El debate acerca de la dignidad humana es uno -de entre tantos- de lo más interesantes en la filosofía moral. Hemos dado por hecho -explícitamente o no- que poseemos algo que llamamos 'dignidad'. Sin embargo, ¿qué queremos decir con 'dignidad'?
Las discusiones respecto a la DH toman como punto de partida la noción kantiana de dignidad. De manera muy breve, lo que nos dice Kant es que al ser autónomos -y lo que implica esta idea en Kant- es lo que nos hace dignos. Dignidad es un valor intercambiable y que no tiene precio. Desde este punto, ya hay discusiones. Para darle mayor apertura a esta postura kantiana, digamos que también los seres heterónomos son dignos. Es decir, aquellos que tengan humanidad -capacidad de darse fines a sí mismos (sin importar qué clase de fines).
He dejado muchos matices de lado, aunque realmente la discusión gira en torno a la idea de autonomía y razón práctica. Esta definición de DH es excluyente: porque no da cuenta de los bebés, enfermos mentales parcial y permanentemente e incluso, de personas en estado vegetativo. Los kantianos han hecho esfuerzos para incluir a esas personas en la definición de dignidad humana. En el caso de los bebés, dicen que están en proceso de adquirir autonomía o tener razón práctica. En los otros casos, no dan una respuesta convincente -si a caso el argumento respecto a los bebés es convincente-.
Hoy día, Waldron entró a la discusión y fundó la dignidad humana como un principio fundacional: somos dignos. Es decir, este principio funciona como axioma para luego erigir otros principios o postular normas -o deberes-. Somos dignos y se acabó, podríamos decir. Esto tal vez no les guste a los filósofos -especialmente a los que creen en la dignidad como si tuviera realidad o existencia en los hechos morales (si a caso creen que existen los hechos morales {que sabemos -o discuten- que son distintos de los hechos físicos}).
La respuesta de Waldron es interesante porque no es excluyente: todos somos dignos y es todo. Claro, él hace una defensa y explica más su postura; aunque la idea es básicamente esa.
Escribo estas líneas porque lo que quiero exponer es que no necesitamos apelar a la dignidad para defender los derechos humanos o daños tales como la humillación.
Se dice que tenemos dignidad porque se cree que la vida tiene algo de especial o de valiosa que la hace digna. Al atacar eso especial, es cuando hablamos de alguien indigno o de humillación. Así que el argumento -hay que llamarlo beta- lo podemos escribir así: a) Si es el caso que tenemos dignidad, entonces b) hay alguna razón -al menos una- para decirlo. Esa razón, insisto, es que nuestra vida o es especial -que posee algo especial y por ello es especial- o tiene algo que la hace valiosa.
Tomando en cuenta el argumento beta, b es un supuesto que a la luz de una reflexión seria, no tiene cabida. No hay algo de la vida humana que la haga especial ni valiosa. Y si es el caso que decimos que hay algo que es valioso o especial, ese parámetro excluye y, por lo tanto, no tiene caso que lo usemos para defender el argumento beta -quien que sea razonable no acepta un parámetro excluyente-.
Ahora bien, al negar b del argumento beta, negamos a. Así que no tenemos dignidad. La sentencia que acabo de decir -no tenemos dignidad-, no implica una carga negativa, sólo expresa que esa idea que llamamos 'dignidad', ha estado fundada en un supuesto ilusorio. En mucho tiempo ha quedado claro que el ser humano se ha dado un lugar especial en el mundo por creer que es valioso o especial. Esto es creer demasiado. Si hacemos una reflexión seria, debemos entender que ni somos valiosos ni especiales en alguna manera objetiva o universal -entendiendo universal a lo Kant o a lo Sto. Tomás-. En todo caso somos valiosos o especiales para otras personas o para que nuestra especie siga sobreviviendo. Esa razón no dice mucho, pues incluso los animales valoran a los de su especie -experimentos para corroborar esto hay de sobra-.
Mencioné que la dignidad humana se utiliza para defender los derechos humanos. Una objeción que podría hacerse a la tesis de la nula dignidad -lo que he defendido- es que si negamos la dignidad, entonces los DH se ven en peligro. Esto es conjeturar de manera apresurada. Podemos fundar derechos humanos sin acudir a la dignidad. Usualmente los derechos humanos son pensados como una esfera mínima que tenemos que poseer para vivir una vida que merezca la pena ser vivida. Partiendo de esta definición, no hay razones para hablar de dignidad humana. Sólo hay una esfera mínima de necesidades que deben respetarse, y nuestros derechos humanos siguen intactos.
Hemos estado hablando de una especie de valor que creemos tener y que, como ya vimos, ha sido sólo una ilusión causada por ignorar nuestra condición natural. Todos somos débiles y en ese caso, debemos tener una esfera mínima que debe ser protegida -que son los derechos humanos-; esto no implica que debamos apelar a la dignidad humana. Por lo tanto, incluso cuando la gente de manera vaga habla de dignidad, sólo apela a una especie de condición, aunque esta condición está fundada en la vanidad o en daños que creemos que no nos deben hacer. En todo caso los daños que no nos deben hacer son aquellos que dañen nuestra esfera mínima.
M. Téllez.