Iniciación
Soñé que cientos de pequeñas arañas bajaban de lo más alto, pero el titan levantaba la cabeza un poco, abría su enorme boca y las devoraba. Luego regresaba a su posición original. Yo no me movía, no podía. Luego comencé a sentir un dolor agudo en el estómago, quise vomitar pero sólo sentía cómo algo dentro de mis entrañas comenzaba a avanzar desde mi estómago hasta la garganta. Una telaraña salió de mí. El titan se hizo a un lado y sólo podía moverme si tiraba de la telaraña, debía asir de ella. Mi cuerpo no pesaba y era como andar a gatas en forma vertical. Llegué a un sitio en el cual lo que era horizontal estando con el titan, ahora era lo vertical. No sabía si soltarme de aquella telaraña, ya que no distinguía a qué distancia me encontraba de lo que era el suelo. No me importó al final si la caída sería dolorosa, así que solté la telaraña. Empecé a flotar. Por un segundo creí que me elevaría como esos globos de helio, pero no ocurrió así, fui descendiendo muy despacio hasta que al fin toqué el piso.
Al sentir el suelo, comenzó a pintarse el ambiente de color escarlata. Entonces vi acercarse a unos seres humanos. Los primeros llegaron a gatas, a sus espaldas les seguían unos hombres erguidos. Me dijeron que guardara silencio, que no iban a lastimarme. Ignoro quién me lo dijo, pues ninguno movió los labios y aún estaban lejos para que percibiera con tanta claridad el mensaje. Hice caso.
Si has llegado aquí es porque eres una opción a elegido - me dijeron varias voces al unísono. No te daremos respuestas, nuestra imperfección no nos permite ser precisos, pero si a caso eres elegido, tus dudas respecto a lo que ocurre habrán sido respondidas - finalizaron las voces. Me escoltaron a una cueva.
Al entrar, distinguí unos faros que iluminaban el interior de aquel lugar. Los hombres que iban a gatas treparon las paredes y observaban, los hombres erguidos formaron un círculo, dentro de aquella figura me encontraba con dos sujetos.
Los que nos encontrábamos dentro del círculo recibimos una cuchilla. Si son elegidos sabrán dónde perforarse y todo ocurrirá como debe. Adelante - señalaron las voces. No entendíamos qué ocurría, sólo sabíamos que según las indicaciones, debíamos clavarnos aquella cuchilla. Al principio experimenté náuseas y pensé en correr, después sentí un calor proveniente de mi pierna derecha. Aquel sentimiento febril me causó ansiedad y clavé la cuchilla en mi pierna. Los otros dos hombres hicieron lo propio, aunque cayeron al suelo y su sangre formaba un charco escarlata. Una piedra salió de mi herida, era pequeña, resplandecía. Sentí que me desvanecía.
Los hombres erguidos se acercaron, ignoraron los cadáveres de los dos hombres y me sujetaron para que me incorporara. Como si supieran qué pasaba por mi mente, me dijeron: has de encontrar tu piedra exterior, el mismo calor que te hizo encontrar la piedra interior, te guiará. Como si fuera parte de esa vivencia, escuché el sonido de ramas agitándose, entonces desperté.
M. Téllez.