Mira lo que pueden hacer mis palabras. Ya desde joven lo sabía. Regularmente hay quienes no tienen cuidado en lo que escriben, otros son muy cautelosos, unos más usan adjetivos de sobra y sólo causan vergüenza. Los más, ni siquiera atienden las grafías.
Siéntate a mi lado, toma mi pecho como soporte si quieres y observemos cómo colapsan astros con las palabras. Una carta puede ser como un agujero negro, devorando hasta el último resquicio de una estrella. Es maravilloso. No se trata de justicia. Ni siquiera de justicia poética. Es maravilloso, nos rebasa y lo sabemos.
Otra carta puede ser como aquel té que levanta cualquier ánimo. Suave, caliente al tacto, nos excita y nos reanima. Queremos más. Pero ya no habrá otro igual. Así también es esa carta: ya nunca habrá otra igual. Y somos necios al querer igualar el éxtasis producido: siempre fracasaremos. Aunque levante cualquier ánimo, el ánimo también varía. A veces basta con el aroma del té, a veces con su dulzor. Así también las palabras: a veces basta con la sinceridad, a veces con algo cursi. A veces con las mentiras.
Caminemos y escuchemos nuestras pisadas. Me detengo frente a ti y pongo mi mano en tu pecho, noto sorpresa y pena. Sólo quiero sentir los latidos de tu corazón, ya que mirando tu blusa no los veo. Son suaves, los siento aunque mi mano tiembla un poco. También estoy nervioso. También ocurre así con una nota, nos sorprende, nos puede sonrojar, late el corazón y nos cubrimos más el pecho para que nadie note semejante movimiento latente. Quien dejó la nota también sintió: quizás alguna letra mal hecha o algún rayón, fueron los nervios o la indecisión.
Imagina mi muerte. No lo tomas en serio y lo entiendo. Aunque realmente deseo que lo hagas. Nunca pasará. Lo mismo ocurre con un escrito final: te digo que es el último y no me crees. Aunque realmente deseo que lo hagas. Uno cree que el final es ni siquiera ya mencionar. Erramos. Incluso luego de una muerte estamos recordando, pero el final ya pasó. Hubo final. También hay final en mis palabras, pero tú crees que no es así. Sin embargo, si menciono, sólo estoy recordando, pero el final ya pasó. Hubo final. No lo tomas en serio y lo entiendo.
Ya desde joven lo sabía.
M. Téllez.
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