Nos llueven tragedias y tambaleamos. Sin embargo, algunos ríen, toman a la broma como escudo, aunque para algunos ya no es un mero ornamento, sino que forma parte del mecanismo que se activa para actuar: como un instinto. Se transmitirá de generación en generación y ya no habrá algo que hacer: si es el caso que se debía hacer algo.
Es diferente con las injusticias: las bromas se cuestionan, se pide "respeto", hay "peleas" en plataformas creyendo que escribir en la nube implica un debate que resuelva hechos sociales considerados injustos. Sería aburrido leer todo lo que dice cada persona que se enfrasca en esas cuestiones, porque es muy probable que todo lo que digan se reduzca a unas cuantas ideas: la importancia de ser empático, lo importante de exigir una sociedad más justa -lo que eso quiera decir- y que la corrupción, así como algunos comportamientos antaños -el machismo, por ejemplo- deben ser intolerables.
La nube se vuelve un terreno tan prostituido que se nos olvida que ya está tan trillado, y que haríamos bien en andar con cautela. Se presume de ser "inteligentes" -lo que sea que signifique "ser inteligente"- a la hora de "opinar" o "juzgar" algún fenómeno social, pero un video de una persona no preparada obtendrá mayor publicidad: en donde sólo expondrá sus intuiciones -por tanto, creencias no bien formadas ni meditadas-. Es probable que ese "ser inteligente" pueda implicar "ser cauteloso con la información", no dejarse llevar por las apariencias, cotejar información, etc. Pero al hacerse viral el video de aquellos legos en asuntos en donde demuestran justo el sentido de predicar el ser "lego", no parece que se sostenga la idea de querer personas "inteligentes". Todo es un cagadero, y ese es el bonito error de la democracia y la igualdad: todas las voces cuentan. No olvidemos que somos partidarios de la democracia porque implica la participación de muchos, no tanto porque se trate de eligir correctamente.
Empiezan a ya no gustarnos los principios defendidos. Sin embargo, ¿cuántos llegan a estas alturas del razonamiento? ¿Cuántos más van a querer seguir? No es arriesgado insinuar que quienes se arrastran son mayoría y son quienes opinan. Pero no se ha resuelto nada. ¿Será, entonces, que más o menos crean que si se atrevieran a llegar más lejos las cosas podrían ser distintas?
M. Téllez.
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