domingo, 29 de marzo de 2015

No estás

No estás

En la tarde quise escribirte,
me tuve que conformar con alguien más.
¿Con quién no me he conformado?
He querido corregirte,
pero, ¿quién soy?
Hoy no estás y todo sigue igual,
nada es extraño,
sólo no hablo tanto,
¿pero cuándo he hablado de verdad?
Ojalá que no regreses,
tuviste una oportunidad
y te digo: la has perdido.
Ojalá que no respondas,
porque no te quiero escuchar.
Ojalá que te alejes cada vez más,
porque no es suficiente que te hayas ido así.
Te hostigan muchas cosas
pero tú desesperas con tu supuesta oscuridad.
Ahí no hay oscuridad, sólo ignorancia.
Yo no te quiero,
sólo es soledad compartida.
Pero ahora que no estás
ya no puedo compartir.
Ya no quiero compartir.

M. Téllez.

viernes, 27 de marzo de 2015

Estoy lejos

Estoy lejos

Te pienso y no sé por qué quería sumergirte en mis brazos. Ha pasado el tiempo y sólo sé que para ti estoy lejos, y que no me vas a buscar. Entonces pienso que sólo hacías bajo el influjo de alguna sensación extraña, hace tiempo. Sin nada de proyección, sólo por simple reflejo. Tal vez tenías razón en dudar respecto a si lo que hacía era prudente. Lo fue para mí, porque veía algo en ti, había un reconocimiento respecto a ti. Tú decías no merecer ese reconocimiento. Tal vez tenías razón. Pero no en un sentido antes de, sino después de. La tenías solamente si comenzabas a actuar distantemente y sin buscarme. Así que hoy tienes razón. Y duele. Me duele. Es el dolor de una ausencia. Es el dolor de haber deseado profundamente algo y no conseguirlo. Es el dolor que me causa por momentos pensar tu piel. Tal vez es por ella que quería sumergirte en mis brazos. Por ella y por lo que implica. Y porque en aquel tiempo pensé que eso me haría sonreír tranquilamente, no con una curva en los labios, sino con un latir tenue y una respiración sencilla.

M. Téllez.

jueves, 26 de marzo de 2015

ROSTRO

Mujer sin rostro,
sin palabras
ni gestos,

balbuceas
al hombre
                     sin cuerpo.

Desteñido,
                    destejido,
asiente,
estúpido,
mordaz,

vulnerable
y
caballero.

No le mientas,
se masturba con tu vista insulsa,
falsa dama.

Sonríe,
filamentos de vergüenza,
hilando tortura
                             en sus manos de tabaco.

Humo insulso en sus labios,
cual palabra pronunciada,

cáncer intrépido,
4 glóbulos,
8 papilas,
36 pulmones,
           
                         cáncer verbal,
            numérico,
sustancial.

Todo tarda,

la inocencia aún no llega.
                                         
Serendipia.

Muerte tardía,
los priva.

No camines en sus pies,
camina en los tuyos,

atrofiados,
                     lágrimas melifluas,
danzantes,
sin huellas,
                 tus huellas.
Camina,
               mujer sin rostro,
halla tus ojos,
          no los suyos,
halla tu voz,
                      tu carne,
no la suya.

Falsa y triste mujer
                                    marchita.

sábado, 14 de marzo de 2015

Incendios.


Te conocí un día de invierno, con frío y hambre, pero íntegro y estoico. Mis maneras eran secas, escépticas, con miles de contradicciones, pero de una sola pieza, un optimista irreductible.

Me acerqué a ti con las mismas ansias con las que abro un libro, ávido de empaparme en sus secretos. Me enganchaste porque tenías aquello que los poetas se pasan la vida persiguiendo y que la mayoría no logran sino arañar con sus garabatos. La tuya fue una sintaxis inexplicable, misteriosa y peligrosa… por ser inextirpable. Nos refugiamos en un café y aunque el lugar era acogedor no era sino el sonido de tu risa lo que me brindaba calor.

Cuando llegó la primavera nació en mí, como aquello que florece tal cual florece, sin explicaciones, una dulzura que se manifestaba cada vez que estaba cerca de ti. ¡Quise! ¡Libre y genuinamente estar cerca de ti!

Fui más yo cuando tú estabas. Me salvaste de mí, me sacaste de mí mismo para hacerme nacer de mis entrañas. Sin desgarrarme llegué a un mundo nuevo, que siempre había estado allí pero en el cual no vivía hasta que tú me llevaste de la mano. Era el mundo de lo sagrado, que nunca es silencioso, que grita a todo pulmón por ser volteado a ver, pero yo estaba hipnotizado por el canto de “ese [mi] maldito yo”.

Toda mi razonabilidad se veía desmoronada ante una leve mueca de tristeza dibujada en tu rostro. Incendiabas mis edificios racionales con tan sólo una caricia. Me llevaste a profanar ese nuevo mundo, a corromperme, a renunciar a la razón en pos de tu sonrisa, dimití sin saberlo y no me importó cuando lo supe. Me adentré en tus terrenos desconocidos, valiente, intrépido, confiado, nada podía hacerme daño llevando puesta la armadura de la razonabilidad…qué ingenuo.


Es cuando me enfrento al peligro del gran incendio que, espoleado por la ilusión de la autosuficiencia empuño mi razón instrumental sólo para verla reducida a cenizas en mí ya despellejado brazo. ¡Quise apagar un incendio con una jeringa! Una vez más me limite a encender un cigarrillo, ya nada podía hacer, bebí de una copa que no debí y ardí con las primeras hojas del otoño, hasta apagarme consumido de nuevo en el invierno.

M.J.R.M.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Inestable

Inestable

Los sonidos me marean,
mi vista sin ayuda ya no es como antes.
Mis creencias se moldean,
se aferran, se mueven, se van y regresan:
si tuvieran vida me pedirían un descanso,
pero funciono por ellas.
¿Hacia a dónde vamos?
No te estoy preguntando,
me estoy preguntando.
Interroguémonos,
¿A dónde vamos?
No quieras ir conmigo,
¿Por qué una pregunta en plural nos hace sentir parte,
parte de un conjunto al cual no pertenecemos?
No calles,
tampoco pienses,
sé que estás sintiendo.
Y ahora estás sonriendo.
Tu estar ahí me desconcierta y
debe quedar algo sentado:
no estamos juntos.
No nos pertenecemos.
Nadie es pertenencia de otros,
solos nos encontramos.
Tu sonrisa.
Por momentos detesto las sonrisas,
tan vacías,
las hay porque vienen incluidas,
como viles accesorios.
¿Hacia a dónde irás?
No te vayas, no me dejes.
No te necesito, no te pertenezco.
Corre, sigue corriendo,
que te falte el aire,
quiero verte desvanecer,
porque entonces sabré que soy yo,
soy yo el que está huyendo.
Pero no te vayas,
que ahí no te aprecian
y tal vez yo tampoco.
No te marches, no te alejes,
mi vista ya es borrosa y
las circunstancias no distingo.
¿A dónde iremos?
Tu mirada.
Las miradas no detesto,
salvo la mía,
que ya no es como antes.
Ya no es como antes.

M. Téllez.







jueves, 5 de marzo de 2015

Estoy con él

Estoy con él

Tomo mi pulque. Una chica se besa con un hombre y me mira. Quien atiende también me mira. ¿Por qué cojones me miran? Malditas mujeres.
Pero estoy con un amigo.
Tomaré mi pulque.

M. Téllez.

Tragos grises.

Tragos grises

Miramos. Sonrisas por doquier. ¿Por qué sonríen? Es el alcohol. ¿Por qué beben? Para sonreír. Algunos. También veo fragilidad, aunque domina un sentimiento rudimentario. Veo caricias, pero son por el alcohol. La 'tecnología' no puede faltar. No sé qué ven, pero hay celulares -o lo que sean- afuera. Yo también mando un sms, ¿por qué no? A ti. Porque tú me estás acompañando. Como dice una canción: y es bueno saber que tengo a quien querer. Aunque hace mucho tiempo que no digo "te quiero". Y no sé cuándo lo haré. No me preguntes cuándo lo haré. En realidad no sé. Ya no tiene caso seguir narrando. Mira: todos beben. Por pendejos, tal vez. Pienso: mi acompañante y yo somos los únicos 'no pendejos'. ¿Por qué? Porque miramos, porque disertamos, porque nos sentimos ínfimos. Porque a pesar del ruido: sentimos el silencio.

M. Téllez.

martes, 3 de marzo de 2015

F.R.

F.R.

Alguien dijo un día:
deberías buscar a alguien
como yo lo hice,
con tal de deshacerse de mí.
¿Dónde está tu búsqueda?
Pregunto.
¿Con alguien más?
Sonrío.
Derribada en las islas,
lloriqueando por un paso veloz
que nunca debiste dar.
Ya lo insinuaba un héroe:
sin duda no me entero ya
¿y ahora dónde estás?
No me importa el lugar,
pienso en las causas,
causas de tu mover,
circunstancias de sufrimiento,
tu sufrimiento.
Porque no eres feliz.
Me hubiera gustado ver
cómo te derrumbabas
y cuando estuvieras mejor,
preguntar amablemente:
¿qué se siente?
¿qué se siente estar buscando,
no sólo el amor de un hombre,
tú sabes qué amor,
buscar y no tenerlo?
Luego haber dado un paso,
aquel paso veloz,
después poder salir a flote,
pero despreciaste mi calor
y ahora:
sola,
como siempre has estado.
Me hubiera gustado verte
para seguir preguntando:
¿qué se siente?
¿qué se siente fallar tanto?
Incluso fallar atentando,
atacando tu respirar.
Yo no fui causa de tu inconclusión,
fue tu miedo.
Si hubiera sido yo,
¿por qué fuiste tan cruel después?
Fue tu miedo.
Ya qué importa.
Fallas,
fallas incluso en eso,
¿qué se siente?

M. Téllez.