Te seguí al menos un par de veces: en la última persecución, al perderte de vista, decidí darme por vencido. Caminé diciéndole a un Dios que me quedaba claro su rechazo, y que si acaso aún podría tener una oportunidad -aunque a lo mejor la oportunidad es para Él-, tendría que encontrarte. Te vi.
Noté sorpresa en tu rostro cuando te hablé: no quiero ni imaginar cómo fue mi reacción al escuchar tu voz y comprender que te iba a conocer. Alguna cosa se me ocurrió para poder hilar una plática más o menos interesante: por fortuna, no me dejaste a mi suerte, también pusiste de tu parte para seguir construyendo más palabras.
Mi discurso siempre fue -y es- lineal, racional, lógico. En ese entramado, mientras te revelaba algunas creencias básicas de mí, también tú mostraste algunos cimientos tuyos: noté que eres más perceptiva que yo, que a pesar de que esos asuntos me parecen contingentes, tú podías hilarlos de manera que no tuviera huecos lo que decías: me persuadías. No pretendo hacer una apología de tu visión, seguramente si sopeso más las cosas y me pongo el saco de la imparcialidad, te pondré en problemas, aunque sea para molestar.
Regularmente cuando una persona me dice algo durante más de 3 minutos, me desespero y aunque aparentemente escucho, comienzo a recordar las últimas páginas que leí: es un ejercicio. Me parece que tú rosaste ese tiempo en varias ocasiones, pero te escuchaba: tenía bastante sentido lo que me contabas, e incluso me dejaste en claro que también siento. Para cualquier humano promedio lo anterior es una tontada: obviamente sentimos. Sin embargo, para aquellos iniciados, es sabido que eso del sentir no se toma en cuenta a lo largo del día: es más un ornamento inútil con el que -contra nuestra voluntad- ya venimos. Entendí que ese ornamento no es tan inútil como creo. Tú construiste ideas, atacando algunas cosas que te conté, a partir de ese supuesto del sentir: y fueron críticas interesantes. No había sostenido una plática así con supuestos de ese tipo. Claro, ya antes me solían decir que 'sentir' es importante, pero no decían más: seguro que hay diarreas más sólidas que ese tipo de argumentación.
Me siento incapaz de agregar algo más sustancial al tema. Sólo puedo contar que fue bonito perseguirte y lograr hablar. No pretendo implicar nada, porque es evidente que sé muy poco y que tus supuestos me son extraños: no puedo inducir algo más o menos concreto. Hoy tengo impresas las imágenes de tu mirada y de tu sonrisa, ambas me hacen pensar en la idea de la inocencia, en el sentido abstracto que seguramente muchos compartimos. Quién sabe si yerro, como fuere, esas dos imágenes siguen rondando mi mente.
M. Téllez.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario