miércoles, 15 de junio de 2016

Desnudez

Durante varios días había visto tu título: me llamó la atención. Y cuando un título me seduce, sin duda quiero avanzar con el contenido. Sé que no iba a defraudarme.
 Una tarde, entre el cúmulo de ideas y el clásico cansancio causado por lo habitual, que también veo en otros -aunque jamás lo sospechen- y que por alguna razón me llega a interrumpir, fui invitado a un cuartel de artista. O no sé si de artista... Digamos que sí. 
 Al entrar, vi cuerpos desnudos plasmados en papel fotográfico: mujeres modelando en su radiante desnudez. Las partes privadas de su anatomía eran captadas: no hablemos de las miradas. Sin embargo, ahí no termina la sorpresa: aquel título que llamó mi atención era una modelo. Quedé sin palabras, intentaba no mirar tanto el retrato de tu desnudez, pero no lo conseguía. ¿Cómo? Si la piel -como he insistido en muchas ocasiones- representa la tortura o, bien, el deleite del enamorado, ¿qué me dices de la desnudez? No había nada que decir: sólo quería mirar. Y también quise encontrarte en algún pasillo de nuestros laberintos: quería averiguar qué diferencias sustanciales podría yo sentir en contraste con lo que vi en aquel cuartel. Lo sigo pensando por momentos. 
 
M. Téllez.
 

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