sábado, 28 de febrero de 2015

Al señor terapeuta

No sé si me puedas ayudar. Ves a unas cinco, diez o quince personas a la vez, todas chillando por su pasado, su presente o su carencia de futuro.

Yo soy alguien más que no encuentra su lugar en el mundo, que siente que algo es sus raíces está torcido. A la vez, creo que todo me lo invento, que he leído demasiado. Porque una cosa es tener recuerdos desgraciados y otra es que realmente hayan sucedido. ¿Es así?
Me pregunto si sabrás ayudarme. Poco importa la técnica que utilices, eso es sólo una escalera hacia lo profundo de mi mente. Lo que importa es lo que encuentres ahí: ¿será algo viscoso, putrefacto o simplemente hallarás el vacío? Tal vez ni siquiera sirve tu escalera y sólo encontremos un muro infranqueable entre lo que soy, lo que creo ser y lo que tú ves en mí.
¿Podrás ayudarme a tirar del hilo que desenredará todo? ¿Serás capaz de llegar al cabo de la madeja por mí y ayudarme a tirar de ella como si fuera un espagueti enorme, tanto que daría diez veces la vuelta al mundo? Espero que sí. Porque la línea que traza lo real y lo irreal es también una mera categoría práctica y estoy aquí, asumiéndolo todo como viviente en mí. También aquí estoy mintiendo, obviamente distingo lo real, no me he tomado una taza de cianuro sólo para comprobar. 
A lo que me refiero, aproximadamente, es que estoy dando rodeos circulares, como en torno del sombrero de mago que oculta algo. Presiento que hay algo debajo, un conejo medio vivo que jadea sin cesar. Un montón de piedras o un puñado de palabras feas. Tiendo a pensar que no será así, pero cabe la posibilidad de que debajo del sombrero no haya nada, como ya dije. Quizá yo lo puse deliberadamente ahí sólo porque me gusta dar de vueltas en vez de ir en línea recta. Quizá es más divertido.

No importa. Quiero que me esculques y palpes la consistencia de mi cerebro, que golpetees la carnosidad de mi corazón. Decididamente, ha llegado el momento de quitarle su secreto al mago.

Valencia.

viernes, 27 de febrero de 2015

Para I

Me da risa cómo suenan tus zapatos cuando me llamas mientras caminas por la calle. Tac tac tac tac. Ritmo acompasado, parece que deseas que el mundo lleve el mismo ritmo que tus pisadas de charol.

Hace unos días hablábamos de tomar una posición en la vida. Que cualquier cosa humana invariablemente es absurda, que todo conlleva contradicción y lo único que nos salva de ella es la muerte.
Claro que la muerte puede ser accidental procurada. Tenemos ambas veinti pocos. Es poco probable que muramos pronto por causas naturales. Enuestro caso, la muerte salvadora del desgarro de lo viviente tendría que ser del segundo tipo. Eso conlleva un coraje excepcional. Una auténtica toma de decisión. Me da risa (más que el ruido de tus tacones tac tac tac) que las personas dejen escapar un ¡cobarde! enombre del suicida. Quizá es cobarde por el escape pero tiene más agallas que nadie por la decisión. Hay quienes no pueden decidir entre un chocolate y un helado.
Entonces, hablábamos del suicidio. Para una de las dos (tendemos a tomar posiciones arbitrariamente opuestas enuestras conversaciones, no sé si en serio o por la diversión de rebatirnos) era realmente una opción; no importa si esa persona era L o I, podría ser cualquiera. La una le decía a la otra que lo humano es contradicción pero también más que eso. Es una complementariedad, que en cierta (retorcida) forma, el asceta y el hombre de ciencia son una escalera y un paraje hacia la misma cosa.
Que aquello que se presenta como absolutamente azaroso en realidad está puesto en un sentido y que eso no está mal. Que para existir debemos transformar lo carente de dirección en algo dirigido.
Mas la otra poco escuchaba. Estaba vacía de sentimiento a fuerza de embotarse de ello. Está acostumbrada a vagar por las cosas apenas rozándolas. Involucrarse no le parece que tenga sentido, es de niñatos. 

Sea como fuere la conversación, la hemos repetido de muchas formas. Siempre hay una que cree que quedará loca y la otra le recuerda lo exagerada que es y que eso no pasará jamás. Aunque, los más de los casos, ambas nos contagiamos el miedo a perdernos a nosotras mismas.
El punto es que cuando pienso en abandonarme me causa cierta angustia. Aunque más me entristece pensar en el abandono de alguien a quien quiero. Que desearas poner fin a tus incoherencias y, de paso, me dejaras unas cuantas más a mí. Suena egoísta, pero no puedo tener experiencia de ti más que a través de mí misma.
La órbita de la Tierra se mantendría, el nivel de los mares sería igual. El mundo financiero permanecería y los obreros saldrían todas las mañanas a trabajar. Mas dentro de mí algo se quebraría, con seguridad. Una corriente detendría su curso y, aunque el mundo no lo notase, mi experiencia de él se movería radicalmente. En ese sentido, este mundo no sería el mismo. 

Valencia.

Permanecer

Quiero permanecer en este mundo. 
A pesar de la fina capa de polvo,
del olor intoxicante de lo real.
De la mierda y las altas aspiraciones.
En el mundo de lo abstruso y lo sublime, de lo simple y lo abyecto.
En la inherente contradicción de lo que es ser humano.
De lo simple por perfecto y lo perfecto por ser simple, que se vuelve complicado en relación con los demás.
A pesar de mi esfuerzo de vivir sofocado por mis deseos de morir. Morir es la salvación a la contradicción. 
Pero quiero estar en el mundo. Panorama de luz y sombra, tinieblas intermedias entre lo que soy y lo que eres tú. Pero quiero permanecer, por que sólo aquí estás tú.

Valencia.

jueves, 26 de febrero de 2015

23:34

¡Contemplad el esplendor de la montaña!
Belleza arraigada en laureles de placer,
nalgas rebosantes,
                                   néctar divino,
        catastrófico.

Otro sentir

Otro sentir

Ya no quiero sentir sólo por mirar tu piel. Tampoco sólo por tocarte. Mucho menos por las ideas que puedas provocarme por pensarte sólo como un cuerpo o como alguien que me desea y que deseo. No niego la fuerza que tienen esos placeres, que luego parecen uno mismo, en mí; sólo digo que ya no quiero sentir sólo por eso. Quiero pensarte de otra manera. Que no excluye las anteriores maneras. Matizo que no quiero decir que estaré pensando del todo cuando estés ya frente a mí, cuando te esté acariciando, cuando todo mi cuerpo esculpa tu cuerpo y viceversa. Ocurrirá lo que estoy imaginando ya, estará ya en mí. Aquellos tus esbozos de verdades universales estarán ya en mí como parte de algo tuyo, tus virtudes tan duramente practicadas también lo estarán, mis convencimientos racionales causados por ti ahí estarán también. Las mañanas, las tardes y noches en las que dedicabas horas para descubrir razonamientos, que de las cuales no tengo conocimiento pero sí las sé, formarán parte de aquel conjunto. Tus creencias reformadas, tus caminatas por querer alcanzar alguna certeza, esos cansancios que seguro están detrás de las situaciones que ya he mencionado, las ilusiones y las derrotas exteriores e internas, todo esto formará parte de ese conjunto tuyo que estará en mí. Lo anterior te conforma, y eso que te conforma es un capricho que quisiera tener, que quisiera sentir hasta que mi noción y mis condiciones físicas puedan; porque después querré más. Mi capricho se verá resuelto cuando te tenga, cuando nos tengamos, será un "sí", que si bien no se va mi vida en él, sí influye para mi capricho, sí influye para que ahora yo tenga una certeza además de sensaciones maximizadas, certeza de seguridad, de aceptación, de conclusión. Tu conformación y tu noción me aceptan, me esculpirás con todo lo que quieras. Pero hago incapié que me importa ahora la conformación que describí y no tanto -sí tanto, también- el placer resultado de tu cuerpo y tus atributos medianamente observables, medianamente porque los tienes pero también ejerzo influencia para que me influyan. Con cada suspiro tuyo que pueda apreciar, entenderé que mi capricho es realizado, pero no olvides que aunque no lo esté, ya tengo en mente el cómo te pienso.
 
M. Téllez.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Desvanecerse

Desvanecerse
 
Palabras exactas,
 
acompañadas con gestos,
 
cubiertas con tonos
 
que no sé cuándo volverán.
 
Te desvanecías
 
por momentos,
 
contemplé y pensé:
 
esta es nuestra fragilidad,
 
no podemos borrarla.
 
M. Téllez.
 


No me busques

No me busques

Ya no me busques.

Lo que pude dar

ya lo entregué.

Ya no me busques,

porque estoy seguro:

no sabes qué buscas.

Tienes Su amor,

así que

ya no me busques.

No me intentes encontrar.

Si sólo quieres saber,

ahí hay canciones, cartas, poemas,

no tienes porqué intentar.

Abandónate a Él y

déjame ya,

seguro no hay comparación

entre mi finitud y la de Él.

Quizás haya cosas que decir,

pero,

siempre se puede decir más.

Sin embargo hay que pensar:

¿habrá importancia en hablar?

M. Téllez.

jueves, 19 de febrero de 2015

DÍAS

14

Exaltado,
el último gemido,
tronó la sobra,

brazo del querer,
                                 dislocado.

17

Mar,
hilos de fuego,
penetran,
el pozo,
              vacío.
Sequía ocasionada,
por el ungüento de tus vellos,
ausentes.

Fetal desierto.

21

Tierra,
huesos pulverizados,
mundos implorados,
extenuados.

27

Sangre,
nudo que atraganta,
despojo de voluntad,
aire,
verdad.

31

Cielo,
hierofanía hiriente,
silenciosa,
palpitante.

domingo, 15 de febrero de 2015

Jalisciense

Jalisciense

Esculpida por las olas,

eso leí.

Y sólo me basta mirarte,

mirarte ahí, suave, a solas,

eso me basta

sólo para confirmar,

porque realmente no basta,

este deseo es perspicaz,

no es suficiente mirar,

¿qué será suficiente?

Y antes de responder;

imagino.

Que mis manos sean tus olas,

y no sé si baste,

¿qué será suficiente?

Pero no sé responder,

sigo pensando en mis manos.

¿Qué tienen de especial?

¿Qué pueden aportar?

Entonces aventuro:

con ellas puedo amar.

Y no sé si baste,

es lo que leí.

Bella escultura:

permite que yo sea mis manos,

una causa más de tu suavidad.

Permite amarte,

fin del convertirme en tus olas.

M. Téllez.

domingo, 8 de febrero de 2015

¿Inclusión o exclusión? respuesta a Miguel Téllez.

Primero quiero decir que esta pregunta me la había hecho de una manera liviana, pues nunca me había preocupado tanto por la definición de música, esto porque dentro del círculo en el cual se practica la música se deja muchas veces de lado el aspecto teórico y conceptual para entrar en lo práctico sin más, sin estar en el momento de abstracción para desarrollar una definición satisfactoria para poder trabajar con ella.
Por lo que respecta a mi experiencia con dicho concepto y discusión es que en las clases que he llevado de música se da una definición bastante técnica, con la cual resulta difícil ‘profundizar’, además de que no se presta tanta atención a esto. Sin embargo considero necesario contar lo que sucedió en una clase al momento que se estaba dando esta definición (que mi amigo Miguel ya ha dado), y es que yo tenía una definición de música (al inicio de mis estudios musicales) bastante técnica pero que incorporaba una parte más subjetiva y es que yo entendía por música: “El arte de combinar los sonidos en el tiempo y en el espacio de manera bella”. Pero sucedió que al dar esta definición en clase el profesor me hizo una observación y me dijo; “no necesariamente bello”. Aunque parezca una observación algo simple, realmente tuvo consecuencias en lo que estaba percibiendo como música. Pues yo había pensado la música como el conjunto de sonidos que es bello, que suena bien, que tiene cierta armonía (no en el lenguaje técnico musical), lo que no suena feo. Entonces con esta definición resultaba fácil clasificar lo que era música y lo que no era: música es lo que me gusta y suena bien para mí, lo que no suena bien simplemente no es música. Pero al recibir esta observación de que no necesariamente es bella, cambia la percepción y la manera en la que podemos decir qué es música y qué no lo es. Esto como un primer momento en el cual el concepto de música (inocente, realmente) que tenía fue cambiando.
Posteriormente en la escuela trabajamos con un libro que daba una definición de música, igualmente técnica, pero que aceptaba la participación de elementos subjetivos, esta es:
“La música es el arte de combinar los sonidos; sus únicos materiales son los sonidos y los silencios. Mediante ella, el hombre expresa sentimientos y estados de ánimo, por lo cual se le considera subjetiva, es decir, no se puede ver ni tocar, pero sí sentir e interpretar a través de la escritura musical.
La música carece de significado preciso. Una misma obra produce entre varios individuos los sentimientos más opuestos y crea estados de ánimo muy diferentes. La música puede ser de diversos tipos, pero siempre deleita a quien la escucha.”1
Vemos que esta definición aunque conserva ese lado técnico, acepta los elementos subjetivos que participan al momento de escuchar o interpretar la música. Pero vemos (y esto lo quiero dejar claro para la discusión que se está trabajando) que a pesar de esos elementos subjetivos, se necesita de ‘una interpretación a través de la escritura musical’, es decir que se necesita de una teoría musical para poder interpretar esos sonidos que son, y se clasifican, como música.
Ahora pasemos a considerar, no sólo las definiciones técnicas, sino la música como una acción, para que veamos hasta qué punto se refleja la práctica con la teoría. Primero aceptamos que la música necesita de elementos para ser posible; estos elementos son físicos y teóricos, primero se necesita de un lugar propicio por el cual puedan viajar las ondas que se producen en algún cuerpo por las vibraciones que son ejercidas en los mismos, ya sea por golpes, frotamiento, etc., en segundo lugar se necesita de cuerpos (instrumentos musicales) donde se produzcan esas ondas físicas. Bien, con estos dos elementos es con lo que se ha hecho música, son las herramientas físicas de las cuales se han valido los músicos. Al parecer en esto no hay problema, aceptamos que se requiere de instrumentos para producir esas ondas, es decir, para producir sonidos que puedan viajar por el espacio físico y así proyectarse hacia nosotros en forma de ondas. Pero ahora consideraremos otros elementos y estos son los elementos teóricos que son aplicados a los instrumentos ya mencionados. Y es aquí donde la discusión toma parte, pues cabe preguntarnos ¿qué tan necesaria es la teoría para hacer música? Y ¿los sonidos necesitan de teoría para ser considerados música? Esta discusión tiene grandes difcultades, pero ahora solo nos centraremos en la discusión entre R.A. y la música.
Quisiera comenzar este parte del texto haciendo una breve exposición de algunas piezas o estilos de música que se han presentado en la historia. Primero expondré un caso muy famoso y obvio, este es el del compositor Vivaldi, ¿porqué mi interés en este compositor?Porque en sus obras se aprecia una característica muy especial y que incluso él mismo, en la anotaciones que hacia a las partituras deja en claro, sus piezas (algunas) buscan imitar la naturaleza, imitar los sonidos que hay en ella, el ejemplo es obvio, sus obras más famosas ‘Las cuatro estaciones’ tienen ese objetivo, que por medio de los sonidos se pueda hacer presente la sensación del invierno, del frío, de la caída de la nieve, al igual que de la primavera, con el calor, el canto de las aves, etc.
Aquí dejo un claro ejemplo de esto, que es una pieza llamada ‘Il Gardellino’ [ignoro si Vivaldi le puso ese nombre] donde vemos cómo es que se esta imitando el canto de un ave. https://www.youtube.com/watch?v=vYrvOQiCx4I . Ahora pasemos a un ejemplo igualmente famoso, este es el de el compositor Camille Saint-Saëns, quien en muchas de sus obras igualmente intenta representar situaciones, objetos, animales, etc, que pueden ser expresadas por medio de sonidos, su obra más representativa de esto es el ‘Carnaval de los animales’, donde claramente va mostrando en cada una de las piezas que componen esta gran obra a distintos animales, comparto la pieza llamada ‘El elefante’, donde intenta representar a estos animales con el uso de elementos adecuados para hacerlo. https://www.youtube.com/watch?v=ug8hCAyBaqg .
Ahora pasamos a lo que es llamado ‘música programática’, este estilo de música intenta representar historias, cuentos, situaciones muy específicas por medio de la música, pero no es el intento de ‘ponerle música a la historia’ que se esta tratando, sino que por medio de la música se cuenta la historia misma, el argumento, el desenlace, los personajes se encuentran en la misma música. Se cuenta lo historia con sonidos, no con palabras. Como ejemplo de esto se encuentra la obra Scherezade del compositor Rimsky-Korsakov, en esta obra se cuenta la historia de Sindbad el Marino, historia que se encuentra en el libro ‘Las mil y una noches’. El objetivo de esta obra es que en la música se este contando la historia que Scherezade, personaje del libro, cuenta. Se pasa el papel de la narración a la orquesta, a los sonidos que se logran con ella. https://www.youtube.com/watch?v=SQNymNaTr-Y . Para trabajos como estos, son necesarios muchos elementos musicales que se han tratado técnicamente y se han desarrollado en distintas obras y por distintos compositores, no es un elemento nuevo en la música académica.
Con la exposición de estas obras quiero mostrar que la música académica hace y ha hecho el uso de recursos que están más allá de lo que es una teoría musical estricta, esto sin contar los innumerables ejemplos y situaciones que podemos encontrar en la demás música. Pero esta vez me concentro en la música académica porque parece ser que es desde ella donde se juzga lo que es música o no, o al menos eso intenta. Pero retomemos la discusión y los definiciones ya dadas. Vemos que la música al estar en práctica cumple con su definición técnica, sin embargo, y al parecer es algo inevitable, siempre carga un elemento subjetivo (esto no es nada nuevo, pero sí es importante para la discusión), este elemento subjetivo es lo que muchas veces orilla a dejar la teoría musical aún lado y centrarse más en lo que se intenta expresar subjetivamente. Como lo dije más arriba, hay elementos que se han trabajado técnica y teóricamente en la música para poder crear elementos un tanto “alejados” de la teoría. Pero después de esto me surge la pregunta ¿es necesaria la teoría para poder expresar, por medio de los sonidos, alguna carga subjetiva? La respuesta que doy a esto, es que no, no se necesita de teoría musical alguna para poder expresar por medio de sonidos alguna carga subjetiva que queramos proyectar. Así que si unimos esto a la definición de música que dimos arriba, se sigue que la música, además de “ser el arte de combinar los sonidos […]  también expresa lo que subjetivamente se quiere decir, más allá de poseer una teoría que pueda ‘respaldar’ esa forma de proyectarlo.” Parece que con esta definición se cae en la conclusión de que la música es cualquier sonido, cualquier ruido que pueda ser producido, pero esto no es lo que quiero decir, sino que tengo un límite para no caer en el problema de que todo sonido es música, y es esto: que todo sonido exprese algo, que quiera decir algo, no que simplemente se perciba el sonido, más bien que el sonido contenga algún sentido de discurso (así es como la exigencia teórica musical queda de lado) y se exige una mayor exigencia de comunicación. Esto le complementa muy bien una definición que un colega (Carlos Francisco, músico) me presentó, ya que le pedí que me apoyara con su definición de música, y esta dice, literalmente: “Pienso que la música es el acto de expresar algo a través de un gesto que produce sonido.
Por otro lado creo que la música es una extensión de las personas, y me parece una tontería verla como algo externo. Se tiende a ver la música como un ente superior que hay que alabar y poseer, pero para mí la música es el resultado de lo que quieren decir las personas.
La música es la materialización sonora del interior de las personas en ese sentido es como cualquier lenguaje, desde las señas, guiños, pinturas, y así hasta el lenguaje complejo que nosotros hablamos. Lo importante es lo que queremos decir, y cómo lo decimos. Cuando una persona le habla bonito a otra, ésta aprecia la esencia del mensaje. Las palabras en sí no valen, lo que vale es lo que comunican, son el medio para que dos partes se conecten sus "interiores" o espíritus, como quieras llamarlo.”
Así que esto es lo que estoy entendiendo por música, apoyado en la definición de Carlos, que fue de mucha ayuda para poder complementar lo que había tratado arriba. No considero que la música sea aquella forma estricta e irrevocable que solo conste de teoría musical para que pueda ser llamada así. Sino que, a partir de la definición más técnica, que es el arte de combinar sonidos, también es necesario incorporar esa parte subjetiva, esa intención que requiere para ser considerada como música, bien puede haber (y de hecho hay) sonidos que carecen de alguna teoría musical, pero que sin embargo expresan algo, pueden crear esa conexión entre las personas, que como dice la última definición, “las palabras en sí no valen (en este caso los sonidos), lo que vale es lo que se comunican”.
Ahora, en el caso de R.A. podría decir que si aquellos paisajes sonoros, poesía sonora, estampas sonoras, retratos sonoros, tienen un sentido y expresan algo sin necesidad de una teoría, pero trabajan con el sonido, puede ser considerada como música, más allá de los instrumentos que se ocupen.
Acepto que se puede considerar como música aquello que nos produce o transmite un mensaje por medio de los sonidos, obviamente, debe ser un discurso que tenga una coherencia y un sentido que podamos percibir. No quiero caer en que todo lo que hay de sonido es música. El llanto de un bebé nos transmite alguna incomodidad del niño por medio del sonido del llanto, pero esto no quiere decir que sea música, sí, carece de teoría musical y nos transmite algo, pero no es un discurso tal cual; puede ser que nos informa de algo, pero hasta ahí, no nos lleva a tener reacciones subjetivas y a interpretarlo a partir de valores estéticos, la música, en cambio, nos transmite un sentido, un discurso y la posibilidad de dar alguna interpretación.

Leonardo Ponce

  1.   Calva Rodríguez Maria del Socorro, Expresión y apreciación musical, Oxford University Press México, México, 1997, pp.1.          

sábado, 7 de febrero de 2015

Las exclusiones: fuente de espanto'

                                              Las exclusiones: fuente de espanto'.

No se me ocurrió un buen título para este escrito, aunque se acerca -creo- a lo que quiero plantear. Es notorio cuando la gente se espanta -o se sorprende- al plantear una exclusión: esto que haces no se permite aquí, vete a otro lugar. O bien, exclusiones más fuertes: tu color de piel es distinta a la mía > te discrimino y te aparto de donde estoy o el lugar... que ocupo: tú no perteneces aquí. La exclusión que quiero mencionar aquí es de prácticas artísticas -llamémoslas así-. Por ejemplo -aunque esta práctica bien podemos llamarla 'intelectual', la menciono porque creo tiene relación con la artística-, en Filosofía suele haber exclusión entre filosofía continental y filosofía analítica. A los primeros -o eso es de lo que me he percatado- les disgusta el estilo 'seco' de la segunda, y a la segunda le inquieta la arbitrariedad -o incluso vaguedad'- de los conceptos de la primera. Una puede aceptar como discurso la poesía -o metáforas- y la otra no. Y así debe ocurrir en otras sendas para conocer. He escuchado que entre ingenieros, hay cierto 'desprecio' hacia los ingenieros industriales -otro tipo de exclusión, ya que dicen son como 'administradores que saben de ingeniería'-. No pretendo saber si tales exclusiones tienen rasgos verdaderos o no, quiero hacer hincapié que muchos se espantan cuando se mencionan esas exclusiones -insisto, en prácticas 'intelectuales' o artísticas-. Y pienso -o eso defenderé- que no hay porqué espantarnos.
  Luego de aquella larga introducción, comienzo a decir en qué exclusión artística pienso: radio-arte y música. Hace unos meses que empecé a asistir a un taller de Radio-Arte, en Faro Tláhuac, impartido por la profesora M. Cortés. Lo agradable del taller es que -para los que prefieren hacer y alejarse de la teoría- en aquel periodo no vimos muchos conceptos: comenzamos a experimentar. Sí nos dijo la profesora en qué consiste Radio-arte, y -grosso modo- como lo mencionó -o eso es lo que entendí-, es una práctica donde la materia es el sonido y también el lenguaje de radio. Existen paisajes sonoros, poesía sonora, estampas sonoras, retratos sonoros, todas forman parte del conjunto de Radio-arte. La pregunta inquieta es: ¿radio arte es música? En aquel tiempo pensaba que sí y, cuando escuchaba que los músicos decían que no, atribuía tal conclusión a su pedantería. Al final se usa el sonido -pensaba-. Y me preguntaba ¿qué tiene de malo' decir que es música? Me olvidé de aquella duda y mejor comencé a experimentar.
   Hace dos semanas comenzó de nuevo el taller. Ayer salió de nuevo aquella pregunta inquieta. Luego de experimentar -en Radio-arte- y de mi experiencia -tal vez pobre y aventurada- musical -que pueden consultar en Youtube-, pensé: no, Radio-arte no es música. Un señor -que también pertenece al taller de Radio-arte- comenzó a decir que sí era música. Dio un recorrido histórico -digámosle así-, mencionando la experimentación musical -o de sonidos, digamos- que se gestaba allá por los 50's y 60's. Me pareció mucho rodeo para decir que radio-arte sí es música porque parte de sonidos y experimentación. Luego, la profesora pidió que dijera algo. Fui tajante: Radio-arte no es música. Mencioné una definición que se dio el trimestre pasado -use paráfrasis (y no terminé mi idea, pues fui increpado) ya que no encontré mi apunte-: "lenguaje armónico que evoca una imagen acústica abstracta que NO transmite ideas, ni refleja realidades concretas, sino sugestión de sentimientos o estados de ánimo." Ignoro la fuente de la definición, la profesora la escribió en el pizarrón. ¿Interesante definición, no? "...No transmite ideas, ni refleja realidades concretas..." ¿Definición de qué creen que sea? Es de Música -o eso dice mi apunte-. Comparemos con: "Es el arte de bien combinar los sonidos y el tiempo en el espacio" ¿Más común, no?
   No pretendo dar una respuesta absoluta, sólo bien fundamentada -o eso pretendo-. El fin de este escrito tiene una causa, pero bien es interesante por otras cuestiones. El fin del escrito es ese espanto que causa la exclusión. Cuando mencioné que R.A (Radio-Arte) no es música, noté que el señor que me increpó al preguntarme: ¿Pero, por qué no? Fue una duda como de... ¿por qué no incluir una práctica relacionada con sonidos a la práctica por excelencia de sonidos que es la música? No pude dar más razones, y me alegro por eso; me aburre tener que dar explicaciones en muchas ocasiones -a causa de los ídolos de corte baconiano que tiene la gente-, prefiero escribir.
  Pienso que no pertenece R.A a la música por su pretensión abstracta. Por eso quise mencionar aquella definición no común. Entiendo que existe música 'rara', pero -y qué pena que estoy haciendo metafísica u ontología- conserva aquello que la hacer ser música. Mantiene cierta 'melodía' y 'armonía', además de progresión -para no decir secuencia-. En cambio R.A, no necesariamente lleva intrínsecamente una 'melodía', si nos ponemos muy metafísicos podemos decir que sí -pero eso ya sería 'viajar' mucho-. Pienso que R.A es todavía más lejano a la música por su pretensión abstracta, como dije. Puedo contar una historia con el sonido de una vocal, estando desafinado, con cortes y con elementos que tal vez al música no le parezcan armónicos. Tal vez dentro de aquella acción de estar desafinado quise decir algo. Y en ese rasgo de poca objetividad musical que tiene R.A radica su diferencia -o es lo que sostengo- con la música y por tanto no pertenece a la música. Su exclusión no es rebajar la práctica, y aquí hago hincapié en la finalidad del escrito: excluir no necesariamente es algo 'malo' en sí mismo. Al contrario, pienso que R.A. tendrá un carácter que la música no tendrá -y no olviden que también he intentado hacer música, por lo que mi formación es más musical que de radio-arte (por aquella de las pretensiones o favoritismos)-.
  Ya expresé lo que -grosso modo- diría respecto a la pregunta inquieta, no me gusta debrayarme' si puedo ser breve. Economía de palabras. Ahora les cuento el caso de un amigo ingeniero -Hugo Morales C.- que también es músico y le comenté el caso de R.A. vs. M. Le conté que Radio-arte parte de sonidos y lenguaje de radio, en seguida le planteé la pregunta: ¿R.A es M? Y me respondió: "Desde la definición de música supongo que sí"; "sonidos y silencios ordenados, o algo así". Cerré la pregunta con un: Muy bien. Y él, en seguida me dice: "Acabo de escuchar una de esas y (...) me pareció buena la propuesta, no es algo que escucharía como la <música normal> ". Luego de aquel cambio de idea a causa de escuchar productos de R.A., comenzó la discusión. Hugo me dijo un argumento que me parece abrevia lo que líneas arriba expuse -dando mi respuesta-: "Pienso que radioarte pretende ser arte antes que música.". Después, seguimos esbozando algunas ideas. Respecto a nuestras leyes de asociación -humeanas- Hugo mencionó que " (...)debido a su naturaleza sonora {R.A.}, se puede emparentar con lo más familiar que se conozca <la música>". Los corchetes son míos. Pienso que ahí radica esa aventura conclusión de decir que R.A. es música. Algo que me parece prudente mencionar es la categoría de 'música concreta', que Hugo me hizo saber. "Es un género musical que usa sonidos comunes y los graba para después usarlos como si fuera el sonido de un instrumento". No sé de dónde haya sacado la definición. Entonces, dio un ejemplo: "Como el rechinar de una puerta que puede ser usado (...) como un violín", en seguida le pregunté: ¿pero tiene ya planteado el fin de usarlo para 'melodía', no? Y respondió: "Así es, para que tenga cierta estructura musical". No es necesario que explique mi pregunta ni la respuesta de Hugo. También le pregunté a una cómplice del Moira -María Silva-, ella me aportó dudas: ¿qué se entenderá por música? ¿qué hace que algo sea considerado como música? Ya expresé algunas definiciones que pueden responder a la primer pregunta, y también esbocé ideas para responde a la segunda.
   Espero que los fines del escrito se vean y que despierte un interés hacia usted lector para buscar productos de Radio-Arte. La discusión no ha terminado, le pedí a un amigo -también cómplice del Moira, Leonardo Ponce, que es músico- su colaboración con algunas definiciones de música, y tal vez pueda objetar cosas que he dicho respecto a R.A., como de Música. No olvidemos el tema -que se vio difuminado en muchos momentos- principal del escrito, que doy por terminado -por ahora-, que es el de la exclusión como causa de espanto. Ya mencioné que la exclusión no es un 'mal' en sí mismo. Hay que entenderla como un alejamiento para dar lugar a otro tipo de prácticas, que tienen un carácter que otra práctica -a la que algunos buscan que se integre la primera- no tendrá.

M. Téllez.

jueves, 5 de febrero de 2015

Crítica a una 'idea de cambio'

Crítica a una 'idea de cambio'

Lo que haré en este escrito será criticar -de manera filosófica, o eso intentaré- una imagen que me encontré hace unos minutos. Quise dar pequeños rodeos, pero me parece mejor -aunque ya tenía un borrador- ser directo. La imagen que vi -y que no quiero compartir aquí- es de una pancarta, dice -lo escribiré tal cual aparece, por aquello de las faltas de ortografía-:

MEXICO
VA A CAMBIAR CUANDO:

-Aprenda a votar

-Dejes de dar mordidas

-No tires basura

-Pagues tus impuestos

-Cedas tu asiento

-Leas!

-Dejes de pelear

-Respetes a todos

-Le enseñes VALORES a tus hijos

-Respetes las leyes

-Seas coherente

CAMBIATU!

Lejos de que podamos criticar la ortografía y los juegos -que son errores- de persona que tiene esa pancarta, me interesa criticar la sesudez de este mensaje -que es como mucha gente piensa-. Ahora, quiero dejar claro algo: no estoy en contra de todo lo que dice el mensaje, sino estoy en contra de su poco análisis -aunque si hicieran análisis, seguro no existiría esa pancarta, o tal vez sí-. Comenzaré con una serie de preguntas: ¿es a caso que sólo a partir de nosotros puede cambiar el país? ¿cómo es que funciona eso? ¿sólo 'portándome bien' desaparecerán las injusticias, el salario mínimo será más alto, la educación será de calidad, los servicios públicos funcionarán como es debido? Pienso que estas preguntas ponen en problemas a las reglas que plantea la pancarta. Entiendo que nuestro comportamiento influye en las relaciones sociales, hay leyes -las nombraré así, o bien normas- que son básicas para vivir en sociedad: no asesinar -aunque haya ejemplos que pongan en problemas esta norma, pero pensemos en un nivel básico (sin tantos enredos o problemas, sin mencionar que es para preservar la sociedad-, no mentir (con un distinto matiz pero es con la finalidad de la norma anterior, o al menos así lo sostengo, sin mencionar procesos legales: la libertad de expresión tiene límites) y alguna otra que quieran agregar: poder expresarnos sin temor a represalias, lo que se conoce como 'coto vedado', o bien, las libertades liberales. Sin embargo, ¿quién garantiza -o debería de- esas libertades? El Estado. En efecto, un anarquista no aceptaría este discurso, pero aquí estoy partiendo del Estado, demostrar al anarquista la existencia del Estado ocupa otro escrito -que tal vez presente después-. Y ya no digamos esas libertades, pensemos en las reglitas que dice la pancarta: ¿cómo voy a votar si la información no está a la mano de todos? O admitamos que hay información, ¿cómo acercarme a ella si no sé leer -sin mencionar que no todos tienen acceso a internet-? No hablaré del tema de dar mordidas porque está detrás de lo que quiero proponer -que no es una propuesta mía, es de J. Rawls-. Pasando a otro punto de la pancarta, ¿enseñar valores a los hijos? ¿Y qué valores son esos? ¿es a caso que creemos que sólo hay un tipo de familia que enseña determinados tipos de valores? ¿somos tan torpes para no ver que existe el pluralismo razonable -conjunto de doctrinas comprehensivas, sean religiosas, políticas, filosóficas-? Pude haber omitido la palabra 'torpes', sin embargo, es increíble que haya gente que busque dar un mensaje y no entienda que hay condiciones que hacen posible hablar de justicia o de querer el bien común, me parece que eso es torpeza o en su defecto, ignorancia. ¿Respetar leyes? Esta pregunta nos da para un ensayo, de corte político -filosofía política- o de filosofía del derecho. Mencionaré la cuestión que me impulsa a criticar ese punto: ¿cómo es que sé que esas leyes son justas? ¿Ustedes participaron del consenso para realizarlas? ¿confiamos en quienes las elaboraron? y, ¿por qué las elaboraron? ¿los problemas que esas personas veían son los mismos que hoy día? ¿no se supone que hoy día no creemos en las leyes ni reformas? No es fácil responder, los debates en filosofía política durante mucho tiempo se han encargado de justificar la obediencia a las leyes, por su parte, la filosofía del derecho ha lidiado con otros problemas, por mencionar uno: el de ligar la justicia con las leyes, si es que a caso se puede hacer y qué tipo de justicia es esa. Intenté ser breve, pero es notorio que es complicado -más si, como en mi caso, se pretende cuestionar todo el contenido de esa pancarta-. Para no seguir atacando a la pancarta -que espero hayan quedado claras mis cuestiones y objeciones-, planteo una solución, que es causa de poder atacar ese pensamiento sesudo.
  J. Rawls nos dice que el problema de la justicia -en filosofía 'problema' muchas veces quiere decir 'tema'- consiste en plantear principios que rijan la estructura básica de la sociedad, es decir, en las instituciones. Con esto, estamos destrozando lo que dice la pancarta: no somos nosotros los que vamos a poder cambiar la sociedad -poniendo el matiz en mis acciones (sencillas, digamos), como 'ceder el asiento'-, sí somos nosotros pero en el sentido de plantear principios que regulen la estructura básica de la sociedad. Diré algunas cosas a bote pronto -que vienen al caso- que nos plantea Rawls: sólo podemos aceptar leyes que son razonables, es decir, que sabemos que el otro va a aceptar, y no sólo eso, que va a respetar. Respecto a dar mordidas -que lo mencioné de pasada-, en una sociedad bien ordenada -término rawlsiano, una sociedad donde las personas siguen leyes que saben que los otros las acatan y de hecho las instituciones también las acatan-, este tipo de cuestiones no tendrían cabida, y si pasan, serían reprendidas. No olvidemos que las instituciones estarían reguladas por principios razonables, que -en este caso, policías- los funcionarios deben cumplir, por lo que dar mordida no es en tanto que mi conducta -muchos sabemos que los policías te detienen arbitrariamente, cosa que olvida la pancarta (de nuevo torpez).
  La teoría rawlsiana de la justicia le dio un giro a la discusión de filosofía moral y política -incluso a filosofía del derecho-, sólo esbocé algunas cosas, dejé pasar muchísimas cosas, cosa de la que me hago responsable y la justificación es mostrar -de manera pobre- que ese pensamiento de 'cambiatu' -así está en la pancarta-, no es del todo razonable: no tiene sentido que cambie yo si las leyes no se respetan, no son justas, y cuando la gente desaparece y creo que cediendo el asiento resolveré las injusticias -o leyendo, como si leer me hiciera razonble-. Insisto, no desprecio todas las reglas, puesto que hay cosas 'básicas', desprecio el poco análisis y la falta de ser consecuente de pensamientos así. Si se trata de hacer reglas sin pensar en implicaciones, 1) las sociedades serían un caos, y lo que me parece tristísimo 2) se desdeña lo que muchos filósofos -políticos y morales-, juristas, o hasta psicólogos y sociólogos del derecho nos han querido mostrar -y es curioso que esa pancarta la haya compartido una página relacionada con la universidad, seguramente hay discurso ilustrado -que es de donde bebe la educación- y menosprecian el pensamiento al que muchas veces recurren sólo por costumbre infundada: humanístico.
 
M. Téllez.

 

miércoles, 4 de febrero de 2015

Lo que ignoro

Lo que ignoro

¿Quién serás?
Me atrevo a preguntar.
Estamos debajo de la mesa,
de aquella mesa central,
cada quien en su vértice;
no pararé.
No pararé de atacarte,
con mis líneas y silencios,
aunque sea en vano,
algo debo hacer.
Indefenso soy,
debilitado me siento.
Quizás fuente no seas,
son tus líneas,
son ellas y tú
lo que ignoro,
causa de mi debilidad.
Derrótame,
petición aventurada.
Envuélveme,
roces anhelados.
Apártate y regresa,
temores expuestos.

M. Téllez.

domingo, 1 de febrero de 2015

Pasito duranguense Opus 14 en Fa menor. Molto vivacce.



¿Hay música que nos hace mejores? Me explico, quiero decir que si cabe la posibilidad de que exista cierta música que nos haga ser superiores, buenos, con mayor nivel intelectual, que desarrolle en nosotros cierta habilidad cognitiva y moral con la cual me pueda ubicar en un grado superior a las demás personas. Y digo esto porque, al parecer, la gente acepta que hay música que me hace mejor respecto a otras personas. Esto lo he visto con algunos de mis compañeros que admiten que la música que ellos escuchan es mejor a otra, pero lo interesante de esto no es que crean que hay música mejor que otra, sino que por ese hecho ellos son mejores a otras personas. Estoy entendiendo por ‘ser mejor’ una superioridad social, intelectual e incluso moral, y es que esto, aunque parezca un poco desmesurado, sucede de manera muy cotidiana.

La pregunta con la cual inicio este escrito fue infundida por la observación de  que compañeros y colegas suelen crear diferencias muy notables por situaciones como son los gustos musicales, pero lo que llamó mi atención es ese sentimiento de superioridad que tienen al hacer ese tipo de diferencias. Aunque parezca algo muy normal, e incluso ingenuo, el crear diferencias por motivos como éste tiene consecuencias que son realmente significativas en el campo de las relaciones morales. Y es que con estas diferencias que se crean se llega de una simple distinción entre grupos que comparten cierta afinidad musical a una discriminación muy radical. Es en este punto donde quiero hacer una crítica a esos grupos que por el hecho de escuchar cierto tipo de música creen tener una superioridad respecto a otras.

Primero quiero hacer notar que esos grupos fundan su superioridad en la música que escuchan por el hecho de creen que representa un mayor nivel social, incluso se nos hace fácil pensar que la música clásica o académica es escuchada por personas que tienen mayor nivel intelectual, esto porque "la música clásica no es algo que todos puedan disfrutar”, y no por el hecho de que sea difícil de adquirir, sino porque hay personas que no cuentan con la sensibilidad para saber apreciar esa música. Ese tipo de afirmaciones suelen ser muy comunes, se tiene la idea de que hay música que no puede ser apreciada por personas porque carecen de cierta sensibilidad para hacerlo, pero ¿cómo se puede comprobar eso? ¿cómo puedo saber si poseo o no esa sensibilidad para disfrutar alguna obra de Mahler o no? Ese tipo de discurso y afirmaciones solo representan una visión egoísta y pedante de aquellos grupos. Pareciera que solo quieren hacer de la música algo exclusivo  y necesitan de ese sentimiento de superioridad para lograrlo, como consecuencia de eso se llega a un rechazo y discriminación de aquello que es contrario o no cumple con las características que ellos requieren para aceptarlo.

Pero ahora hablemos del conflicto moral que se crea en  todo esto. Pues dicho lo anterior resulta que se acepta, e incluso se propicia el rechazo y la burla hacia las personas que escuchan cierto tipo de música. Y es que basta ver cómo están infestadas las redes sociales de imágenes y comentarios despectivos hacia ciertos tipos de música y a quienes las escuchan. Pero lo más impactante de esto es que este rechazo esta fundado en la creencia de que la música puede determinar el valor social y moral de las personas. Así es que resulta muy fácil pensar que aquellos que escuchan una sinfonía de Mahler son mejores que aquellos que escuchan algún grupo de música tradicional. Quien escucha a Mahler es más inteligente y por lo tanto tiene mayor valor moral (se piensa que si alguien es más inteligente tiene un mejor desarrollo moral, ej. Un doctor es mejor y bueno en comparación con un albañil). Entonces tenemos por un lado a las personas que escuchan música académica y son mejores por las razones que ya expusimos arriba, y por otro lado tenemos a aquellas personas que no escuchan esa música y no se encuentran en el mismo nivel intelectual y moral; lo cual le da el 'permiso' a las primeras de poder rechazarlas y humillar a las segundas por el hecho de no encontrarse en el mismo nivel.

Regreso a una pregunta que ya he hecho arriba ¿cómo puedo demostrar que por escuchar y tener preferencia por cierta música soy mejor? Y ahora surge una nueva ¿cómo es que hay música que, al contrario de la otra, me hace menos sensible, con un menor nivel moral? Una vez más, esto podrá parecer exagerado, pero se piensa de manera muy normal. Así que ahora analicemos estas preguntas; éstas nos muestran la existencia de dos tipos de música, una que enaltece y desarrolla mis habilidades intelectuales y morales, y por otro lado esta aquella, que al contrario, no desarrolla estas habilidades, las deforma e incluso las desaparece. Así que pensemos de esta manera, existe música que representa lo mejor, lo bueno, tanto moral y socialmente, que es usada como bandera para representar a las personas que se ubican, ellas mismas, en un plano superior a otras; y por otro lado tenemos a la antítesis de esta música, la que representa la falta de valores morales, un desarrollo intelectual pobre, una parte de la sociedad marginada. Pero estas dos banderas, estas dos representaciones ¿quién las ha dado? ¿quiénes crearon estas dos partes y sobre todo, porqué han creado y difundido estas dos banderas? No me aventuraré a responder estas dos últimas preguntas, solo a comentar que esta división es normalmente mantenida por aquellas personas que se quieren ubicar en el primer tipo de personas, aquellas que escuchan “música que es mejor”, pues obviamente no aceptarían que se encuentran en el segundo tipo de personas mientras están escuchando a Brahms, música que para ellos representa un mayor nivel intelectual. "Porque escucho a Mahler soy mejor, más inteligente, con mejores valores y me encuentro en un mejor nivel social que aquella persona que escucha a La Arrolladora Banda Limón o reggaeton, aquella persona es lo contrario, tiene poco nivel intelectual, carece de valores y su nivel social esta muy por debajo del mío. Así que por estas razones tengo motivo para rechazar  y discriminar a aquellas personas que escuchan esa música." Este tipo de razonamientos parece que son los que las personas aceptan y afirman, pero qué tan cierto es todo esto.

¿En verdad Mahler, Tchaikovsky, Bach, Armstrong, Parker, Monk, desarrollan en mí una mayor sensibilidad y mejoran mi desarrollo moral en comparación con La Trakalosa de Monterrey, Los Ángeles Azules, Julión Álvarez, Wisin y Yandel? Responder esta pregunta es suficientemente extraño como la misma pregunta, para algunos la respuesta es muy obvia, para otros la pregunta carece de sentido.

Pero con todo esto a dónde quiero llegar, lo que primero quiero hacer notar es que algunas de las razones por las cuales se discrimina y rechaza son lo suficientemente arbitrarias que se llega al punto en donde un gusto musical es suficiente para poder rechazar a una persona y con ese rechazo crear un daño. Pero ese daño lleva una exclusión, y es este el segundo punto que quiero tomar con todo esto, pues sucede que las razones por las cuales se excluye a personas, como en este caso, van más allá del gusto musical; recordemos que no se rechaza únicamente por la música que escucha una persona, sino por todo lo que implica el escuchar esa música, para esto usaré un ejemplo: las personas que escuchan música académica tienen ciertos prejuicios hacia las personas que escuchan música tradicional, tropical o de algún género distinto, para ellos son personas que además de tener un distinto nivel social, representan un tipo de peligro, un mal que esta presente, una incomodidad que tienen que soportar. Pues para ellos incluso es una ofensa decir que alguien es "reggaetonero", porque representa a una persona con un nivel social bajo, un drogadicto, alguien que lo puede asaltar, de igual manera sucede con aquellas que escuchan corridos, bandas norteñas o música tropical, se piensa de ellos que tienen vínculos con bandas criminales, que incluso carecen de valores morales y su desarrollo dentro de la sociedad suele ser problemático y, como en la caso anterior, son representantes de un peligro para los demás.

Ahora vemos que esta supuesta diferencia por gustos musicales tiene como fundamente una distinción social y moral. Es decir, se esta haciendo un juicio sobre aquellas personas desde un aspecto distinto acerca del cual se juzga, o sea, que en realidad se esta juzgando un aspecto social y moral de las personas desde un aspecto estético y personal de las mismas. Se parte de un gusto estético para conocer y juzgar un aspecto moral y social. Esto muestra una confusión y un problema en el juicio que se esta haciendo porque se están mezclando dos aspectos muy distintos para llegar a conclusiones engañosas. No estoy negando que exista una relación entre los aspectos estéticos y morales en una persona, sino que el problema que quiero hacer notar es que no se puede juzgar un aspecto a partir de otro. Considero que afirmaciones como: "Las personas que escuchan reggaetó son delincuentes, drogadictos y pobres." Nos muestran esta confusión y los problemas, principalmente morales, que se tienen como consecuencia.

Ahora pensemos nuevamente en las preguntas anteriores e intentemos dar alguna respuesta. Primero ¿realmente existe música que nos hace mejores? Mi respuesta es que no, no hay música que nos haga mejores, lo que hay es música que representa a sectores sociales que se encuentran en un nivel social más alto, que obviamente no dice nada sobre el nivel moral e intelectual de las mismas, podrán ubicarse en un mayor nivel social y económico, mas no moral, y por lo mismo no hay música que nos haga mejores en un aspecto moral o intelectual, bien puedo escuchar a Mahler y esto no significa que mi nivel moral sea mayor o sea más inteligente que alguien más. Así que las demás preguntas van perdiendo sentido al ya no tener como fundamento la creencia de que hay música que desarrolla mis habilidades morales e intelectuales. Sin embargo hay una pregunta que resulta interesante, la cual no desarrollaré en este escrito, pero daré una breve exposición de ella. Esta pregunta es ¿cómo puedo saber si poseo o no esa sensibilidad para disfrutar alguna obra de Mahler o no? ¿Realmente existe esa sensibilidad? me resulta interesante porque la existencia de esa sensibilidad parece que es un aspecto 'especial' que pocos poseen y que sirve para favorecer la supuesta superioridad de las personas. Y este tipo de aspectos son los que sirven como fundamento para poder crear diferencias y daños hacia otras personas, el aceptar la existencia de este tipo de entidades que favorecen la distinción entre superiores e inferiores propician el daño y la discriminación de unas personas hacia otras, obviamente de los superiores hacia los inferiores, y es que pareciera que estas entidades nos dan un mayor nivel ontológico, moral e intelectual. Lo que quiero decir con todo esto es que al creer en esta supuesta 'sensibilidad especial' también se creen en esta superioridad y por lo tanto en la posibilidad de rechazar y dañar a todos aquellos que sean inferiores, así que en este punto pongo en duda la existencia de este tipo de aspectos que dan una superioridad moral, y esto con el fin de hacer notar que no solo se creen en la superioridad de las personas por motivos estéticos, sino que esto tiene consecuencias morales que resultan bastante desdeñables.

Como conclusión quiero aclarar que el crear diferencias, exclusión y daño hacia otras personas a partir de aspectos estéticos para crear juicios morales y sociales es un error que se comete de manera cotidiana, y, sobre todo, los gustos musicales no son causa para dañar o para propiciar la discriminación hacia las personas, mucho menos considero que exista música que nos haga situarnos en un mayor nivel social, intelectual o moral, y en los casos en los cuales se juzga de esta manera sucede que se esta cayendo en un error al hacer juicios de dos aspectos distintos, el moral y el estético, para dar conclusiones completamente inconsistentes, nuevamente reitero que existe una correlación entre estos aspectos, pero no es suficiente para pasar de un lado a otro indiscriminadamente. Por otro lado niego que exista una especie de sensibilidad "especial" que solo algunas personas poseen y les da un mayor nivel ontológico dentro de una escala moral y estética, considero que esa "sensibilidad especial" es una herramienta para creer y seguir apoyando la creencia en que hay personas superiores que cuentan con la capacidad de poder excluir a aquellos que no cuentan con dicha sensibilidad. Así que la música no representa ninguna forma desde la cual puedo juzgar social o moralmente a las personas, y si hago este tipo de juicios es porque estoy en una confusión de los dos distintos aspectos, lo cual a su vez es agravado por el sentimiento de superioridad que esta ligado a la creencia de que hay música que me hace mejor que otra. Y no apoyo la idea de que la música sea una bandera con la cual me puedo identificar como mejor dentro de la sociedad, sino que es representante de mis gustos e intereses estéticos.