domingo, 23 de octubre de 2016

Metro

Ella tenía el cabello castaño, muy fino y largo. Su piel, blanca y amarilla a la vez, estaba rematada por un tatuaje oblongo. Sus ojos eran grandes y rasgados, exagerados con una gruesa línea negra sobre los párpados.

Una amplia boca entreabierta. Flaca, chaparra. Seguía viéndose pequeña a pesar de las botas de plataforma. La nariz espantosa, prominente.

La deseé cuando la vi dormida. Parecía una niña o una estúpida, un tanto de ambas cosas, como todo mundo cuando va cabeceando en el metro. Me gustaron sus orejas pequeñas, con un piercing en el lóbulo.

Cuando se levantó pude ver sus piernas delgadas como hilachos. Se fue, bonita y encorvada, mientras en el otro carril un tipo bailaba tap más allá de la línea amarilla.

Valencia

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