lunes, 31 de julio de 2017

viernes, 21 de julio de 2017

Consolación a Yadira




I. Los seres humanos a veces cedemos con facilidad a desconsiderar nuestro tiempo. A unos les vasta contemplar a los demás en una servidumbre voluntaria. A menudo, después de haber pisado un momento de aburrición, desechan la imposibilidad de repetirlo. ¡Cuántas ridículas veces nos hemos quejado de terceros! ¡Cuántos días no hemos sollozado absurdamente por el deterioro de nuestra misma humanidad! ¡Cuántos días no hemos perdido por desparramar nuestra plenitud en un empleo superfluo! Cuanto igualmente pienses en tus días, atiende al consejo de Séneca: “Computa, vuelvo a decirte, y repasa los días de tu vida; verás cómo son harto pocos y aun de desecho los que te quedaron”.


A estas alturas, no hace falta precipitarte a desear la prontitud del futuro, pues no habrá saciedad de tu presente. Hay una masa de tiempo que prestamos. Éste por más que lo entregues a un amor, no lo apuñales porque se adueña de tu patrimonio temporal. Lo que nos resta de vida, aun para los que están en una gra misión, es nuestra fortuna desconocida. Pues ¿para qué valdría requerir un oráculo sobre lo venidero? Vemos que la juventud sale de la misma fuente que de la niñez y vejez. Por muy compleja que parezca la noción de “vida” no añadas los planes que se te fueron de las manos. No te aterrorices por las adversidades de tu difícil juventud. Pues ¿qué poco de tu vida justamente ha vuelto a empezar en tu juventud? Aguarda en tus deseos pero no te rebajes a someterte a ellos para dejarlos encima de una aspiración a la fortuna.

II. Si te dijera que te preguntes a ti misma: “¿Qué estoy haciendo de mí?”, no conduzcas en vano tus pensamientos. Los ajetreos y calumnias te esperan. Pobre de tu tedio pierde serenidad. Mejor muestra gusto por acabar las cosas. Es una gran lección, que ni cualquier ocasión teatrera te permitiría poseerla. Contra las grandes perturbaciones tu empeño consiste en contradecir las cuitas emergentes; en domeñar lo terrorífico que conserva la soledad, aquella que no dispone de abruptas intervenciones ni siquiera bajo el modo de expiación, amén de conmutar tus deseos a la caza de una próspera sugerencia. Pero te vuelvo a preguntar: ¿Qué seguirás haciendo? ¿En qué te relacionaste últimamente? ¿Qué es lo que deseas ahora? Quizá no quieres estar en silencio, quizá también desearas un tiempo a solas.


III. Aunque haya una voz atroz que reclama violentamente el infortunio de nuestras vidas, no la exageres de más, pues, como dijo Séneca, «estas quejas no cambiaron a nadie ni aún a sí mismos, pues una vez que las palabras han sido proferidas, el corazón recae en los añejos hábitos». Así has notorio un provecho psicológico, resiste, en vez de odiar. La vida en sus futuras postrimerías estará fuertemente influenciada por el poder del último momento. Todo habrá sido devorado temporalmente, y quien pretenda andar a prisa no recobrará ni un solo instante. ¿Cómo es que piensas el uso de cada día? Ya que no podemos detener las cosas de la vida, no tendremos que avergonzarnos de dedicarnos a vanas ocupaciones. Pero los atareados no se reconfortan con nada. Así ellos tienen una malicia en su destiempo. Ahora considero que un hombre errático o harto de la vida, no tendrá tal vez el ánimo suficiente para practicar la alegría, pero sí dispondrá de un agobio irremediable para improvisar recorridos de aventura. Así pues, al tantear el tiempo, sabes que los hechos pasan frente a tus ojos, para sorprenderte, enriquecerte, o tal vez espantarte. Como hay tantas cosas sólo pocos errores nos nutren de sapiencia.

IV. ¿Quieres saber si no te engañas con los achaques de cada amaneceer? Aun cuando dones una miseria de tiempo, cualquiera que sea tu objetivo, quizá sea fácil entregarlo a otro. Pero, de lo que cabe preocuparse radica en el autoengaño de esa donación. Mucho habría que cavilar en los prestigios que le atribuyen incesantemente al tiempo, como aquel locuaz mensaje que suele decirse en la boca de los nostálgicos: “El tiempo es oro”. Y es que donar un poco de tiempo es despreciar lo soportable de uno mismo. Porque hasta nos ponemos pálidos cuando algo no acaba como uno quiere con alguien más. ¿Tú llamarías filantropía a ese afán de conversar de asuntos baladís? Hay disposición para el negocio pero no para el ocio. Pues tal parece que cualquier correspondencia con la devolución del tiempo tiene algo de sospechoso. Una sospecha latente, incluso ignota en virtud de que se sabe lo que no sabremos: «Y ¿qué ocurrirá? Que tú estás descuidado y la vida se apresura; y entretanto, se presentará la muerte, a cuyo poder, lo quieras o no, has de pasar.» Séneca con ello criticó el comportamiento del hombre, del hombre que vive. No es de suponer la condición del hombre prudente, aquel que vive mejor que los otros. Lo mejor, en verdad lo mejor, dispone de sí, sin vacilación alguna, los medios para hacer sobrevivir a los incrédulos del poder del tiempo.
Lo peor del tiempo se halla en la promesa de cosechas futuras pero defraudando los presentes. Disponer del presente es la fortuna única de la existencia. El paso de las jornadas, ese tránsito de lo ordinario, a muchos no les convence del arrebato discreto de su vida. Poco a poco los acostumbra a aceptar esa sustracción vitalicia. Mas un hombre de espíritu inteligente conserva con prolijo cuidado los momentos todos de su vida, inclusive aquellos cuya superfluidad perturba la rememoración del mismo. Pareciera ser que el despojo de nuestro tiempo es a la vez la entrada y salida de la vida humana. Lo óptimo es, a lo sumo, no reparar en larga vida, ello por mor de extravíos y conjeturas subjetivas, sino en el provecho suficiente de lo dado por el presente.

¡Ay de aquel que amonesta el porvenir de su vida, siempre temeroso de su vulnerabilidad, siempre pasmado por sus esperanzas! A la hora de recordar, es lo que creo, el hombre común saca únicamente lo extraordinario, y ni siquiera contempla la desidia de su ocupación ordinaria. Pero el hombre vicioso parece ofertar un desprecio hacia las cosas que realiza. Es de saberse, como dijo Séneca, que «algunos vicios los deleitan como si fuesen pruebas de vida feliz.» En el vano ingenio de dicha especie,  jamás falta que se le atraviese un momento prácticamente ocioso. ¡Cuán ridículo es lo que hacen! ¿Acaso ellos pululan en inocencia? Comoquiera que fuese, me es fácil decir que es un espectáculo tragicómico donde no se han ido los héroes.
V. ¿Cómo ha pasado tu vida? Es largo repasar tu vida, no es fácil recordar todo, ni fácil componer cualquier historia de uno mismo. Sin embargo, evidentemente lo propio del nacimiento es la vulnerabilidad del espíritu. Aunque se intenten soslayar las malas vicisitudes, pese a no ser buscadas, finalmente las terminamos encontrando. Los hombres ilustres han dado advertencia de este hecho, que a posteriori en la generalidad humana acaba siendo estrechamente familiar. Bien valdría decir que la inquietud de lo posible no espera urgente que le dejen vaciar su infelicidad en los deberes que realiza. Mientras se avecinan las postrimerías de la vida, cada vez los deseos empujan a la voluntad a ocuparse de los grandes gemidos. En un largo suspiro se abrevia el dolor de toda una vida; pero en tal expectación se pierden las mejores bondades de la vida: comienza a sentirse la incapacidad para defenderse del tiempo.


VI. No dejaré de reiterarque que Séneca decía que a los hombres les asalta el ansioso pensamiento de saber cuánto durará tal o cual cosa. ¿A ti no te inquieta saber cuánto durará tu noviazgo o cuánto faltará para casarte o entregarte a un empleo generoso? Una ingrata emoción nos prepara a un pasmo molesto, que logra diluirse en la fortuna de algunas grandezas y proezas. Eso habrá que ser lo miserable, lo temeroso, lo inestable, que se vive en un mismo hombre.  Envuelto por una dialéctica misérrima la vida nos añade todo tipo de preocupaciones. Si te es posible contentar te con la vida coo es en la búsqueda de esperanzas (unas a su intimidad, otras a su privacidad, otras a su individualidad, otras a su familia, otras a su sociedad), ¿por qué no te entregas de todo corazón a las cosas que compartes que los seres que amas? Tú tienes compromisos adquiridos. Tu interesada existencia no debe pasar de largo las puertas que consideran el sueño. Pero no pretextes la agriedad de las respuestas. ¡Cómo si no fuera más importante intentar y no el enfado infundado! Pensemos en que diariamente la vida nos despacha ilusiones. Ninguno consentirá en que la noche nos obliga a morir. La noche te va a prestar el trato con tu tiempo sin encajes. Ahí está el tiempo sin clientes.

VII. Finalmente, no tienes por qué sojuzgar tu vocación, víctima de imposturas menesterosas, sin suerte para poseer voluntad y talante virtuoso. No juegues con el bien más valioso de la vida. El único método para sobrevivir en la vida es extenderse sin limitarse en las leyes que imponen las épocas. Habrás de aprovechar lo que tu época te brinda. Es muy difícil abrigar esperanzas en este tiempo de largos desalientos. Que no te atormente la posmodernidad. También no te dejes comprar por la enajenación de las empresas. Cuando más alegre estás sabes que las alternativas no frustran sino que al final nos alientan. De ahí viene el consejo de apreciar tu trabajo como si honraras tu propia salvación. Cada una de tus virtudes tienen que proteger tu felicidad por fuerza de no angustiarte. Nunca faltarán razones para preocuparse públicamente pero la desocupación tómala para afrontar el tiempo privado. La mayor parte de tu tiempo la has entregado al arte, ya de viejo tendrás elementos para juzgar tu pasado. Ahora tómalo para bien. Cuídate de las amistades faltas. Piensa en cuáles son las verdaderas. Salte a ver la vitalidad de tus incansables espiraciones. Créeme: debes conservar tu ahínco para tu libertad. Sin duda con razón, has sido causa de amor para muchos. ¿Crees tú que estás en buen estado? ¿Qué es lo que sostiene tu fuerza para erigir tus inmensas maravillas? Ahora tienes que dirigirte a nuevas cosas. Entretanto, con estos años de juventud, no pases por alto tu experiencia de vida. Todo esto habría que celebrarlo con buen licor y deliciosa vianda.



Ramsés Jabín Oviedo Pérez


jueves, 20 de julio de 2017

No soy...

La búsqueda para pasar tiempo con alguien que sea de nuestro gusto parece ser bastante larga. No sólo en términos de años, sino incluso en la manera en que percibimos el tiempo. Algunos creen que la sensación que tenemos del tiempo es lo que lo hace relativo, eso es un error: nuestras creencias no hacen relativo, subjetivo ni objetivo algún fenómeno, lo ideal -e interesante- es que sepamos cuándo realmente un fenómeno tiene tal y tal característica. 
  La búsqueda es larga para algunos. Ahora bien, pocas veces se habla con sinceridad acerca de lo que se quiere, en el caso de que uno ya sepa qué se quiere. ¿Por qué surge esto de la sinceridad? Sencillo: porque posteriormente la gente se queja de que las personas no eran lo que esperaban. Su error es bastante simplón: es distinto "esperar algo de x" que conocer de hecho los motivos de ese x. 
  En tiempos de lluvia, los charcos de agua que se forman en estas feas calles me hicieron pensar en todo este asunto de búsquedas, sinceridades olvidadas y frustraciones simplonas. Pensé: yo no soy bueno para caminar bajo la lluvia, siempre termino distraído y camino bajo los volados de las casas, así que el chorro de agua sucia suele quedar encima de mí. No soy bueno para caminar tomados de las manos, ya que mi sudoración en las palmas aparece y las personas se asustan sobremanera de ese fenómeno. No soy bueno para realizar bromas cariñosas, porque mi humor es algo oscuro, pedante, lógico, y las personas suelen entender por burla mis acciones. No soy bueno para patinar, porque simplemente no sé patinar. Tampoco soy bueno para hablar y que te dé la razón, porque uno de mis pasatiempos es poner en dilemas a quienes tienen creencias muy arraigadas, hacerlas aceptar consecuencias de sus palabras que no habían previsto, así como demostrar que todo lo que has creído de algún fenómeno está errado. No soy bueno para decir que a pesar de tus errores, está bien, porque entenderás que mis razones son tan fuertes que sostener algo como "está bien", es una (maldita, pensarás) mentira. No soy bueno para que te cante una canción, porque prefiero componer que tocar canciones románticas, y mis intentos de composición popular no suelen ser románticos. No soy bueno para dedicar canciones, mis gustos se inclinan más por lo musical que por las letras, además de que considero que expresar lo de siempre en asuntos de amor es algo vacuo. 
  De manera que, no soy bueno ni para tolerar las dudas ante mis sueños. Lo más preciado que creo tener son mis ideas, que aunque seguramente algún poeta, compositor, inventor, ciudadano, niño, etc. Ya las había sopesado también, sé que tienen un componente que tal vez sí sea sólo mío. 

M. Téllez.   

viernes, 14 de julio de 2017

Catana

Se me subió la muerte a la espalda e hizo mis miembros de trapo
Me dio dos ojos nuevos que no tenía
Aunque ya sabía de aquella sensación
De ese agujero entre el nacimiento y la muerte
Como un final absoluto, estúpido e irremediable.

No hay nada tan superficial ni tan grave como el deseo
Y el deseo también trae tumba
Divide el alma como a un cuerpo una catana
Y nadie te salva de la contradicción que anidaste
En el pasado, en el momento exacto
De mirar al techo en un espacio desconocido

Con mucha oscuridad y una canción extraña de fondo
O viéndote al espejo en posiciones inusuales
Mirando tus hoyos

Es imposible no pensar en la tristeza de lo oscuro
En la vacuidad de los sueños de la infancia
De las ilusiones de la pubertad
Quién podría sanar esos pensamientos malsanos
Hacia dónde va la sangre
Las lágrimas no se pueden guardar en un bote

Ya no son lágrimas, sólo agua con sal


Valencia

jueves, 13 de julio de 2017

Te esperaba esta mañana, mientras retrasaba mi vida por unos segundos,
pero no llegaste.
No te preocupes cariño
mañana te seguiré esperando, mientras retraso mi vida ahora por unos minutos.