La
organización estudiantil en la Universidad Autónoma de Querétaro (1958-2016)
“Entre las aulas y la política”
KEVYN SIMON DELGADO Y DANIEL
GUZMÁN CÁRDENAS
México, UAQ/Municipio de Querétaro, 2016, 284 pp.
*
POR RAMSÉS JABÍN OVIEDO PÉREZ
Éste es un libro
necesario y extraordinario. Al aparecer publicado este libro sobre la
organización estudiantil de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) se
avanza en el conocimiento y entendimiento de la historia de las organizaciones
estudiantiles de México y América Latina. La obra de Simon Delgado y Guzmán
Cárdenas fue publicada conjuntamente por el Municipio de Querétaro y la UAQ en
diciembre de 2016 pero presentada al público hasta finales de marzo de 2017. La
obra en comento pretende constituirse como una investigación de «divulgación».
Esto no significa que la neutralidad histórica no tenga un aporte crítico
frente a importantes hechos de la historia universitaria. El libro está compuesto
en seis apartados en los que logran sintetizar una historia de la organización
estudiantil, incorporando una base muy importante de 47 testimonios que
participaron en el proceso de configuración de la Federación de Estudiantes
desde 1958 hasta 2016. Por lo demás, el subtítulo de la obra indica un sintagma
(“Entre las aulas y la política”) que resume la dialéctica del contexto
estudiantil a través de su ámbito interno (el aula) y externo (la política).
Explicaré cada capítulo con mayor detalle.
El
apartado inicial “Los cincuenta: Autonomía y organización” explica uno de los
ejes rectores de la organización estudiantil: la búsqueda de autonomía
universitaria. Para ello, los autores buscan explicar el proceso de gestación,
desarrollo y consecuencias del movimiento estudiantil que demandó la autonomía
universitaria en 1958. Se trata de mostrar el contexto local en el que inició
la huelga universitaria. Los apasionados encuentros y desencuentros tienen
lugar con las actitudes asumidas por los grupos estudiantiles. Muchos universitarios
del Comité de Huelga no hacían sino reivindicar la apertura de la universidad a
una reelección rectoral, paridad de consejo, aumento de subsidio y autonomía.
Jamás se menciona que la organización haya sido fácil o relajada. El atento
seguimiento de los testimonios permite puntualizar paso a paso el proceso de
obtención de la autonomía. En ese proceso, el gesto de la sociedad queretana
ante la reivindicación estudiantil fue de solidaridad, lo mismo el apoyo otorgado
por otros grupos con causa social en México. Las respuestas del gobierno
estatal y federal, finalmente, resuelven en favor de las peticiones
universitarias. Simon Delgado y Guzmán Cárdenas dan cuenta de la emoción que
generó la conclusión de la huelga el 28 de enero de 1958 tras doce días de
manifestación y discusiones. La entrada oficial de la autonomía universitaria
entró en vigor el 5 de febrero del mismo año. Asimismo, se menciona la fecha de
creación de la Federación Estudiantil Queretana (después llamada Federación de
Estudiantes Universitarios de Querétaro). En ese sentido, se advierten las
dificultades que tuvo la redacción de la Ley
Orgánica. Los autores concluyen el apartado mencionando la aportación más
importante de la huelga: la obtención de la autonomía.
El
siguiente apartado “Los sesenta: Crecimiento y consolidación de la Federación
de Estudiantes” atiende una de las décadas más trascedentes para los
movimientos estudiantiles en México así como de varios sucesos que marcaron la
historia de la UAQ. Tras una rápida contextualización del estado de Querétaro a
principios de los sesenta, se encuentran descritas las experiencias de 4
presidentes de la FEUQ que clarifican la diversidad de pensamiento y acciones
de cada uno. Inmediatamente después se advierte uno de los cambios que más han
repercutido en la UAQ: la designación de Hugo Gutiérrez Vega como rector en
1966. Sin perder de vista el marco general de la FEUQ, los autores explican las
líneas directrices del nuevo rectorado. Asimismo explican el proceso, desenlace
y alcances que tuvo la toma del Patio Barroco. Se describen las condiciones
socioculturales que enfrentó la universidad en un estado sumamente católico. El
apartado permite ver las constantes recomposiciones que tuvo la FEUQ. De frente
al año de 1968, los autores subrayan que cada estado de la república lo vivió
de una manera particular. Sin embargo, su obra presenta un panorama general de
la respuesta que dio la FEUQ y la juventud queretana ante los hechos del 2 de
octubre. Hay un interesante seguimiento de las versiones periodísticas que se
manejaron en Querétaro y que pueden demostrar, sin duda, la persistencia de las
versiones oficiales. Este apartado considera también la singular visita de Luis
Echeverría a la UAQ para arrancar su campaña presidencial (lo cual, da pie a
los autores para informar las respuestas del estudiantado). Luego, hacen dos
consideraciones en relación al contexto financiero de la UAQ a finales de los
60 y los efectos represivos de la matanza de Tlatelolco en el estudiantado
queretano.
El
apartado tercero “Los setenta: Las disputas por la representación estudiantil”
da cuenta de un periodo convulso para las organizaciones estudiantiles. En él
se pone de relieve el contexto nacional caracterizado por la modernización
industrial en Querétaro así como por las continuas olas de represión pública.
Los autores posicionan las posturas de la FEUQ con representantes que fueron
sensibles al izquierdismo militante. Pero también encontramos a la FEUQ como pieza
clave en la creación del Centro Universitario. En este sentido, se señala la
participación estudiantil que hubo a principios de 1972 para el crecimiento institucional
de la universidad. Igualmente, destaca en ese mismo año la primera manifestación
de estudiantes en contra de los hechos el 2 de octubre. Se detalla la respuesta
estatal. Sin desoír las gestiones de cada presidente de la Federación de
Estudiantes, los autores dan seguimiento del proceso de la lucha estudiantil
por el alza de precios en el transporte. Un conflicto donde la participación de
la FEUQ se ve limitada. Tiene pleno interés el surgimiento del Consejo
Estudiantil Democrático Universitario de Querétaro (CEDUQ) como una base
estudiantil que buscó democratizar el sector estudiantil en la universidad.
Este apartado sugiere los altibajos de confiabilidad que sufre de la FEUQ en
medio de pugnas por el poder. En esto, se ofrecen detalles de la injerencia de
grupos porriles [sic] en el contexto universitario de los setenta. Sobre las
represiones que sufrió el líder de la CEDUQ se halla el testimonio del mismo.
Esta es una época comprendida como la Guerra Sucia. Sin embargo, hay una
respuesta estudiantil de solidaridad interuniversitaria. A medida que avanza el
apartado, es posible ver las constantes reconstrucciones al interior de la
FEUQ. A finales de esta década, como apuntan los autores, la FEUQ vive uno de
sus peores momentos. Así, en este apartado, mirado en su conjunto, alcanzamos a
ver un decenio repleto de encuentros y desencuentros entre diferentes
organizaciones estudiantiles, mismos que van a continuar los primeros años de
los ochenta.
El
cuarto apartado “Los ochenta: Caminando hacia la calma” presenta un decenio
cargado de altibajos en la organización estudiantil. Sin embargo, también
contextualiza los cambios del gobierno federal y estatal (éste último
despreocupado de las necesidades universitarias). Aquí se destaca a la lucha
estudiantil de la Normal del Estado en mayo de 1980 como la lucha más
importante de esa década. Los autores muestran el proceso de la huelga así como
la represión que sufrieron los universitarios. Lo más preciado a este respecto
es el acto de solidaridad del CEDUQ para con los normalistas. El lector puede
notar que la movilización social suscitada por la Normal del Estado resiente el
apoyo de la UAQ. Ante este contexto Simon Delgado y Gúzman Cárdenas apuntan el
particular decaimiento de la CEDUQ. En otra línea de igual interés, se describe
un conflicto grave que tuvo la FEUQ en su interior. Aparecen presidentes de la
FEUQ con acciones que buscan redefinir el camino. En paralelo, se pone de
relieve los cambios institucionales de la UAQ, época en la que comienza la
democratización en la elección de rector y avanza el desarrollo del Centro Universitario.
El
apartado quinto “Los noventa: Pluralización de la FEUQ” entra con el contexto
federal del sexenio de Salinas de Gortari (1988-1994), el estatal con el
gobierno de Enrique Burgos, y el local universitario con el impacto de la
transición política nacional. Es notable la atención que hacen de las
condiciones socioeconómicas de la universidad. La FEUQ inicia esa década con la
visita de Salinas a la UAQ (un evento que la obra sólo refiere a partir del
testimonio de un presidente de la FEUQ). Asimismo, se abordan los cambios
paulatinos en las gestiones de la FEUQ. Bien vale mencionar que en esa década,
además del polémico actuar de Salinas, las juventudes universitarias enfrentan 4
acontecimientos históricos: el levantamiento del EZLN y el asesinato de Luis
Donaldo Colosio (ambos en 1994), junto a la última toma de camiones por parte
de cientos de jóvenes universitarios por incumplimiento al descuento
estudiantil, y la concentración universitaria en la explanada de rectoría para
fijar postura por insuficiencia presupuestaria (ambas en 1997). Como en las
páginas de todo el libro, este apartado aborda la cuestión de la simbiosis
ideológica FEUQ-gobierno y FEUQ-rectoría. Así, deja leer las experiencias y
rememoraciones de 4 presidentes de la FEUQ, lo mismo que el eco de parte de las
facultades no federadas. Claramente, el capítulo permite avanzar en la tesis de
que la FEUQ actúa como instancia de representación estudiantil que, indirecta o
directamente, legitima o deslegitima un status
quo universitario.
Al
final, el último apartado “Del 2000 al presente: La búsqueda de una nueva
identidad” pone en contexto tres ámbitos: el nacional, caracterizado por la
entrada al nuevo milenio con el triunfo de Vicente Fox para el sexenio
2000-2006; en el ámbito estatal, a Ignacio Loyola Vera del PAN con la
característica de una relación ríspida con las universidad públicas; y el
universitario en el mismo año 2000, con la elección de la Mtra. Dolores Cabrera
Muñoz como primer rectora de la UAQ (quien mantenía filiación priísta). De modo
que la FEUQ inicia el milenio teniendo frente un bipartidismo. En este sentido,
incluye el posicionamiento de 17 representantes estudiantiles. Este apartado
también pone de relieve el resurgimiento de las movilizaciones estudiantiles
las cuales, a partir de varias entrevistas realizadas, sacan a la luz las
presiones que tuvo la FEUQ en momentos coyunturales (sobre todo, de cara a los
problemas presupuestarios de 2002 y electoreros de 2006). Plantea la postura
que mantuvo la FEUQ con el movimiento #Yosoy132, el cual impactó de muy
diversas maneras la manera de pensar de los jóvenes mexicanos; y nos permite
conocer la postura de la FEUQ ante la desaparición forzada de los 43
estudiantes normalistas de Ayotzinapa en 2014. Al apartado finaliza con una
breve reflexión que cuestiona la existencia de una sola organización
estudiantil en medio de una institución educativa donde se supone la pluralidad
de ideas. Con gran acierto, se cuestiona la situación actual de FEUQ. Los
autores afirman que en los últimos años en la universidad se han organizado diversos
grupos distintos de la FEUQ que apoyan causas sociales y universitarias. Dicha
reflexión también considera los cambios y matices que ha habido en la relación
gobierno-federación, así como la tendencia de haber un 50% de ex-líderes
universitarios haciendo «carrera política» y otro 50% dedicados a su carrera
profesional (a excepción de dos, que llegaron a ser rectores). En torno a la
autonomía universitaria, los autores admiten que ha sido agredida pero retoman
la idea del alcance social e institucional de la defensa por la educación
pública y autónoma.
Así,
después de la lectura de las páginas de este volumen se puede comprobar un
constante diálogo con universitarios que forjaron la imagen de la FEUQ y de la
universidad, y que se ve apoyado de diversas fotografías de algunos
acontecimientos. Es por ello que durante mi lectura de la obra me venía a la
mente una pregunta, de soslayo en tono de reivindicación, por la praxis
educativa de hoy día: ¿Es acaso la obra de Simon Delgado y Gúzman Cárdenas una
obra para repensar no sólo la FEUQ sino toda la participación estudiantil en su
conjunto? Mi respuesta es que la obra en comento tiene cualidades
extraordinarias que la hacen única, porque, por un lado, tiene un pleno dominio
de las fuentes documentales a disposición actual así como de un soporte
testimonial que le confiere mayor interés; y por otro, porque no se había
presentado una investigación semejante que proporcionara la perspectiva de los
propios líderes estudiantiles ante cuestiones muy precisas. Por ello, este
libro también recupera la voz de los presidentes de la FEUQ involucrados en el
devenir sociopolítico de la UAQ. Esto no supone un silenciamiento de otras
voces igualmente relacionadas con la FEUQ, que pudieran contribuir al análisis
de la Federación estudiantil. Al final, los testimonios que se consignan en la
obra ayudan a comprender los actos y omisiones de la FEUQ en la historia de la
UAQ y el estado soberano de Querétaro.
La
descripción anterior sólo me permite recomendar amplísimamente la lectura del
libro. Sobra decir que este libro servirá no sólo para los historiadores de los
movimientos estudiantiles en América Latina, sino también, y sobre todo, para los
propios universitarios que buscan conocer más acerca de su universidad. La exposición
de esta obra puede sensibilizar la conciencia histórica de actuales
generaciones de estudiantes; y ofrecer las perspectivas de los representantes
de la Federación de Estudiantes de Querétaro frente a hechos y procesos que
protagonizaron el desarrollo y configuración de su institución universitaria. Con
su esfuerzo historiográfico, los autores dan luz de las transformaciones y
anhelos de la organización estudiantil al interior de la vida universitaria. Así
surge la posibilidad de ver el panorama general donde se accionaron las
relaciones entre representantes estudiantiles con rectores, gobernadores,
representados y también –por qué no– con la sociedad civil.
En
síntesis, Simon Delgado y Guzmán Cárdenas plantean de una manera clara y
documentada un acercamiento a detalles de la historia interna de la Universidad
Autónoma de Querétaro que no habían sido comunicados en forma divulgativa. En
ese sentido, dejan un valiosísimo precedente en la estela de las pocas
investigaciones sobre la organización de los estudiantes en México y
movimientos estudiantiles en América Latina. Tenemos, pues, un libro para no
olvidar lo importante que son los estudiantes en la legitimación crítica de la
universidad pública. Por ello, sin duda, estamos ante un libro necesario y
extraordinario que justamente debe ser leído en estos tiempos difíciles para la
educación pública superior.
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