Hoy prefiero una pregunta que un beso.
Últimamente, una pregunta que invite a sopesar las creencias arraigadas o intuitivas es lo que más me gusta recibir de ti. No voy a negar el gusto de un beso tuyo.
Con una pregunta, sé que vas a querer una respuesta. También sé que si es de las que invitan a pensar de verdad, no sabré qué responderte: podrías esperar por la solución y entonces tendré tu atención y tu interés. Sabemos que con un beso, ambos vamos a disfrutar del roce de labios, de los procesos químicos que se lleven a cabo en nuestros cuerpos y seguramente ese deseo y placer en acto sean irreemplazables. Sin embargo, no voy a tener tu atención ni tu interés: el beso no es suficiente.
Con una pregunta sé que alguna idea ronda en tus pensamientos, y que si es para mí, sólo para mí, entonces yo puedo ser salvador y guía para conducir tu idea a buen camino. No hay duda que ser salvador y guía son poderes que a lo mejor deban estar en posesión de una buena voluntad: pero seguro sabes que no hay algo que temer conmigo: te quiero y me sería más fácil confesarte mis malas intenciones; si te seducen, entonces qué valiosa es la sinceridad. El beso podría ser prolongado y aún así desconocería tus razones conmigo: sea placer o algún sueño, se trata de un asunto contingente.
Si me besas, seguro me vas a confundir, me va a gustar y querré más. También sabré qué se siente darle un beso a la mujer que me gusta: esto pensando en ti, el beso con otra joven quién sabe cómo sea: y no estoy pensado en ese tipo de besos, sino uno tuyo. Estas líneas aparecen mientras pienso en el beso reciente: cerca de una columna de la Catedral -la que sí es la Catedral, recuerda que yo confundo todas las que había en esos rumbos-, a las 9:15pm, cuando a pesar de los sonidos de la multitud reunida, el silencio se hizo por segundos. Miré cómo cerrabas los ojos y cómo esos labios rojos se acercaron lentamente a mí, enseguida supe lo que es un beso de la mujer que quieres: con los ojos cerrados, guiado por ti y por esta maquinaria, ocurrió lo que deseaba. No voy a negar el gusto de un beso tuyo.
Cuando me haces preguntas, sé que los asuntos y sus implicaciones te importan. Queda claro que desconoces una respuesta, y aún si fuese el caso que conocieras o tuvieras más o menos alguna, si me preguntas, entonces deseas otro punto de vista: quizá hasta estés en disposición de ser persuadida: y yo no podría negarme a intentarlo. Con tus dudas, estoy seguro que una parte de tu memoria tendrá influencia mía. Cuando escuches "Miguel", recordarás sucesos, escenarios, preguntas, y más cosas que sólo podrían ser resueltas o de las cuales sólo tengan sentido si acudes a mí.
Hoy prefiero que lances tus preguntas: quizá de respuesta te pueda dar un beso.
M. Téllez.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario