martes, 15 de agosto de 2017

En memoria a Ramón Xirau. Palabras en su homenaje


Sencillo, sí. 
Si todo es tan sencillo, 
¿por qué la muerte?
XIRAU, El Cordero


La muerte a todos nos sorprende; a todos. Pero no tanto la filosofía y menos que la filosofía antiguamente fungiera como “preparación” para la muerte (philosophia mortis est meditatio). Pueden sorprender, como digo, todas estas cosas. Pero aquí estamos. Eso es fundamental: estamos aquí, presentes. Lo que nos reúne en este homenaje es que Ramón Xirau falleció el 26 de julio. Con buenas y bienintencionadas razones, el maestro Juan Carlos Moreno Romo, nos ha movilizado a decir algo sobre Xirau. Este acto sugiere “hacer memoria” y no diría rememorar sino conmemorar, porque, en buena medida, rememorar es una forma de repetir, de memorizar, pero conmemorar es una forma de estrechar significados. Por eso en un homenaje le abrimos la puerta al carácter temporal de la experiencia humana. Pero, ¿qué decir? ¿Cómo no abusar del olvido y no abusar de la memoria?

En nuestras condiciones, ciertamente es importante ir más allá de la pasión periodística que tuvo algo que decir de la muerte de Xirau. Lo único que me llamó la atención es que en cerca de 66 medios periodísticos escritos en español se hayan hecho eco del fallecimiento de Xirau. Probablemente en los periódicos pase desapercibido el hombre de carne y hueso, el hombre crítico que dio continuidad a la labor intelectual de García Morente, de Gaos, de García Bacca, entre otros exiliados; probablemente quede desapercibido, como digo, como un hecho común y corriente en la vida cotidiana, como un hecho que, años después, será reliquia hemerográfica. Pero dejemos ese pensamiento.

El vivísimo encuentro con un homenaje póstumo, aquí, a lo lejos de su Cataluña natal y de la Ciudad de México de su exilio, aquí en la provincia queretana, desde aquí decir también es callar. Es una forma de apreciar el acto de homenaje desde el propio horizonte de significación que reiteró el filosofar de Xirau: la palabra y el silencio. Y es así: lo “esencial” de un homenaje es a la vez decible e indecible. De lo primero quiero decir algo. De lo segundo solamente lo encaro con la pura presencia. Al reafirmar lo decible, en efecto, hay que pensar en las características del filosofar de Xirau.

Para hacer –modesta y brevemente– el ejercicio de respetuosa trituración de la filosofía de Xirau primero tendría que declarar que tuvo una filosofía. No diría que sistemática pero tampoco diría que asistemática. Los filosofemas que tomó en sus manos Xirau son variados pero nada arriados en nuestra tradición filosófica. De momento, no me inclinaría a simplificar la labor filosófica de Xirau en la construcción metafórica de que él fue un “hombre-puente”. Xirau vinculó poesía y filosofía. Cierto: por lo menos a nivel temático. Sus aproximaciones filosóficas a la poesía y sus aproximaciones poéticas a la filosofía contribuyeron, en buena medida, a ser uno de los pocos filósofos exiliados a México que moró en ese insalvable locus. No pocas veces depuró la veta literaria de su pretendida autosuficiencia dando nutrimentos de texturas filosóficas. Quizá sin proponérselo fue un filósofo multidisciplinario.


Pues bien, en aras de tomar una pausa para esbozar una “cartografía” (que también podría entenderse como radiografía o incluso como análisis anatómico) del pensamiento filosófico de Xirau, resumiré algunas “líneas de fuga”, algunos puntos de vista de su filosofía, algunas actitudes de su filosofar. Así que les resumo:

1)    Su filosofía integra lecturas, sentimientos, vivencias y cuestiones fundamentales. Decía: “un filósofo no es –no debe ser– un ente abstracto, sino una persona viva que integra en sí, y por lo tanto en su filosofía, cuanto lee, siente, vive” (1999: 69). Por ello los temas de su interés son diversísimos.

2)    Su filosofía no es existencialista, ni marxista, ni neopositivista, ni historicista, ni raciovitalista, ni personalista, en sentido estricto. Sin embargo, advirtámoslo, Xirau dialogó con todas las corrientes de pensamiento de su época (piénsese por ejemplo que en 1968 –año de debacle social– Xirau criticaba la postura del estructuralismo).

3)    El pensamiento de Xirau convergen la razón y su convicción por la religiosidad humana y lo sagrado. Xirau no pelea fe y razón. Pero cabe aclarar que intenta racionalizar el planteamiento de lo sagrado a partir del lenguaje. No es irracionalista.

4)    Desde su talante católico lleva a la fe religiosa a filosofar cosas tales como el amor. Xirau era un creyente. En este sentido, piensa uno de los grandes temas que inquietó a su padre Joaquim Xirau en aquel famoso libro Amor y Mundo.

5)    La relación de Xirau con la poesía y el ejercicio poético fue de entendimiento y acometimiento. Un libro, por lo demás, que explora y madura este vínculo entre poesía y conocimiento es su obra de 1993 Poesía y conocimiento (después reeditada y revisada en 2002).

6)    En el marco de una sola literatura hispánica –como advirtió José Emilio Pacheco– Xirau relacionó la poesía mexicana con la que se hace en España y el resto de Iberoamérica.

7)    Su labor editorial en la revista Diálogos no tiene parangón en el México de su tiempo en la medida que introdujo a nuevos autores totalmente desconocidos.

8)    Xirau da continuidad al proyecto historiográfico inaugurado en México por Emeterio Valverde Téllez (1864-1948) en el sentido, muy general, de ofrecer una historia de la filosofía. (Sin embargo, no podemos decir que la introducción a la historia de la filosofía que realiza Xirau sea terminante y solvente: es una introducción.)

9)    En el plano político, la filosofía de Xirau no exacerba posturas secesionistas (por ser catalán) ni despolitizadas del todo. Como se sabe, fue un catalán mexicano.

Tales son algunas directrices de su pensamiento. ¿Qué hacen evidente? En resumidas cuentas, que filosofía, literatura y religión constituyeron a Xirau. La idea de tiempo, palabra, presencia y silencio también existe de punta a punta en su filosofar. Son ideas puntales de su filosofía. No entraré a detallar cada punto. Me preocupa contemplar cada árbol y no ver el paisaje en su conjunto.

Lo que sí quiero sostener es que, efectivamente, por su actitud de aprensión hacia problemas filosóficos, y por los campos de saber que intentó vincular –poesía, filosofía– lo hacen un filósofo que fue más allá del tímido atisbo de sus pasiones intelectuales, y en su lugar tendió hilos con voluntad tendente a un diálogo dialéctico más que retórico. Como filósofo, me parece, se esforzó en dialogar, en dialogar con tradiciones, con poetas, con teólogos, con literatos. Su fiel seguimiento al comentario lo pone en una fiel andanza casi medieval. El cuño de su forma de dialogar no queda (emic) en las anécdotas de sus buenos amigos, no, también queda evidenciada en su expresión en su estilo ensayístico. Claridad e interpelación, curiosamente, caracterizan sus ensayos. Su obra argumenta, aventura tesis, pero se cuida de no caer en logomaquias. Él escribe para sí y para los demás. Gracias a la aparición de la Obras completas de Xirau en 2013 vistas en cinco copiosísimos volúmenes nadie duda si en verdad Xirau buscó filosofar. El problema vital de su filosofía no es reductible al talante taciturno o introvertido de su personalidad. Lo cual no es decir que su filosofía sea de suyo de signo intimista o “misticoide” (por así decir).

En su variadísima producción filosófica, hay entresijos en cierta medida llenos de agudeza pues, por ejemplo, Xirau nos recuerda que Descartes quiso ser poeta, que Heidegger probablemente no leyó a fondo a Platón, que da por supuesta una historia de la técnica y que le falta una referencia a la fe; que Sartre es más anarquista que marxista, que Teilhard de Chardin buscó divinizar las actividades humanas en medio de una época convulsa, que al primer Wittgenstein lo que de verdad le interesaba era el mundo de “lo místico”, que la ética de Wittgenstein evoca un poco a Kant (por la sujeción de la voluntad); que Simone Weil pensaba a Platón como el padre de la mística occidental, que Simone Weil no parece aceptar la tradición romana –tesis que sorprendería a Remi Brague–, que la actitud mística de Zambrano no tiene nada de nihilista, que la mística requiere de expresiones paradójicas para trascender la doxa, que la poesía no sirve para comunicar arquetipos sino para purificar (casi, digamos, al estilo médico de la catarsis), que la crisis del mundo moderno ha consistido en querer divinizar al hombre, etcétera.

¿Tesis aventuradas? De ningún modo, Xirau las justifica y aborda con pluma templada a muy diversos filósofos y poetas. Y según ha defendido Héctor Zagal en un artículo de 2010 que lleva por título “Poesía, paradoja, presencia. Las nostalgias de Xirau”, la filosofía de Xirau es una apuesta por el ser humano moderno, por rescatarlo de su fragmentación. Xirau no se dedica a historiar el pensamiento sin más, sino que lo hace para adentrarse con esa historia en la tensión de contrariedades modernas; es un filósofo, pues, que busca resarcir la resignación del “hombre dislocado” (por aludir a una expresión de Nicolás Grimaldi).

Pero Xirau abordó los problemas o “misterios” (pues él distinguía unos de otros) desde una fe determinada. Su fe no era protestante sino cristiana. Quizá la mejor manera de entender (etic) su “obra” sea reconociendo el sistema de supuestos desde donde parte. Ese reconocimiento no arruina la visión de conjunto de su filosofía. Héctor Zagal, a quien citábamos antes, incluso dice: “la filosofía de Ramón Xirau sólo puede leerse cabalmente desde su fe” (2010: 33). Propiamente, su fe es importante pero no creo que deba figurar como una especie de decodificador general de su pensamiento. Como en Descartes, en Xirau se abre la polémica de si es o no un “filósofo católico”. Pero ¿es pertinente decirlo justo ahora en su homenaje? En su prólogo a Poesía Iberoamericana Contemporánea, José María Espinasa comenta que eso no es importante. Pero en todo caso, cabe decir que Xirau en sus momentos teológicos, su fe subraya el sabor místico del sentido de la presencia. Porque al esclarecer filosóficamente la idea de ser y estar –si no me equivoco–, veía en la “presencia” la veta para acercarse a Dios y lo sagrado. Sin ningún tipo de fundamentalismo, así lo dice Xirau:

[...] nuestro tiempo, el de la vida verdadera es el de la presencia. Tiempo continuadamente nuestro, en nuestra estancia con el mundo, la presencia es constantemente un ahora, atento al mundo, atento a los demás, atento al Otro, a los dioses, a la divinidad (1999: 118).

Claramente, para Xirau la idea posmoderna de “ausencia de sentido” como referente del mundo no va con su pensamiento. Con lo que digo no se trata de ver a Ramón Xirau como un antimoderno. No, sino que Xirau muestra un sentido de la presencia. Y Xirau cree en los poetas que muestran esto. Xirau por ello lee con cuidado a Maragall, a Machado, a San Juan de la Cruz, y desde luego a otros. Lo que sí sería sospechoso sería pensar que la idea de presencia de Xirau se “ofrece” ad hoc para un contexto nihilista que, resultante de una especie de “crédito filosófico” nietzscheano, no tiene “garantizado” el sentido del mundo y de la presencia. En cualquier caso, su fe conforma su filosofar. Pero su filosofía no se agota en ella.

De lo dicho cabe una observación que podría formular así: ¿en los años que corren hay algo que investigar en la obra de Ramón Xirau? No tengo duda de que lo hay. Pero a partir de lo que vi en la VII Jornada de Investigadores en Filosofía de la Red Centro-Norte que se celebró la semana pasada en esta Facultad, en esta Aula Magna, se nota que la “mayoría” de los investigadores no están interesados en realizar “historiografía de las ideas” en México y ni interesados en investigar cómo fue la integración de los filósofos exiliados en México en los años de posguerra. Esa es mi versión. Pero claro que no distan en las materias que abordó Xirau; por si acaso distan en las formas de “tratamiento”. Pero, si de nuevo pregunto: ¿por qué volver a Xirau? Aquí conviene tener muy en cuenta la opinión de Enrique Krause, de Vicente Quirarte, de Verónica Volkow, de Mariana Bernárdez, de Julio Hubard y de quienes también participaron en el documental que hace pocos años le dedicó el Canal22 a Ramón Xirau, todos ellos, en suma, convergen en este punto: Xirau fue una persona excepcional por vida y obra. Yo creo lo mismo.

Pues sí, amigos y maestros míos: el perfil de Xirau, más allá de la magnanimidad que le otorgó en acto solemne El Colegio Nacional, considero que nos ha ayudado a pensar filosóficamente. Sabemos hasta qué punto muchos reconocemos su Introducción a la historia de la filosofía (1964), quizá un clásico en la iniciación filosófica de muchos de nosotros. Para el caso, el lío del exilio se transmutó en labor educativa. Xirau abrió camino en la “difusión” de la filosofía. Y si esto es así ocurre que su papel en la historia de la filosofía en México no fue determinante de un rumbo u otro, eso queda claro a todos, pero lo cierto es que su papel en la historia de la filosofía en México fue integrante de construcción, de sus cortes, recortes y aportes. Y de la misma manera, abrió las entendederas a menudo impermeables de muchos filósofos que desconsideran la poesía como descentración de universalidad humana.

Finalmente, permítanme decir que la idea inicial que mencioné de la muerte es momento de instarla. Todos moriremos. Es difícil decir cómo. Pero ahí tenemos una “clave” de la existencia. Xirau decía que la naturaleza humana consiste en que en “su huir está su estar” (1953: 121). Es justo eso: Ramón Xirau huyó de su estar y ya podemos ver lo fugaz y lo eterno de su presencia. Esta es la situación actual. Sé que falta mucho por decir, pero en última instancia, en la medida que este nuestro homenaje se vale de la palabra como materia prima, es momento de cerrar con estas palabras suyas: “Somos palabra y estamos lejos de la palabra; somos palabra y tenemos que ir en busca de ella” (1968: 150). Y es esta búsqueda la que precisamente hemos hecho frente a la contingencia de un hombre, es la contingencia que no hemos dejado huir con este homenaje.

Seguros de que este no será el primero ni el último homenaje, desde aquí le decimos: descansa en paz, Ramón Xirau. ■


Bibliografía de Xirau en español:

A. Libros

(1947). Duración y existencia. México: UNAM.

(1953). El sentido de la presencia. México: FCE.

(1955). Tres poetas de la soledad. México: Librería Robredo.

(1959). El péndulo y la espiral. México: Universidad Veracruzana.

(1961). Poesía hispanoamericana y española. México: Imprenta Universitaria.

(1964). Introducción a la historia de la filosofía. México: UNAM.

(1968). Palabra y silencio. México: El Colegio Nacional.

(1970). Octavio Paz; el sentido de la palabra. México: Joaquín Mortiz.

(1973). Mito y poesía. México: UNAM.

(1973). Idea y querella de la Nueva España. Madrid: Alianza.

(1975). El desarrollo y la crisis en la filosofía occidental. Madrid: Alianza.

(1980). Dos poetas y lo sagrado. México: Joaquín Mortiz.

(1980). Entre ídolos y dioses. Tres ensayos sobre Hegel. México: El Colegio Nacional.

(1983). Lecturas. México: UNAM.

(1985). El tiempo vivido acerca de “estar”. México: El Colegio Nacional.

(1986). Cuatro filósofos y lo sagrado. México: Joaquín Mortiz.

(1989). Antología. México: Diana.

(1992). De mística. México: Joaquín Mortiz.

(1993). Poesía y conocimiento. México: El Colegio Nacional.

(1994). El péndulo y la espiral. México: El Colegio Nacional.

(1995). Poesía Iberoamericana Contemporánea. México: CONACULTA.

(1995). Memorial de mascarones y otros ensayos. México: El Colegio Nacional.

(1997). Genio y figura de Sor Juana Inés de la Cruz. México:

(1997). Naturalezas vivas. México: El Tucán.

(1999). Saludos y homenajes. México: El Colegio Nacional.

(1999). Ceremonia luctuosa en memoria de Octavio Paz. México: El Colegio Nacional.

(1999). Cinco filósofos y lo sagrado. Y un ensayo sobre la presencia. México: El Colegio Nacional.

(2002). Entre la poesía y el conocimiento. México: FCE.

(2007). Poesía completa. México: FCE.

(2011). Otras Españas. México: FCE.

(2012). Ciudades. México: FCE.

(2013). Erich Fromm y la naturaleza humana. México: FCE.

(2013). Obras. (5 Vol.). México: El Colegio Nacional.



B. Artículos

(1950). “Lo que no se lee en Descartes”. Revista Cubana de Filosofía. 1 (6), pp. 17-22.

(1951). “Integración y existencia concreta”. Revista Cubana de Filosofía. 2 (8), pp. 17-24.

(1991). “María Zambrano: en torno a lo divino”. Philosophica Malacitana, 4, pp. 263-269.

(1994). “De Descartes a Marx. La historia de la filosofía en la obra de José Gaos”. Revista de la Universidad de México. 49 (521), pp. 40-44.

(1994). “Memoria de Joaquín Xirau”. Revista de la Universidad de México, 49 (520), pp. 49-52.



Referencias bibliográficas:

Bernárdez, M. (2010). Ramón Xirau: Hacia el sentido de la presencia. México: CONACULTA.

Dalla Mora, R. (2015). “Aproximaciones a la obra poética de Ramón Xirau: entre filosofía y mística”. Philobiblion: Revista de literaturas hispánicas, 1, pp. 165-176.

Espinasa, J. M. (ed.) (2001). Poesía, ensayo y crítica. En la vida de Ramón Xirau. México: Ed. Ermitaño.

Valdés, M. (ed.) (2010). Celebración. 85 años de Ramón Xirau. México: UNAM.

Zagal, H. (2010). “Poesía, paradoja, presencia. Las nostalgias de Xirau”. Estudios, 8 (92), pp. 7-34.


***


Intervención del autor en el Homenaje póstumo a Ramón Xirau dentro del marco del Seminario Permanente de Estudios Cruzados sobre la Modernidad realizado en la Facultad de Filosofía de la Universidad Autónoma de Querétaro el 8 de agosto de 2017.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario