Hay muchos jóvenes universitarios que creen que el objeto que estudian –gracias a la carrera que hayan elegido- es la piedra filosofal de lo que conocen -y eso que conocen, suponen es lo más importante-. Seré más detallado con lo que acabo de enunciar, y luego criticaré esa actitud, que aunque es muy trivial y tal vez no merezca tanta atención ni tinta derramada, quizá no sea un asunto tan inútil como parece.
Hablo del conjunto conformado por ‘jóvenes universitarios’ por lo siguiente: son quienes ya estudian y abarcan un espectro de determinados problemas que surgen del objeto de estudio de su carrera. No excluyo necesariamente a jóvenes de bachillerato, ya que pueden estar interesados en algunos problemas ya desde su bachillerato, sin embargo, por comodidad, hablar de un universitario implica hablar de la carrera ‘x’, o las carreras ‘x’ y ‘z’. También imaginemos que el universitario ‘a’ está seguro de su carrera: igual por comodidad a lo que diré líneas abajo.
Creer que ‘x’ carrera es la piedra filosofal implica una actitud pedante. Aunque hay que señalar que también puede implicar un impulso positivo para que el universitario se esfuerce más en su área. Lo que voy a criticar es la actitud pedante: cualquiera puede tener las creencias que quiera con tal de ser productivo en su área.
Creer que ‘x’ es la piedra filosofal por lo que estudio resulta pedante a causa de: 1) creer que hay carreras inferiores, 2) creer que determinada carrera ayuda a comprender ciertos fenómenos en comparación a otras que no ayudan e 3) incluso creer que ‘x’ da más dinero que otra –lo cual supone una atención primordial en el dinero-.
No voy a hablar del asunto del dinero planteado en 3). Respecto a 1), parece que es una consecuencia posible de tomarse en serio 2): sin embargo, es claro que ninguna rama de lo que podamos llamar ‘conocimiento’ puede abarcar todo fenómeno posible, así que tomarse en serio 2) implica no tomarse en serio más o menos –siendo sensatos- todo lo que nos rodea y que intentamos comprender –llamaré a esto la idea del ‘mayor conocimiento posible’.
Lo anterior es la razón que considero más razonable para no ser pedante: la idea del ‘mayor conocimiento posible’. Ahora bien, parece que una intuición –más interesante, tal vez- es que la creencia de que ‘x’ es piedra filosofal en comparación con ‘z’ es porque ‘x’ resuelve mayores casos y ocupa un razonamiento más abstracto y complejo: distinto de ‘z’, que puede estar influido por cuestiones contingentes y que no es capaz de resolver asuntos ex ante: como pueden ser la psicología, sociología, etc. Llamemos a esto ‘diferencia conceptual’. Situados en la diferencia conceptual, si nos preguntan algo como: ¿no estás de acuerdo que es mejor algo que te ayuda a resolver más casos, que se trata de razonamientos precisos, coherentes y complejos, en relación con un estudio que “a lo mejor” te da una respuesta –una de tantas que hay en ese estudio-, que trata con objetos contingentes y que puedes intuir proposiciones poco precisas y no coherentes en lo que dicen sus exponentes? Podríamos responder afirmativamente: estamos a favor de estudios que nos ayuden con precisión, coherencia, etc. Ya en este punto, ahora imaginemos que alguien que trabaja con estudios contingentes –como los psicólogos, por ejemplo- atiende a su piedra filosofal y es pedante: ignora la diferencia conceptual, además de que va contra lo que acabamos de afirmar: que es mejor cierto tipo de estudios que otros.
Con lo expuesto no quiero decir que estoy a favor de cierto mirar por debajo de los hombros por trabajar con cuestiones abstractas que con asuntos contingentes: de hecho me interesa más señalar que si la cuestión de la pedantería es de por sí una muestra de ignorancia del mayor conocimiento posible, la pedantería parece ser más ridícula cuando alguien de determinadas áreas –como de estudios contingentes- se pone el traje de la pedantería: no se da cuenta de las fallas que tiene su estudio.
Así las cosas, hay una diferencia ya no sólo conceptual, sino también epistemológica: qué tantos casos o situaciones podamos conocer –y darles respuestas a los interrogantes que nos planteen tales casos- puede depender de la contingencia del estudio: así que un psicólogo que crea que su estudio –por poner un ejemplo- ayuda a entender a los humanos, está errando y no comprende que debería decir: puedo ‘conocer’ un humano en este caso. Lo anterior es distinto de cuando un lógico dice algo como: tales y tales proposiciones son susceptibles de valor veritativo –atiende a todo un conjunto de proposiciones, sin importar contingencias en el mundo-.
Finalmente, me gustaría señalar una intuición que seguro es extendida: todos estamos capacitados para estudiar en una o más áreas, pero es obvio que no podremos cubrir un espectro tan enorme de lo que podamos llamar conocimiento. Creer que nuestra carrera es una piedra filosofal sólo porque es algo con lo que podemos vivir a diario, es ignorar tanto: y esa ignorancia sólo es consecuencia de creer en cuentos tan ridículos como creer que algo es mejor que otra cosa –hasta podríamos hablar del racismo o clasismo en áreas-.
M. Téllez.
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