No somos insensibles. Todos ustedes suponen demasiado de nosotros.
Irnos como si nada luego de algún suceso que ocasione emociones complicadas, no es fácil hacerlo. Nuestro corazón no sabe si podrá seguir latiendo luego de tantos golpes en él. Hacer chistes baratos, mostrar una especie de trabajo humano y sonrisas, tampoco implican una habilidad de superar todo en poco tiempo. Nuestros pensamientos se nublan, el antojo del vino esconde las ganas de perder la consciencia. Creemos que el alcohol llegará a los recuerdos y podrá no sólo ponerlos ebrios como nosotros estamos, sino conseguir que esos recuerdos se ahoguen y abandonen el plano de importancia que tienen en nuestra vida mental.
Ignoro si mis amigos soldados tienen ganas de seguir en la guerra. No me gusta estar al frente en el reconocimiento de campo, finjo tener valor, aunque sé que prefiero dar mi vida por un ser querido: a veces me pregunto si no se trata de una actitud egoísta: buscar una excusa como el reconocimiento de campo para morir en caso de que haya enemigos ocultos. Ver mi uniforme, mirar mis manos desgastadas y sucias por la pólvora, notar que mi rostro ya tiene abolladuras causadas por golpes, sólo me hacen pensar en abandonar esta guerra. Aún no sé cómo y porqué es que sigo aquí, cada día es lo mismo: despertar, tomar un arma y hacer recorridos. La gente no sabe cuántas estupideces dice cuando mencionan cosas como "todos tienen un motivo para seguir", "lucha por tu felicidad", "sólo alza la frente y sigue". Estoy muy seguro que su vida mental no les da para tanto, es decir, para cuestionarse, mirar realmente de lo que estamos hechos, lo que tenemos, lo que hay del mundo para nosotros. Su vida mental es un chiste, sé que por eso son capaces de compartir tantas cosas tan absurdas y patéticas. Lo que ellos creen un monumento de verdad, de razones para llenar un cuerpo con vida, es sólo un diminuto punto de polvo en una habitación, el cual puede ser benéfico por razones biológicas pero no por razones humanas, donde hay pensamientos, fantasías, creencias y fe.
M. Téllez.