Pocas veces me resulta difícil iniciar un escrito que no sea escolar. Claro, no quiero decir que sea siempre fácil, sólo que tengo en mente el objetivo o la finalidad que quiero exponer y eso lo hace no tan difícil. Esta vez es difícil.
No sé si iniciar diciendo lo que no quiero que pase o lo que no quiero que se interprete. Ese anhelo de dictar cláusulas ocurre a menudo cuando uno tiene deseos de que todo tenga un buen final. Se trata de un anhelo que nunca se logra.
Siempre deseé una charla directa, con una rica agua de frutas, té, café, la bebida que te guste -Coca Cola, a lo mejor- y yo -si no te molesta- quizás con un trago de oporto o ginebra. Ya no estoy tan seguro de si bebería, hace unas dos semanas alguien me dio un escenario y decidí no beber cuando el tiempo pende de un hilo que alguno de los partícipes puede cortar, sea porque no tiene importancia en ese tiempo o sólo porque el hilo se desgaste por el tiempo mismo. Tú y yo ya no hablaremos.
Quise saber qué se siente compartir tiempo de verdad con alguien. No importa si no todo fuera lujos, salidas de nuestros horizontes, momentos inagotables de pasión, de emoción, sólo pensaba en que podría respirar y andar tranquilo por un hogar sabiendo que tenía una compañera. Tú y yo no vamos a estar juntos.
La intriga por saber quién eres hoy y cómo cambiarás estaba en mi mente. Estamos constituidos de tal manera que nos interesamos por la gente. Yo tenía un interés por ti -es probable que aún lo tenga, lo que no sé es si siempre lo tendré y porqué debería tenerlo después-. Mi interés por ti y la intriga me rondaban en muchos tiempos del día y de los meses. Parece que ya no podré conocerte como deseaba.
My heart has become a cold and impassive machine, dice una canción. Decidí modificar esa máquina con tal de hacer y sentir cosas que de otra manera no hubiera sido posible. Sostengo que tú por diversos factores no atendiste mi llamado y luego se cruzó frente a ti alguien que al menos podía darte un ramo de rosas y llenarte de besos -como cualquiera puede hacerlo-. Por más que desgastara mi pluma y mi imaginación, tal vez hasta ahorros, por dar una sorpresa, yo nunca estaría a ese nivel -el simple dar-. My heart has become a cold and impassive machine. Again.
Me siento roto. Que quede asentado que tú no eres la causa de que me rompa cada vez más. Eso sería lanzar un cuchillo contra ti ya lleno de sangre, mi sangre. Me he ido rompiendo desde hace tiempo, a veces olvidaba mis vacíos, en otros momentos me cosía como y con lo que pudiera. Casi siempre con pensamientos. Llegué a pensar que contigo ya no necesitaría de tantos pensamientos, sino que podría mostrar quién soy. El problema es que ni siquiera sé quién soy, y no es una frase cualquiera. Tengo herencia genética que implica que no soy único, el carácter también se hereda, los gustos, la ciudad te moldea, los símbolos hechos para consumir nos hacen querer, la gente nos confunde, los sucesos nos empujan y ante todo esto, tenemos que decidir. Cada que damos un movimiento damos por sentado que somos alguien, como si lo supiéramos, creo que eso es decir demasiado y en el fondo es decir nada. Caminamos sólo porque estamos constituidos de tal manera que podemos hacerlo. Cómo, entonces, podría creer que contigo sería yo, si 1) tú estás en otras circunstancias y si 2) ni siquiera sé qué me hace ser Miguel. Insinuar otra cosa es hacer ignorándome o engañándote.
Adiós. Decir que nuestro tiempo ha terminado es exagerar, porque el tiempo nunca fue nuestro y no es de nadie, el tiempo siempre seguirá mirando cómo nos hacemos viejos y nos cansamos. Verá cómo nos morimos poco a poco. Pretender tenerlo no tiene sentido. Aprovecharlo y perderlo también es un sin sentido. Hacemos lo que creemos que es conveniente, lo cual no implica aprovechar el tiempo, que miremos el reloj o el calendario con angustia es porque creemos que es angustioso: borra ese sentimiento y verás que ni es aprovechar ni es desperdiciar.
Ignorancia. Quién sabe qué pasará ahora es una obviedad. Y aunque cada vez que sigo presionando letras para decirte algo me dan ganas de borrarlo todo porque quizás no tienen caso las grafías, pienso que si no hago esto, no podré hacer algo después.
No tengo qué darte ya ni creo que tú puedas hacer lo que ignoras. A lo mejor pedir palabras es pedir demasiado. Ya conozco la objeción a las palabras, que es el hacer. Pero, piensa, dado que es imposible hacer de la manera que tú buscas -y que implica un interés-, el otro medio eran las palabras, y ciertamente no es tan difícil. En una ocasión me señalaste que no hacer sólo porque el pasado modifica no tenía sentido para ti, pues hay circunstancias del presente que son distintas a ese pasado y por tanto, cabe la opción de hacer. Lo mismo te diría si me señalas que lo tuyo no es escribir. Sin mencionar que jamás pedí un poema o una novela, ni siquiera un ensayo.
Te quiero. Resuelve las dudas que tengas y sigue con tus acciones que tanta admiración causaron en mí. Ya no guardes silencio, porque si alguien conoce la sed de palabras, estoy seguro que esa condición la conozco muy bien. Ofrece palabras que de hecho sabes articular de manera precisa, no las desgastes como en aquel caso que me narraste discutiendo con alguien vía mensajes de celular. Jamás te causé en estos años disgustos como los que los demás te causarán y mi sed sólo era de grafías. Quiero reclamar que diste ese bien a otros que se irán, mientras que yo que quise esperar y quedarme y pedía ese bien, ahora me voy. Me iré sediento, lo cual no implica que con rencor.
Si es que algo queda, eso tú lo puedes averiguar con tus acciones. Si no haces, es una obviedad la conclusión.
M. Téllez.
Siento que se ha muerto un pedazo de mi historia con esto . Y no era ni será nunca mi intención .
ResponderBorrar