Crítica a una 'idea de cambio'
Lo que haré en este escrito será criticar -de manera filosófica, o eso intentaré- una imagen que me encontré hace unos minutos. Quise dar pequeños rodeos, pero me parece mejor -aunque ya tenía un borrador- ser directo. La imagen que vi -y que no quiero compartir aquí- es de una pancarta, dice -lo escribiré tal cual aparece, por aquello de las faltas de ortografía-:
MEXICO
VA A CAMBIAR CUANDO:
-Aprenda a votar
-Dejes de dar mordidas
-No tires basura
-Pagues tus impuestos
-Cedas tu asiento
-Leas!
-Dejes de pelear
-Respetes a todos
-Le enseñes VALORES a tus hijos
-Respetes las leyes
-Seas coherente
CAMBIATU!
Lejos de que podamos criticar la ortografía y los juegos -que son errores- de persona que tiene esa pancarta, me interesa criticar la sesudez de este mensaje -que es como mucha gente piensa-. Ahora, quiero dejar claro algo: no estoy en contra de todo lo que dice el mensaje, sino estoy en contra de su poco análisis -aunque si hicieran análisis, seguro no existiría esa pancarta, o tal vez sí-. Comenzaré con una serie de preguntas: ¿es a caso que sólo a partir de nosotros puede cambiar el país? ¿cómo es que funciona eso? ¿sólo 'portándome bien' desaparecerán las injusticias, el salario mínimo será más alto, la educación será de calidad, los servicios públicos funcionarán como es debido? Pienso que estas preguntas ponen en problemas a las reglas que plantea la pancarta. Entiendo que nuestro comportamiento influye en las relaciones sociales, hay leyes -las nombraré así, o bien normas- que son básicas para vivir en sociedad: no asesinar -aunque haya ejemplos que pongan en problemas esta norma, pero pensemos en un nivel básico (sin tantos enredos o problemas, sin mencionar que es para preservar la sociedad-, no mentir (con un distinto matiz pero es con la finalidad de la norma anterior, o al menos así lo sostengo, sin mencionar procesos legales: la libertad de expresión tiene límites) y alguna otra que quieran agregar: poder expresarnos sin temor a represalias, lo que se conoce como 'coto vedado', o bien, las libertades liberales. Sin embargo, ¿quién garantiza -o debería de- esas libertades? El Estado. En efecto, un anarquista no aceptaría este discurso, pero aquí estoy partiendo del Estado, demostrar al anarquista la existencia del Estado ocupa otro escrito -que tal vez presente después-. Y ya no digamos esas libertades, pensemos en las reglitas que dice la pancarta: ¿cómo voy a votar si la información no está a la mano de todos? O admitamos que hay información, ¿cómo acercarme a ella si no sé leer -sin mencionar que no todos tienen acceso a internet-? No hablaré del tema de dar mordidas porque está detrás de lo que quiero proponer -que no es una propuesta mía, es de J. Rawls-. Pasando a otro punto de la pancarta, ¿enseñar valores a los hijos? ¿Y qué valores son esos? ¿es a caso que creemos que sólo hay un tipo de familia que enseña determinados tipos de valores? ¿somos tan torpes para no ver que existe el pluralismo razonable -conjunto de doctrinas comprehensivas, sean religiosas, políticas, filosóficas-? Pude haber omitido la palabra 'torpes', sin embargo, es increíble que haya gente que busque dar un mensaje y no entienda que hay condiciones que hacen posible hablar de justicia o de querer el bien común, me parece que eso es torpeza o en su defecto, ignorancia. ¿Respetar leyes? Esta pregunta nos da para un ensayo, de corte político -filosofía política- o de filosofía del derecho. Mencionaré la cuestión que me impulsa a criticar ese punto: ¿cómo es que sé que esas leyes son justas? ¿Ustedes participaron del consenso para realizarlas? ¿confiamos en quienes las elaboraron? y, ¿por qué las elaboraron? ¿los problemas que esas personas veían son los mismos que hoy día? ¿no se supone que hoy día no creemos en las leyes ni reformas? No es fácil responder, los debates en filosofía política durante mucho tiempo se han encargado de justificar la obediencia a las leyes, por su parte, la filosofía del derecho ha lidiado con otros problemas, por mencionar uno: el de ligar la justicia con las leyes, si es que a caso se puede hacer y qué tipo de justicia es esa. Intenté ser breve, pero es notorio que es complicado -más si, como en mi caso, se pretende cuestionar todo el contenido de esa pancarta-. Para no seguir atacando a la pancarta -que espero hayan quedado claras mis cuestiones y objeciones-, planteo una solución, que es causa de poder atacar ese pensamiento sesudo.
J. Rawls nos dice que el problema de la justicia -en filosofía 'problema' muchas veces quiere decir 'tema'- consiste en plantear principios que rijan la estructura básica de la sociedad, es decir, en las instituciones. Con esto, estamos destrozando lo que dice la pancarta: no somos nosotros los que vamos a poder cambiar la sociedad -poniendo el matiz en mis acciones (sencillas, digamos), como 'ceder el asiento'-, sí somos nosotros pero en el sentido de plantear principios que regulen la estructura básica de la sociedad. Diré algunas cosas a bote pronto -que vienen al caso- que nos plantea Rawls: sólo podemos aceptar leyes que son razonables, es decir, que sabemos que el otro va a aceptar, y no sólo eso, que va a respetar. Respecto a dar mordidas -que lo mencioné de pasada-, en una sociedad bien ordenada -término rawlsiano, una sociedad donde las personas siguen leyes que saben que los otros las acatan y de hecho las instituciones también las acatan-, este tipo de cuestiones no tendrían cabida, y si pasan, serían reprendidas. No olvidemos que las instituciones estarían reguladas por principios razonables, que -en este caso, policías- los funcionarios deben cumplir, por lo que dar mordida no es en tanto que mi conducta -muchos sabemos que los policías te detienen arbitrariamente, cosa que olvida la pancarta (de nuevo torpez).
La teoría rawlsiana de la justicia le dio un giro a la discusión de filosofía moral y política -incluso a filosofía del derecho-, sólo esbocé algunas cosas, dejé pasar muchísimas cosas, cosa de la que me hago responsable y la justificación es mostrar -de manera pobre- que ese pensamiento de 'cambiatu' -así está en la pancarta-, no es del todo razonable: no tiene sentido que cambie yo si las leyes no se respetan, no son justas, y cuando la gente desaparece y creo que cediendo el asiento resolveré las injusticias -o leyendo, como si leer me hiciera razonble-. Insisto, no desprecio todas las reglas, puesto que hay cosas 'básicas', desprecio el poco análisis y la falta de ser consecuente de pensamientos así. Si se trata de hacer reglas sin pensar en implicaciones, 1) las sociedades serían un caos, y lo que me parece tristísimo 2) se desdeña lo que muchos filósofos -políticos y morales-, juristas, o hasta psicólogos y sociólogos del derecho nos han querido mostrar -y es curioso que esa pancarta la haya compartido una página relacionada con la universidad, seguramente hay discurso ilustrado -que es de donde bebe la educación- y menosprecian el pensamiento al que muchas veces recurren sólo por costumbre infundada: humanístico.
M. Téllez.
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