jueves, 28 de marzo de 2019

Pertenencia y sueños

Los pensamientos no nos pertenecen. 
 Supongo que podemos entender lo anterior de dos maneras: 1) que no somos responsables, dueños o productores de nuestros pensamientos o 2) independientemente de cómo surja un pensamiento, no nos pertenece así como no podemos sujetar voluntariamente el oxígeno que necesitamos. Es decir, un pensamiento podrá seguir ahí aunque no queramos, no nos pertenece, porque si nos perteneciera podríamos deshacernos de él: como el empaque de nuestros audífonos, la basura de nuestro dulce preferido, etc.

Es curioso cómo hay personas que quisimos tener en nuestras vidas y*, independientemente de que haya una justificación, realmente sabemos que la prosperidad nunca iba a llegar. Es más curioso que ni la apariencia ni las ideas integran aquella posible justificación. Peor aún -o no (?)-, ni siquiera la idea de la pasión carnal está en tal justificación. 
 Los pensamientos no nos pertenecen, y un ejemplo claro es cuando en sueños ella sigue apareciendo. De igual manera, como un comportamiento típico no deseado, poco sirve comprender la nula prosperidad de algo cuando esos pensamientos siguen por ahí. 
 Seguramente hay un paso o un puente en la descripción que se omite y que podría servir de remedio. Mientras tanto... 


M. Téllez.
*En italiano es permitido dejar el mismo sonido de dos palabras que terminan en la misma vocal, siempre y cuando haya una coma de por medio. Ignoro si en español hay tal regla, pero igual la apliqué.