Una vez que encontré tu perfil, mis amigos de la infancia tuvieron que sujetarme: sólo así podrían detenerme para alejarme de los dispositivos con internet.
Aumento la iluminación del celular para verte mejor: no te ocultes en las penumbras, hermosa.
"Ella casi no le habla a nadie", me dijeron bajo el rayo del sol, luego de una junta, o algo ocurrió que ya ni sé: estaba ebrio.
Sé que lo que deberían morder tus labios, en aquella obra de presentación de imagen tuya. son a mis labios. No olvido el día en que llevaste un short de corte suave y moderno, estuviste sentada en línea diagonal de donde me encontraba. Ese día no reparé en ver tus piernas. Sentí el deseo último cuando tus delicadas y blancas manos acariciaban tus propias piernas, las mismas con las que no sólo fantaseo con acariciar.
M. Téllez.
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