intensa, apasionada y conflictiva” con Uranga. Pero
tomado esto de manera autónoma, no da el paso siguiente a precisiones de orden
filosófico. Porque el sentido de filosofía en Uranga difiere del concepto
gaosiano de filosofía. El tema de esta oposición filosófica, naturalmente, está
expuesta en el libro de Uranga (1994) ¿De
quién es la filosofía? El punto resulta crucial para entender las posturas
de ambos. Pero en este punto el compilador deja sin descorrer el contexto de justificación
de ambos filósofos.
Otro punto importante, es
que el texto carece de una contextualización de la filosofía de Gaos en el
panorama histórico y filosófico del siglo XX. Aunque estoy seguro de que la
intención de Castañón no fue ofrecer una introducción al pensamiento de Gaos,
no cabe duda de que contextualizar a un filósofo posibilita una mejor
comprensión del autor abordado. Reconocer cuál es la constelación filosófica de
su tiempo consiste en aprender, más allá de las escaramuzas de academia, cuáles
son las coordenadas filosóficas del autor. No se trata de narrar las aventuras
o desventuras del autor –en el sentido biográfico– sino de abstraer su postura
ante recios filosofemas. Es un digno discernimiento. Todo esto no forma parte
de la exposición del compilador.
Estos problemas, no
obstante, no impiden que la selección de Adolfo Castañón, lejos de ser una
compilación de orden doxográfico y documental, constituya una base para
desarrollar cuestionamientos en torno a la filosofía de Gaos y Uranga. Esto
tiene sentido porque frecuentemente los historiadores de la filosofía en
Iberoamérica pasan de soslayo la figuras de Gaos y Uranga. Con esto, la obra
puede actualizar la recuperación del pasado histórico de nuestros autores
iberoamericanos. Es un buen aporte para reconstruir parte del pasado filosófico
en México. Así que, a pesar de que la obra no pretenda investigar nada específico
en Gaos o Uranga, pone sobre la mesa elementos que pueden ser aprovechados por
la filosofía iberoamericana en general y mexicana en particular. Filosofías por
supuesto importantes para la discusión de la filosofía iberoamericana
contemporánea.
Asimismo, es justo decir
que este texto debe ser necesariamente articulado con otro texto que se publicó
recientemente en México y que abona a entender, a partir de él, la filosofía de
Gaos y también la filosofía en México. Partiendo de que la pregunta es saber
qué filosofías académicas se han dado en México, este libro tiene el alcance
para contestar, por decir algo, cómo tomó fuerza la fenomenología en México.
Más allá de la controversia, da pistas de la conformación histórica de la
filosofía mexicana en el siglo XX. Con respecto a lo que mencionábamos sobre el
libro de actualidad, hay que señalar que Algo
más sobre Gaos se vincula con la biografía intelectual de José Gaos que
realizó insuperablemente Valero Pie (2015). Los detalles particulares de Gaos
hay que buscarlos en Valero Pie. Estimamos que incluso Uranga está presente en
la investigación ya citada. Ahí nos llama la atención que el proyecto del libro
que comentamos, a nivel sustantivo, queda como un elemento satelital de la
biografía intelectual elaborada con anterioridad. Lo cual no significa restar
merito a la compilación en comento. Lo que queremos decir es que, en
definitiva, ambas se acompañan mutuamente.
Finalmente, Algo más sobre Gaos también nos ofrece,
él mismo, algo más sobre Uranga. Habría que decir que es un destino favorable,
un reencuentro insoslayable. Quizás su objetivo sea felizmente doble: repensar
a dos autores a través de un solo libro. Así pues, esta obra ayudará a repensar
la figura de Gaos y seguramente a no desconocer la figura harto polémica de
Uranga. Por supuesto, da para mucho. Por ello, no queda sino agradecer la labor
investigadora que nos ha presentado Castañón.
Bibliografía:
Uranga, E. (1990). Astucias literarias. Guanajuato: Gobierno del Estado.
— (1994). ¿De quién es la filosofía? Guanajuato: Gobierno del Estado.
Valero Pie, A. (2015). José Gaos en México: una biografía
intelectual, 1938-1969. México D.F.: El Colegio de México.
— (ed.) (2012). Filosofía y vocación. Seminario de filosofía moderna de José Gaos.
México D.F.: FCE.
Vierya, J. (2007). “Emilio Uranga, la
existencia como accidente”. Devenires,
8 (16), pp. 75-116.
Zirión Quijano, A. (2003). Historia de la fenomenología en México.
Morelia: Jitanjáfora.