martes, 26 de mayo de 2015

Nunca te abrazaría

Nunca te abrazaría

Alguna vez te dediqué unas líneas por varias causas. La primera, porque no toleraba tus supuestos lloriqueos; la segunda, porque es patético que tengas planes y que no puedas ni con tu ánimo. 
Hoy mi rabia ha crecido. Escucho cuando emites juicios de poca satisfacción hacia la gente y por las prácticas que realizan, pero me pregunto -y te pregunto-: ¿ a caso tú te sientes satisfecha contigo misma? No. No comprendo, entonces, con qué tipo de voz crítica crees que hablas. Ni siquiera tienes voz. Basta echar un mirada a las líneas y notar que tu pluma tiembla. Admites que te tiembla el cuerpo, seguro omites la parte en que no soportas ni mirarte al espejo porque tú misma te provocas nauseas. No podría decir que siento compasión por ti, ya que tendría que encontrar como razonables las causas de tu pasión -tu sufrimiento- y no las encuentro razonables. Te inquieta tener que escuchar cuestiones absurdas de un sentimiento que tú ignoras, imagina lo que debo tolerar cuando escucho tus balbuceos, para no mencionar que tu asqueroso silencio me basta. 
Pensé que la cuestión acerca de por qué tuviste que encontrarme se desvanecería desde aquel primer enfado que sentí. No se ha ido. Y cuando comencé a escribir, quise ser más tajante y postular: ojalá hubieras muerto. Pero qué curioso, ahora que lo sopeso, tú ya estás muerta. Y no hace mucho sugerías que de nuevo lo estabas. Qué patética. Valoras algo y no lo quieres ver: si no valoras nada, tendrías -necesariamente- que estar muerta. Y quitarse la vida no es algo complejo. 
No sé por qué razones aparentas ser crítica, distinta, consecuente y al mismo tiempo, ignorar esas cualidades. Me alegra que las ignores, porque en efecto, no las conoces. 
No sabes hablar. No es de sorprenderse, los ruidos que haces en tu casa, no implican un diálogo. Seguro lo sabes. Cada quien en su propio mundo. Cada quien deseando su muerte. Cada uno con su hastío. Con su miseria. 
Tal vez tú creíste que conocerme sería algo bueno. Conocer a quien sea no tiene un valor. Tú comenzaste a darme un significado, y me pregunto, ¿por qué lo hiciste? Entiende que debes significarte tu primero. Y si sigues pensándote como la asqueada, entonces no comprendo cómo quieres seguir. No sé qué aportes pueda dar un asqueado. Ya hay suficiente asco en el mundo. 

M. Téllez.

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