viernes, 28 de agosto de 2015

Kilómetros

Hace un momento pensé 'escribiré algo que se titule <Ten tus putos hechos>'. No lo haré, al menos no tendrá ese título el escrito, puede estar en otra publicación, como en esta.
Viajé muchos kilómetros. No recuerdo cuántos fueron la primera vez, tal vez 440 o algo así, sólo de ida. El año pasado debieron haber sido unos 350 al menos -también sólo de ida-. Y siempre me he preguntado, ¿quién viajará tanto por ti? Y me respondo: nadie lo hará. Además agrego 'sólo buscarán placer coital o de caricias contigo, nadie te va a querer apoyar en sí'. Es decir, sólo te usarán como medio, nunca como fin en sí mismo. Yo lo hice. Siento que ya no lo haría, ignoro si lo haré. 
Ahora comienzo a ver que escribes cosas bastante extrañas tratándose de tus dedos. Porque tú no tienes pluma. Leo 'súper'. Después leo que expresas representaciones mentales de tal manera que te desconozco. No hace mucho sufrías por la angustia de tu educación, hoy mueres por algo relacionado con el Iphone 6s. Patética. No sé a qué juegas, y ya no me va a importar. O eso es lo que creo. Aunque por esa razón -del ya no importarme- fue que ayer, además de estar motivado por algunos tragos, te volví a señalar lo poco -a tu juicio implícito- que siento por ti. 
Sigue buscando más colores para tus uñas, mientras se pudre tu alma. Ojalá halles más sombras e intentes darle profundidad a tus ojos para que alguien los mire por la ilusión de las pinturas, porque nadie los atenderá desnudos. Predica tantos actos románticos como tu afecto por las letras, lugares brillantes, tal vez Eduardo un día aprenda a redactar una carta y sin faltas de ortografía, a lo mejor descubre también un buen lugar que pueda atender bien sin estar ausente. Continúa creyendo en la reconciliación con la vida, a lo mejor eso te ayuda a mejorar tu salud respecto a tu estrés causado por cosas insignificantes. Sé que hay cosas no insignificantes, pero ya líneas arriba mencioné que algunas de ellas las dejas de lado por tonterías. 
Cerraré con lo que aún con el sabor de un buen espumante dilucidé hace horas. Antes de que me ocurran cosas extrañas, o no, me gustaría decir que te quiero. 

M. Téllez. 

miércoles, 26 de agosto de 2015

A MEDIA LUZ.


Sobornó la mecha del desvalido,
  y de un bocado apagó los titubeos.

Volvió para sí,
                 verdadero.


        encontró: 

luz,

sobre la mesa,

contando sus pasos, 

pensando en silencio,

                               no intentó tomarla,

en su lugar,

                           contempló,

hasta el último vaho
que gritaba a media voz:

A
      di 

ó
               s.

lunes, 24 de agosto de 2015

Lara

Digo 'un día iré a arrastras'. Me pregunté ¿a dónde? A verte. Continué mis cuestiones, ¿a qué? A verte, ¿ y para qué? No lo sé.
  Recuerdo cuando me invitaste al templo de tu Dios, yo tenía unos 18 años y tú unos 16. También recuerdo mis visitas a tu colegio, nos sentábamos en una banca del pasillo, hablábamos, te contaba mis pobres ideas de aquel tiempo y tú escuchabas atenta. Jugaba con tus cabellos, con tus brazos, tus manos y tus dedos. También te besaba. Tu boca no era pequeña, era de un tamaño razonable, tus labios eran precisos para besar mis labios. En ocasiones parecías más alta que yo, pero nuestra estatura era similar.
  Después te fuiste. Destrozaste mi corazón, no hay duda. Todavía me acuerdo que el brandy me acompañó varios días. Fue interesante, pues mi condición mejoró, no enfermaba y tenía ánimos para hacer. Estaba roto de tal manera que podía realizar y concentrarme. 
  Luego quisiste volver. Yo ya estaba en otro lugar, así que te alejaste. Qué bueno que crees en Dios, no tengo duda de que el autoengaño es un gran medicamento contra el dolor del alma. Mientras 'sanabas' tus dolores con 'amor' a un Ser desconocido, yo entendí mi condición, sin engaños, sin ilusiones que quién sabe quienes nos las han querido vender. Fui yo contra mis juicios, mis intuiciones contra hechos brutos, mi nombre contra mi simple cuerpo.
  'Un día iré a arrastras', una expresión condicionada por conceptos y significados antaños. Sigo estando del lado de los hechos brutos. Podría ser también un autoengaño: un engaño 'conmigo mismo'. 

M. Téllez.


domingo, 16 de agosto de 2015

Felicidad

Hace unos días un amigo descorchó una botella de champagne, vertió el vino espumante en dos copas, me entregó una de ellas, nos dijimos '¡salud!' y cada quien hizo el ritual propio antes de probar aquella bebida. Los momentos importantes pasan y luego no los vemos. 
Mientras cada uno disfrutaba de su bebida, le pregunté a mi amigo: 'Oye, ¿por qué creemos que la felicidad tiene que ser larga? Ni siquiera podemos soportar momentos largos de euforia, alegría, pasión o placer, sea sexual o cualquier cosa que quieras llamar placer.' Seguí argumentando mi punto, 'somos seres que no soportan lo duradero, por nuestra constitución. Así estamos hechos. Así que, ¿por qué nos engañamos deseando la felicidad? Es decir, ¿por qué nos engañamos queriendo, buscando y deseando algo que no soportaremos? Claro, esto, entendiendo la felicidad como un estado largo, perpetuo, que tiene que iniciar de tal momento y durar mucho. Lo más posible.'
Mi compañero de viajes me respondió que seguramente poca gente se detiene a pensar en eso. Como cualquier típico deseo, sólo se desea. Sugirió que la felicidad no es ese estado lleno de placer, euforia o alguna de las cosas que ya dije, sino que tal vez es otra cosa. Supongo que el ejemplo que cité, lo persuadió de alguna manera. Alguna vez leí la tesis de licenciatura del filósofo y escritor mexicano L.M. Oliveira. Las líneas de aquel texto nos orillan a preguntarnos si es racional tenerle miedo a la muerte. En esa tesis -si no rememoro mal- se menciona de ejemplo un personaje de Woody Allen que tuvo un orgasmo por tres días. Esto, como la tesis del filósofo mexicano sugiere, nadie lo desearía. Y ese ejemplo, es el que pienso que deja claro que la felicidad pensada como un estado que tiene que durar desde despertar hasta dormir, no tiene sentido. Y así piensa -la felicidad- la gente. 
Aún quedaba vino para nosotros. Concluimos que la gente está errada, como regularmente pasa cuando no nos interrogamos nuestras creencias. Deberíamos ser más sensatos y no soñar con un tiempo mejor en el sentido total de la palabra. Tal tiempo nunca ocurrirá, no podríamos soportarlo. Imaginen que desde que despiertan sonríen mucho, y siguen sonriendo cuando van al baño, cuando algún familiar fallece, cuando alguien los amenaza, cuando su pareja les rompe el corazón, cuando se caen de las escaleras y se fracturan la pierna o algún brazo, y demás casos que pueden ocurrir. 
Ignoro en qué momento nos hicieron creer que podemos tener estados perpetuos, pero esa acción es un error, por no sugerir que es un mal. Hoy tal vez sonreímos, mañana no sabemos. Y si estamos buscando un estado perpetuo, deberíamos creernos alguna cosa que no sea la felicidad. Parece que la felicidad nos hace daño. Por como nos la han estado diciendo. 

M. Téllez. 

lunes, 10 de agosto de 2015

AZAFRÁN.

Hoy soy,

               bebí azafrán de los labios amados,
                                                                         gastados.

Copa honda de valle fértil.

Hoy no soy alguien más,
hoy soy pétalo al viento,

empolvado
       
                       por la luz del sol sin sombra.

Cristal que se clava en mi pecho amargo.

Bocanada de aire tibio y
hálito polinizador.

Testigo sacro del universo marchito.