miércoles, 15 de junio de 2016

Acabó

"Esto fue por los recuerdos. Esto no es amor."

Le conté a un amigo soldado que estaba ganando terreno en la batalla. Qué tontería. Estoy muerto. 
Llegué a creer que mis fuerzas iban a ser suficientes: pensé que era sencillo disparar y atacar recuerdos distantes que me favorecieran para encender pasiones actuales. Qué imbécil.
Aquellos días siempre estuve armado, quizá distraído, nervioso y temeroso: pero me enlisté decidido. Qué patético.
El whisky me hizo aterrizar las fuerzas: pide que te asesinen o que te sigan motivando. 
 No fui asesinado por ti ni tampoco motivado. Simplemente estoy muerto: fuera de batalla. Me he quitado los grados y una vez que arrojé la placa, la busqué para escupirle: qué puto engaño ha sido todo esto. Volvieron mis ganas de matarte, de destrozar cada elemento de cada recuerdo y de cada imagen con colores que nunca había visto. Pero, estoy muerto y es obvio que no me quedan fuerzas ni para jalar un gatillo. Jódete tu sola. 
 Veo una pregunta que sugiere preocupación por mi muerte: seguro es una broma. Jamás he entendido qué le debe importar a un indiferente la situación del otro: ni siquiera es pensable tal caso. No eres pensable, eres nada: y puedo agregar que te detesto. Aún no siento el rencor que quisiera, 'te detesto' es una oración que por el momento no tiene referente, aún admitiendo que supiéramos qué clase de status ontológico podría tener el 'detestar'. 
 Para la guerra tenemos a muchos, y tú estás para la paz, como llegué a creerlo. Mentiras. 
Jódete tu sola. 

M. Téllez.

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