sábado, 24 de septiembre de 2016

Espejos

Nunca había visto tantos espejos en una habitación. Las ferias que acostumbraban a tener esa casa de espejos como atracción no cuenta: hablo de una habitación, sencilla. 
 Tampoco había experimentado semejantes placeres en un mismo lugar. No creo que sea la edad lo que me hace creer que esto es increíble de manera objetiva -y que al final sea sólo una ilusión-, mi estado epistémico me ha mostrado que soy capaz de deprimir a adultos mayores, hacer pensar a niños y dejar con inquietudes a mis contemporáneos; así que mi edad y mis creencias -aceptando que el autoengaño esta vez no aparece en mí- no son motivos para decir que exagero.
 Tantos espejos te hacen no ignorarte, y de reojo te das cuenta lo patético que puedes llegar a ser: ya sabía de la importancia de mirarse realmente a un espejo, pero tener incluso uno sobre la cabeza te muestra más comportamientos que ignoras.
 La experiencia de aquella tarde ha pasado por algunos estadios: primero el 'shock', luego el placer de 'revivirlo', y ahora me ocurre el saber que todo pudo ser mejor: y lo quiero hacer de nuevo.
 Yo no era el único en el cuarto de espejos, y tampoco presté atención sólo a mi andar: de hecho en muchos momentos miré a mi acompañante, a mi pareja de espejos. 
 Sin mi pareja no habría estados ni placeres, tampoco ganas de querer repetirlo. 
 Aunque puede ser que mis sentidos me engañen, vi cómo dos cuerpos se funden. También observé cómo mis caricias se sumergían en la piel de mi pareja: quizá una brisa de vértigo me sorprendió: la perfección de la belleza.
 Ahora pienso que la edad y el estado epistémico no son factores importantes en una habitación de espejos, quizá haya algo más que realmente influya en la percepción y el goce de esos placeres. Todavía no sé qué rasgo sea ese, pero sé que la existencia de ese carácter puede ayudar a que resuelva esta ecuación del qué hace que 'x' se vuelva un acto irremediablemente placentero y virtuoso. Acudiendo de nuevo a un recinto similar, o sólo con idealizar el lugar pero estando con mi pareja de espejos, puedo hallar ese rasgo. 

M. Téllez.

De ataques

Siempre me ha gustado recibir insultos, ofensas o alguna especie de ataque de esos que hace la gente que termina siendo dominada por sus impulsos y que -es evidente- no han alcanzado la mayoría de edad. No soy masoquista ni algo así: ya sé que el dolor es parte de la vida, pero lo que dice la gente cuando quiere señalar -con alguna ofensa- que los dañaste y remarcar con marcatextos rojo alguna falla tuya que les hirió de alguna manera: me causa gracia y me gusta.
 ¿Qué tanto somos -o fuimos- importantes en su percepción -que de por sí ya está dañada y cargada de cosas jodidas de las cuales estamos exentos- que jugamos un factor relevante para que se les nuble el juicio y ocupen reclamar como saben? 
 Rememoro sentir la sangre hirviendo y ser como esas personas: cuando tenía 16 ó 18 años, tal vez. Hoy, aunque no soy viejo, sé que las energías no se gastan en asuntos de ese tipo: hay que entender que algunas personas son ejemplo de cómo no debemos ser. 
 Ahora bien, del hecho que cause risa y gusto recibir insultos, no se sigue que sea incólume: caigo ante aquellos que son capaces de hablar como si todo estuviera bien y no logran admitir su falibilidad. Pienso en esos necios a los que Sócrates interrogaba. No admitir la ignorancia -y realmente todo ese tema- parece una trivialidad pero no lo es. Pienso que un asunto semejante es el no aceptar la falibilidad: creer que podemos inferir cualquier tipo de cosas , que nuestra carrera es la piedra filosofal, que un gusto es el motor de la vida -en sentido objetivo- y que lo que siento es tan importante: más importante que escuchar razones y argumentos lógicos. Todos los rasgos que mencioné son contingentes: una inferencia depende de probabilidad; la carrera es un asunto trivial; los gustos son de por sí variables; y las emociones/pasiones ni siquiera son susceptibles de valor veritativo. 
 Es muy graciosa esa gente -incluso su intención sea 'justa' o de 'buena voluntad'- que habla siempre desde algo tan poco interesante como lo son los sentimientos o emociones: su lenguaje queda reducido a lo que los animales también hacen. Con esto no indico que seamos superiores a los animales, sólo señalo que si aceptamos una diferencia entre animales humanos y animales, cuando sólo estamos sintiendo y así dirigimos todo nuestro discurso, somos animales con un acervo de lenguaje quizá poco amplio frente al de los animales: nos olvidamos de las razones y que las pasiones nos hacen ser estúpidos en distintas ocasiones: especialmente cuando se trata de disgustos. 
 Mientras tanto, mi duda -ya luego de superar el gusto por las miradas que sólo me indican lo cruel que alguien la ha pasado (lo cual también me llega a divertir)- se desvía -quizá no tanto, pero no contaré ahora las conexiones pertinentes- y plantea: ¿acaso no hay estudios ridículos? ¿Acaso no algunos 'profesionistas' confunden un estudio con caridad? ¿Por qué no mejor se van a ayudar como su corazón -porque al final la teoría vale madre para algunos- les dice y dejan en paz recintos que realmente sí pretenden buscar respuestas e investigaciones interesantes? Este lloriqueo se vuelve más académico y pedante, como suelen ser las cosas. Pero la duda queda: ¿desde cuando medio saber una teoría, escuchar y medio orientar se volvió una cosa digna de ser estudiada? La religión también cura ciertos tipos de males -como ayuda a la autoestima y distintos miedos se sabe que funciona-, y un sacerdote no dice menos mentiras que pupilos de pseudociencias, donde la pseudociencia no es problema: sino sus pupilos que creen saberse los curanderos del alma. 

M. Téllez.

martes, 13 de septiembre de 2016

Matrimonio igualitario

Hoy envié un escrito al blog de "Jóvenes Construyendo". Podrán leer el famoso problema de la indeterminación en el Derecho. Sin embargo, ahora que revisé poco el TL de mi FB, me percaté que desde hace un par de semanas todos andan lloriqueando con el pseudoproblema -a mi juicio (aunque seguramente también al juicio de los que se digan liberales, libertarios o alguna familia de éstas)- del matrimonio igualitario (MI), y pensé que debí haber escrito de ese asunto. Pero, lo bueno de contar con otros espacios para escribir, es que no hay excusa para no hablar de aquello que ya no pudiste en otro sitio. A continuación haré una exposición de los argumentos que he visto salen a la luz en torno al MI, presentaré varias críticas y terminaré explicando porqué digo que es un pseudoproblema.
 Argumento teológico: el MI es incorrecto -moralmente, parece- porque Dios no ordenó así las cosas. Esta idea es quizá la que ha causado que el MI se vuelva discutible. Explico ahora algunos conceptos de la formulación que hice. 
 Cuando digo 'moralmente, parece', lo que quiero señalar es que detrás de apelar a algún Dios, implícitamente parece que 'x' cosa es incorrecta moralmente -o correcta moralmente-: como si de Dios -es decir, de sus mandatos (el decálogo)- se dujeran principios morales. Lo anterior es discutible: ya hoy día se sabe que si matamos a Dios, la moral no en está riesgo: hay estudios de primatología que rastrean la moral desde nuestros antepasados -por ejemplo: Frans De Waal-, o incluso pensar en las buenas razones es algo que se puede lograr para obtener un principio moral, y es un enfoque filosófico bastante atractivo y empleado. Por tanto, no sólo de Dios -a menos que se demuestre su existencia y su conexión con nosotros- se extraen principios morales. 
 Hecha la aclaración, ahora pasaré a las críticas a ese argumento. La primera se sigue de lo que acabo de decir: puede ser el caso que 'x' cosa sea incorrecta porque 'x' Dios lo ordena -según la creencia de 'y'-, de ahí no se sigue que sea obligación para todos -como quienes no creen en 'x' Dios- acatar la prohibición. Así las cosas, el MI no está prohíbido sólo porque 'x' creencia -la que implica a un Dios y sus mandatos- de un grupo de personas lo crea: que muchas personas crean que 'x' es correcto o incorreco, de hecho no la hace correcta o incorrecta.
 La segunda crítica parte de un punto de vista político-jurídico: que el MI sea aceptado o no públicamente, depende de hechos sociales dentro de un ámbito político. Dado que vivimos en una democracia y nuestro sistema jurídico toma en cuenta la característica de ser laico, entonces las ideas religiosas no deben influir en las decisiones. Si es el caso que se acepta la prohibición del MI por el argumento teológico, entonces las ideas religiosas influyen en las decisiones: por tanto, no vivimos en una democracia y el sistema jurídico no toma en cuenta el ser laico. 
 La tercera crítica también parte de un punto de vista político y jurídico: si es el caso que somos liberales, y por tanto defendemos las libertades individuales, entonces el MI no tendría porqué estar prohíbido. Esta formulación da por hecho un par de cosas: acepta el principio liberal que todo mundo conoce: cualquier persona puede hacer lo que quiera mientras no dañe a otros. Dado que el MI parte del consentimiento entre dos personas y no se daña a nadie: entonces no hay buenas razones para prohibirlo. La otra cosa que da por hecho es que una decisión como la de decidir contraer matrimonio forma parte de nuestros derechos: así que nos obliguen o trafiquen con nosotros a cambio de 'x' cosas, está prohíbido sea la circunstancia que sea.
 Seguramente hay otro tipo de argumentos en contra de la tesis teológica, pero me parece que los mencionados son los más intuitivos y más razonables.  Doy un ejemplo de un argumento no razonable ni intuitivo: algunos toman como punto de ataque lo que se le llega a agregar a la tesis teológica: que sea aceptado el MI, dado que no es natural, nos llevaría a nuestra extinción. Hay quienes hacen una especie de razonamiento por analogía y dicen cosas como: hay terremotos, hambrunas, guerras, y no hemos estado en peligro de extinción, ¿creen realmente que el MI es un peligro para nuestra especie? No es un argumento -o no son argumentos razonables- razonable porque ambas posturas no toman en serio el problema -si es que es un problema- del MI: 1) estamos lejos de estar en peligro de extinción -salvo por el deterioro del planeta o por algún hecho natural catastrófico- y 2) se da por hecho que seguir teniendo hijos es cuasi obligatorio -cuando parece que no existen buenas razones morales para tener hijos-. 
 Así las cosas, ahora expongo porqué la discusión del MI es un pseudoproblema. Parece que es bastante aceptada la idea, y además es muy intuitiva, que podemos hacer lo que queramos mientras no dañemos a otros. Todos los demás supuestos que duden acerca de la verdad de ese principio liberal -que se lo debemos a Stuart Mill-, pueden tener algo de verdad contingente: pero eso es compatible con que otras acciones sigan intactas, y una de esas -al menos eso sostengo- es el MI. 
 Con supuestos que dudan del principio liberal pienso en el caso típico de las drogas: ¿qué pasa cuando una droga es realmente dañina -no como la marihuana- con una persona? ¿Debemos dejar que se quede sin cerebro 'x' persona sólo porque así quiere terminar, probando esa droga? Sin embargo, el MI no presenta problemas así: los ataques respecto a la psicología de niños adoptados por parejas de MI son contingentes y débiles, además que suponen una sociedad que no tolera ni es razonable -lo cual quién sabe quién puede defender una sociedad así y, peor, decirse intolerante e irrazonable-. Por tanto, discutir el MI es no tener claro lo que un problema serio sí representa, y es estar discutiendo al mismo nivel de si los chilaquiles son mejores que la pizza. 

M. Téllez.


miércoles, 7 de septiembre de 2016

Dormir es opcional

Y no consigo disimular que soy un astronauta en un mundo anormal... 
 En efecto, tratar de ocultar lo que uno es realmente, no es tan sencillo: si los demás no se dan cuenta es porque no nos están escuchando, observando, poniendo atención o siendo cuidadosos al tratarnos. Yo no he dormido desde hace un mes, lo normal. Siempre veo que estas personas hablan de querer dormir mucho, en ocasiones me pregunto por los motivos que deben tener: pero a priori se sabe que ninguno es interesante. Descansaremos cuando estemos muertos.
 En mi caso es muy fácil ganarme enemigos: tanta fuerza, exigencia, prisa, minuciosidad, precisión, calma, burla, velocidad, suelen impresionar y ser del agrado de muchos: pero cuando esas categorías los hacen darse cuenta que no es lo mismo alabar que intentar formar parte del show, entonces -supongo- se sienten abrumados y soy un mamón a su juicio. Todavía quieren dormir.
 Si el mundo no se ha dado cuenta de nuestro talento -para los que hacemos, sea en el área que sea-, es quizá porque este mundo no tiene nada para nosotros. Entiendo por mundo las generaciones que debieran prestar atención a lo que ocurre a su alrededor: pero hoy día te puedo comprar con música banda, cerveza barata, un antro repitiendo el mismo beat, mujeres mostrando esos pechos que tanto te encantan, hombres bailándote y dándote de beber: ahí está tu felicidad. Debes dormir.
 Mientras tanto, filósofos, filósofas, pedagogas, historiadores, sociólogos, matemáticos, físicos, biólogos, juristas, aún creen en alguna verdad -aunque digan que no-. Quisieran no dormir.
 Dormir debería ser opcional: si estamos hechos a semejanza de Dios, le preguntaría por qué mierda tiene que descansar si es Dios: no mames, cabrón - le diría. Y siguiendo con ese diálogo, finalizaría con algo como: seguro puedes dormir por toda la eternidad: ahí está tu omnipotencia. 
 No tenemos horario para trabajar nosotros los soldados y astronautas: siempre podemos hacerlo. A lo mejor en la posición original -o en algún otro tipo de contrato social- se acordó dormir: principios que rijan la estructura básica del ser humano. Quizá soy más libertario de lo que creí.

M. Téllez.

martes, 6 de septiembre de 2016

Amigos entrañables.

Hace poco me encontraba platicando con un buen amigo, uno de esos amigos entrañables de los que muy a menudo, sólo se tiene uno. Me decía que él nunca ha entendido bien a que se dedican los que estudian filosofía y letras. Yo me disponía a explicar por enésima vez que la carrera se llama 'Filosofía', que se imparte en la Facultad de Filosofía y Letras y que no son lo mismo.

Sin embargo, no me dejó iniciar pues comenzó a escupir una serie de resentimientos y de calificativos peyorativos contra los filósofos, obviamente incluyéndome a mi, su entrañable amigo. En medio de toda la sarta de adjetivos "ñeros" dirigidos a los de esa facultad, comencé a distinguir bien a lo que se refería (yo también soy "ñero" por eso es que lo entiendo).

Se refería a que muchas veces las cosas que hacemos los filósofos son herméticas, cosas que escriben los filósofos mamones cuyo público son otros filósofos mamones. Me hacía reclamos porque él consideraba que la tónica de la Universidad era de investigación y de difusión. He de reconocer que muchas veces tuve la impresión de que la facultad está más inmersa en la primera que en la segunda.

También me reclamaba que los que estudiamos en esa facultad somos unos ególatras con máscaras de humildad, que creemos que lo sabemos todo y que además creemos que no hay una diferencia sustancial entre un contador, un administrador y un pedagogo. A lo que yo repliqué con tono irónico: –¡Ah! eso es porque no hay ninguna– intentando irritarlo y convencerlo de lo poco sensatos que eran sus reclamos. Él, en tono un tanto desafiante y como queriendo probar su punto me dijo: –tu que ya acabaste tu carrera y estas escribiendo tu tesis, ¿puedes explicarme qué es la filosofía? En ese momento, cambié de perspectiva, pensé que mi amigo se sentía cada vez más lejano a mí, me consideraba un mamón y un "sabelotodo", con su pregunta, en realidad lo que intentaba era acercarse de nuevo a su viejo amigo, aquél al que solía conocer.

Yo intenté decirle que la respuesta que me pedía no era nada sencilla, que había muchas escuelas dentro de la Filosofía que tenían perspectivas diversas sobre lo que es la Filosofía. A lo que él muy molesto y algo frustrado contestó – ¡¿Ves!? siempre es lo mismo con ustedes mucho blah blah blah, mucha palabrería y nada conciso.–

En fin creo que al final sus reclamos hacia mí son acertados hasta cierto punto.
Me estaba exigiendo claridad, ¿claridad para todo público, o para público informado? Lo que sí creo es que hace falta difusión sobre lo que hace la Filosofía. (incluso para los mismos profesionales de la Filosofía).
Creo que muchos de mis colegas estarán de acuerdo en que se requiere poco más que únicamente un 'Así habló Zaratustra' bajo el brazo y una cabellera despeinada para hablar de filosofía.

M.J.R.M.

lunes, 5 de septiembre de 2016

Piel

Tú y tu vestido me están matando, te dije. 
 No recuerdo que alguien me haya capturado de esta manera. Mis manos, y distintas partes de mi cuerpo, te extrañan a su manera: cada vez pienso que soy una estructura y que cada parte es independiente: suma el deseo de cada una de ellas, es lo que te deseo.
 No pude evitar mirar de reojo lo que tu vestido me dejaba ver. También te lo dije. Me declaro culpable: despiertas pasiones que ya no recordaba que existían. 
 Sé que has sido testigo de algunos instintos. 
 Tu piel me muestra diversos caminos que yo deseo recorrer. Pero, también sé que tu piel es el camino. Como si se tratara del mar, iría mar adentro; no salir de la prisión del deseo estando contigo.
 Ahora mismo sé que ya no puedo fingir más con las palabras: te diría todo lo que has estado provocando con ayuda de determinadas partes de mi anatomía, con los respectivos signos de puntuación y demás símbolos para hacer referencia a la exaltación de la cual tú eres causa. Te declararía también culpable: y yo no me haría responsable. 

M. Téllez.


Subsumir

Nos ha pasado que distintas experiencias son subsumidas por otras. Por ejemplo, rememoro cuando me extrajeron esa famosa muela del juicio: cerca de 45 minutos con ese sonido típico que a la mayoría aterra en el dentista; y es que en mi caso, se debía fracturar parte del diente, de otra manera, era imposible la empresa. La anestesia y mi calma -a base de actitud estoica- me ayudaron a tolerar aquellos efectos que deja la visita al dentista, sin embargo, luego de unos 15 minutos de esa cirugía, el dolor, el mareo, el sabor a sangre me recordaron de qué estoy hecho. Al salir del consultorio, me vi frente a un perro, lo acaricié, todo normal. Sin embargo, en unos segundos, soltó una mordida que me hizo olvidar el dolor y la sangre: los colmillos de ese animal encendieron de nuevo mis sentidos. Las experiencias son subsumidas por otras.
  Aquellas fueron experiencias desastrosas. Pero el ambiente de hoy es distinto: no hay muelas ni perros. 
 Recorría el perímetro del Estadio Universitario: quedé de ver a una hermosa mujer. Más o menos llovía, más o menos dolían mis piernas por caminar deprisa. No quise ver la hora para no sumar desesperación a esos dolorcillos. A pesar de ello, sin ver la hora, desesperé. ¿Es que tanto la quiero para recorrer esta distancia caminando a prisa? Me pregunté. No mames, ni tienes condición, deja tu lloriqueo - me respondí. Me di risa: tanto la quiero.
 Unas escaleras y yo nos íbamos a enfrentar, pero la batalla no se dio: vi a la hermosa mujer de la que hace unas líneas arriba hice mención. Olvidé el dolor y la desesperación, en menos de 10 segundos estabilicé mi respirar: ya no me di risa. Te quiero tanto.
  Las experiencias son subsumidas por otras. 
 Ahora me pregunto si esto cuenta como experiencia: somos tan imperfectos que estamos acostumbrados a las apariencias y a lo trivial, lo poco interesante. Ella implicaba/implica verdad. Si se trata de una apariencia lo que digo, es probable que yo sea la causa: mi imperfección me ciega, y sólo alcanzo -más o menos- a ser afectado por una breve brisa de belleza que forma parte del conjunto de lo que Ella es realmente. La quiero tanto.
 Subsumes experiencias.

M. Téllez.

domingo, 4 de septiembre de 2016

Amor

Veo mis fuerzas flotar en el aire, y hace unas horas me di cuenta que -sin notarlo- ya no son las mismas de antes: ahora son más fuertes. También me percaté de que te quiero con esas fuerzas renovadas, que jamás había sentido fluir de tal manera: pero en la abstracción todo es más claro y real. 
 Me he dado cuenta que si por descuido pienso en ti en un lapso mayor o igual a 3 segundos, ya no hay vuelta atrás: no paro de imaginar, y las impresiones son tan vívidas que creo sentir. 
 No sólo sueño contigo, al despertar ocupo verte. 
 Pienso en las palabras aisladas, juego con ellas creyendo que existe una armonía tal que puede empatar con mis sentimientos y pensamientos sobre ti: hago el ridículo creyendo que en algún momento lograré lanzarte toda esta brisa violenta de amor que tú me haces sentir. 
 Me he ido quedando sin repertorio musical: ya no encuentro cuántas canciones más pueda dedicarte. Los poemas se han salvado de mi atraco, no porque no quisiera narrarte alguno, sino porque la simetría que veo en ellos la siento ajena: seguramente terminaré también saqueando los estantes en busca de algo para ti.
 Te quiero: te quiero tanto que cuando escribo imagino que tu piel es una hoja en blanco y la tinta que utilizo tiene que ser tan verdadera que no maltrate tu belleza. Te quiero más. Te quiero un poco más cada vez que puedo mirar tus ojos. Me encanta lo que ocurre y lo que no: porque es una oportunidad para planear e ilusionarme contigo. Tus besos y caricias son tan reales que estoy seguro que me dictan muchas Verdades. 
 Si en mis manos estuviera alejarnos del mundo para amarnos como se nos ocurra, no estaría escribiendo en ningún lugar que no fuera sólo para ti.

M. Téllez.