Se me subió la muerte a la espalda e hizo mis miembros de
trapo
Me dio dos ojos nuevos que no tenía
Aunque ya sabía de aquella sensación
De ese agujero entre el nacimiento y la muerte
Como un final absoluto, estúpido e irremediable.
No hay nada tan superficial ni tan grave como el deseo
Y el deseo también trae tumba
Divide el alma como a un cuerpo una catana
Y nadie te salva de la contradicción que anidaste
En el pasado, en el momento exacto
De mirar al techo en un espacio desconocido
Con mucha oscuridad y una canción extraña de fondo
O viéndote al espejo en posiciones inusuales
Mirando tus hoyos
Es imposible no pensar en la tristeza de lo oscuro
En la vacuidad de los sueños de la infancia
De las ilusiones de la pubertad
Quién podría sanar esos pensamientos malsanos
Hacia dónde va la sangre
Las lágrimas no se pueden guardar en un bote
Ya no son lágrimas, sólo agua con sal
Valencia
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