Se dice que nunca se está solo.
Yo no opino lo mismo. Hay que plantear necesariamente la diferencia entre:
estar solo y no sentirse solo, estar acompañado y sentirse solo, estar solo y
sentirse solo… Nunca significarán lo mismo.
Ocurre que este domingo, día del
padre, me hizo sentir como otros días me habían hecho sentir: sola. Pero no
sola por no tener a personas alrededor, ni sola no-sola, sino total y
absolutamente sola. Y claro, se supone que todos estamos conscientes de que
estamos individualmente solos, esto se nos repite todo el tiempo, a cada rato y
nos pensamos precisamente por esto como individuos, como personas “independientes”
y “diferentes del otro”. Pero siempre se espera que el otro te acompañe para no
sentir esa soledad de la que tanto se habla. De repente el otro se enoja y se
le ocurre que estará contigo de nuevo si y sólo si se le pasa el enojo. Estarán
compartiendo soledades cuando se le pase el enojo. Luego, se le pasa y estás
no-solo. Luego, se enoja nuevamente y así, ad
infinitum… Lo más divertido es que sí lo esperamos.
No me refiero a pensarte como
individuo sino a sentirte como tal. Es probable que no me esté dando a
entender, esta noche ni yo me entiendo. Seguramente tiré un montón de palabras
sobre esta página y las hilé forzadamente, así como las relaciones humanas
creadas para la subsistencia de la especie.
Hoy me tiré en la cama, miré al
techo, me sentí sola (verdaderamente sola) y comencé a llorar. Se siente raro.
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