lunes, 29 de agosto de 2016

En potencia

He tenido ganas de asesinarte con mis letras. Hace unos minutos leía "Analogía" de este mismo blog: la relación entre aborto y fidelidad. Recordé que algunos comentarios detrás de cámaras me contaban que estaban de acuerdo con esas conclusiones. Regularmente soy escéptico cuando la gente acepta mis conclusiones: no hay que ser experto para saber que es fácil aceptar una fórmula o regla de razonamiento, pero cuando alguien te hace caer en cuenta de tales reglas, o los razonamientos que aceptabas teóricamente te acorralan, entonces ya no es tan lúcido aceptar aquellas conclusiones. 
 Pasaba por mi mente la frase de un cantante español: Estabas advertida, puta desagradecida. La obsesión te precipita y la caída siempre es lo peor...
 ¿Cómo es que alguien no puede controlar pensamientos? Mejor dicho, ¿cómo es que alguien no puede ser razonable y entender que se está siendo necio y rídiculo cuando algo ya ha ocurrido? No estoy negando la fuerza de lo que llevamos dentro, porque seguramente todos hemos sido necios. Sin embargo, si tanto nos jactamos de razonabilidad y de conocernos o hacer frente a obstáculos: ¿por qué andar mendigando algo que -consciente o inconsciente- creemos nos hará sentir mejor? ¿Por qué no nos enfrentamos al puto dolor de una vez? 
 Rencor en potencia. Sin embargo, estoy agotado para poder lanzar golpes que tirarían a cualquiera. Puede que esté mintiendo, el aire de quienes somos un mal siempre mueve. En cambio, reconozco lo que ocurre en mi interior y sería poco racional herir a esos que les falta entender que el dolor realmente siempre está con nosotros. Es gracioso, porque mi sonrisa de tonto ha surgido. Por las noches, aunque suelo ver cómo se manifiestan aquellos legos de los que hablo -y que en ocasiones deseo maldecir que qué puto asco haberlos conocido-, unas líneas tibias, recuerdos suaves y sensuales me cobijan: y espero ansioso el día siguiente. Se trata de una melodía que apacigua lo que causaría tu muerte. 

M. Téllez.

sábado, 27 de agosto de 2016

No sé escribir de madrugada.

Ocurre que son las 2:56 de la madrugada, estoy sentado en el sillón, tengo la computadora en mis piernas, llevo puesta la pijama y tengo algo de sueño. También ocurre que justo este día y a esta hora pude animarme a escribir, llevaba más de un mes tratando de redactar algo pero, como me ocurre en muchas cosas de la vida, encuentro una enorme cantidad de pretextos para ir posponiendo las cosas que debo realizar. 

Así que ahora que estoy frente a la hoja en blanco puedo darme a la tarea de escribir, pero... ¡¿de qué carajos escribo?! No tengo idea. En todo el mes que estuve pensando algún tema para escribir aparecieron miles, pensaba en cosas de política, noticias, reflexiones de la vida, alguno que otro chisme de mi vida cotidiana, pero nada resultó de eso. Así que ahora, sentado y con la computadora de frente, me animo a escribir sobre... nada. Solo escribo lo que esta ocurriendo en este momento por mi cabeza. Es raro pensar que las palabras que resuenan con aquella pequeña voz en mi cabeza van tomando forma en la pantalla, me detengo a ver signos de puntuación, ortografía, algo de gramática y bueno, todas esas cosas necesarias para que se entienda lo que uno escribe.

Pero creo que ya basta de escribir lo que ocurre en mi mente en este momento. Seguramente cuando lea esto mañana o cualquier otra día será gracioso o lo veré como algo tan ridículo y estúpido que borrare la entrada. ¡¡Puufff!! ¡¡otra vez estoy escribiendo lo que pienso en este momento!!

En fin, creo que es algo gracioso pensar que uno puede escapar de lo que piensa ¿será posible estar en un momento de completo desinterés a lo que uno piensa? Es decir, estar de un modo en el cual lo único que hay en la mente es... nada. Creo que esto ya se está saliendo de control. Lo mejor será terminar con este escrito, apagar la computadora, acostarse, cerrar los ojos y esperar a despertar en unas cuantas horas. 

Ahora, ocurre que son las 3:12 de la madrugada, estoy pensando en qué titulo ponerle a esta entrada ¿merece un título? creo que al menos debe tenerlo para dar un poco de orden al Blog. Como sea, veré qué se me ocurre...

jueves, 25 de agosto de 2016

El sol nos persigue

Mi pluma y yo sabemos que es muy pronto para decir algunas cosas. O tal vez no. Quizá uno crea distintos asuntos porque hemos visto que la gente los cree: y no hay que olvidar que porque algunos crean 'x' es correcto, de hecho 'x' ha de ser correcto. Como sea, estar inquieto es común, y las palabras ocupan salir: aunque en ocasiones me quede sin ellas.
 Es muy probable que ahora sea uno de esos momentos donde los pensamientos están dispersos y aunque uno logre atrapar alguno interesante, expresarlos es lo complicado. Se vuelve difícil por el anhelo de querer emparejar verdad y honestidad con lo que se siente: el exceso o la deficiencia me respiran en la nuca y me hacen tener cuidado. Es difícil. 
 Se me ocurre iniciar con una descripción: un suelo verde, tú y yo tendidos. ¿Qué sigue? Palabras por parte de ambos, algunos silencios breves, no necesariamente inquietos. Luego -y esto es una descripción meramente subjetiva-, ambos nos lanzamos y preferimos que el roce de nuestros labios sea nuestra comunicación. El diálogo aumenta de contenido: las caricias, los latidos y la respiración pasan a primer plano. Podría pensarse que todo es abstracto, y aún así lo experimentamos sensiblemente. A lo mejor ese tipo de comunicación es tan perfecto que logra implicar nuestros pensamientos de manera genuina. 
 El sol nos ha perseguido. 
 Descubrimos que el espacio es importante. 
 Hemos prestado atención al tiempo. 
 El sol nos persigue, intentamos ahuyentar sus rayos con nuestras manos: el espacio es nuestro por segundos.

M. Téllez.

sábado, 20 de agosto de 2016

No sólo impulso

¿Con cuántos colores podría rellenar las palabras que he querido dedicarte?
 El tiempo, dada la condición efímera de mi existencia, es indeterminado en mí. A pesar de ello, han transcurrido algunas horas cargadas de una especie de ganas por conocer lo que podría pasar.
 Te insinué el suceso de un beso. Al inicio creí que era un impulso cualquiera, que no necesariamente se da con quien sea, pero que a pesar de los matices que diga, en el fondo es sólo un impulso. Hoy día sé que el impulso es condición necesaria -pero no suficiente- para describir cómo es contigo.
 En despedidas he prestado atención a tus labios: a veces uno podría sugerir que también tienen su lenguaje, y no estaríamos diciendo algo extraño. Así que esperaba alguna señal que más o menos me indicara si mis intenciones eran compartidas o no. No he visto algo. En cambio, he apreciado un movimiento que podría señalar como una especie de barrera: consiste en un cuasi giro, que te perfila de tal manera que yo no podría hacer nada. 
 Lo anterior es sólo una descripción que mis dañados sentidos hacen. De hecho están lejos de conocer las intenciones de todos: aunque aquí me interesan las tuyas. 
 Finalmente, no he de negar la atracción que supongo no había tomado en serio, y no sólo de tu piel. Sin embargo, estas líneas no son para hablar de ese asunto, sino sólo de aquella cuestión que la noche de ayer te desvelé un poco -de manera pésima, porque como habrás visto, igual soy un fracaso para enfrentarme a la verdad-. 

Brainy is the new sexy. 

M. Téllez.

martes, 16 de agosto de 2016

La marea

Anoche recordé que hace tiempo no visito el mar. Pero rememorar eso fue efecto de una sensación.
 Quienes han enfrentado por varias horas las caricias que producen las olas del mar, conocerán esa sensación nocturna que aparece de repente, como si se tratara de las mismas caricias de aquellas olas. Ignoro por qué surja ese sentir, y no hice la tarea de investigarlo: tampoco es una duda genuina que me persiga a cada instante.
 La causa de recordar el mar fueron tus besos. Ya caída la noche, sentí algo en los labios: las secuelas de toda una tarde llena de caricias y roces entre nosotros. No recuerdo haber sentido algo similar. Pensé que estaba de vacaciones, hasta que miré el pizarrón del escritorio principal con las tareas por hacer: congelar imágenes hermosas y luego joderse con lo que se vive realmente. 
 

jueves, 11 de agosto de 2016

Labios rojos

No ha pasado tanto tiempo como para presumir -y que cualquier mortal lo crea- que todo acabó. De hecho, quién sabe si tal cosa exista en los seres humanos: la muerte de alguien la vamos a seguir teniendo presente, una despedida, un rostro lleno de lágrimas, una sonrisa, una caricia, un beso, un cuerpo desnudo, etc.; todas esas cosas quién sabe si acaben en nuestra mente, seguramente no. Como sea, cada día ha sido teñido de brisas y sabores que aún si se trata de un engaño, puedo afirmar que todo acabó.
 Por casualidad -o no, da igual- veo una instantánea tuya. De nuevo tus labios rojos, el supuesto brillo de tus ojos, el largo y misterioso negro de tus cabellos, y tu piel, tan igual como siempre. Pero, todo acabó: el brillo de tus ojos es efecto de la cámara y el sol, por sí solos no reflejan nada; qué pena que jamás pudiste mirar bien en al menos un par de días. Tu piel, tan igual como siempre, que podrá seguir llamando la atención de quienes te vean, pero la pregunta es ¿y quiénes te ven? ¿observan lo que tú quisieras que vean de ti? ¿Te darás por bien servida por unos besos prolongados -aunque falsos-, un ramo de rosas, mensajes -porque ya nadie tiene pluma hoy día- con cuasi intención -porque ya a nadie le importa redactar más o menos bien- y unos 40 minutos de placer sexual? Seguro que sí, y está muy bien: tal vez sólo para eso estás. Tus labios rojos, que simplemente no provocan. Ya no hay armonía, ni siquiera un sesgo de belleza interior que suele reflejarse en algún carácter exterior. 
 Me alegra ver -no me importa que lo imagine- que te apagas. Sentí placer al notar esas ojeras acompañadas de tu mirada perdida. No es sentimiento de 'ardido', como el vulgo podría llamarlo. Pero tampoco veo necesidad de definir y acotar el sentimiento: ni ellos ni tú entenderían, y qué pereza tener que gastar mis esfuerzos en tarea para legos. 
 Se trata de un párrafo aburrido lleno de frases de cereal que quise leer, porque el alcohol provoca hambre y en ocasiones uno no rememora lo que comió para saciarse. Yo no recordaré después. 

M. Téllez.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Analogía

Vi a un par de parejas besándose, luego a una embarazada. Pensé en la infidelidad y en el aborto. Luego concluí un principio: así como la mayoría de las personas están más o menos de acuerdo en que el aborto se debe realizar durante los primeros tres meses, deberíamos entender que la infidelidad podría tener ese mismo rango de tiempo.
 La crítica principal podría ser que la gente realmente no está de acuerdo con lo del aborto, y entonces la analogía falla. Pero, si nos detenemos a pensar, la causa del desacuerdo sería por cuestiones de creencia, y muy seguramente de corte religioso y cosas de ese tipo que ciertas personas siguen practicando en el siglo XXI. Así que, si nos libramos de ese asunto, y entendemos que somos razonables, y que también entendemos muchos ejemplos donde parece razonable el aborto, entonces la analogía no falla por esa causa. 
 Alguien podría atacarnos del lado de la fidelidad: desde que adquieres el compromiso no puedes cometer un engaño o besarte con alguien más. Parece que esto surge por dos cosas: 1) tener una imagen muy ideal del humano -hombres y mujeres- y 2) una creencia más o menos parecida a la fe religiosa, donde nada debe ser quebrantado ni violado, pues Dios es quien sabe de los caminos misteriosos de la vida. Aquí parece que suponemos que desde el día 1, estamos encadenados. El compromiso es esa fe en Dios. Y de nuevo, parece que alguien razonable -o quién sabe-, podría dudar acerca de ese asunto de toda una fe.
 Como sea, el principio queda. Y nunca está por demás arrojar alguna arma en forma de prosa, que el único daño que puede causar es provocar pensamientos.

M. Téllez.
Mundos que se escurren por el rabillo del ojo entre  julio y agosto.

martes, 2 de agosto de 2016

I. Sentimientos al salir de la ducha.

       No es el roce de los jeans, no es la suciedad del piso. No es el cabello húmedo dentro de la toalla, aunque quizá es predominantemente eso. No es la carne blanda y desnuda, ni los oídos rebosantes de agua. Es un asco a todo y a nada, es ver lo que para otros es profundo y grave como una serie de fondos grises y superficies planas interminables.

       Es la gran indiferencia aún frente a mis pasiones, frente a mis seres queridos, frente a Todos, a quienes quiero amar y proteger. Es decir y moverme de lo dicho: tomar distancia frente a mí misma. Es sentir que habito un cuerpo, el cual me importa y no. Me muevo en él pero bien podría hacerlo en un cesto de basura. Suceden cosas, pero están tan lejos...Sé que no soy la única a quien le pasa y eso me da igual. Aunque también me consuela. 

Porque para mí ser infeliz es el vacío que se siente a la mañana siguiente de haber llorado intensamente, que mi propia Frustración y mi propio Dolor me son tan ajenos. Eso es la auténtica infelicidad. Aunque pueda acercarme a mí misma, llegar a creer que mi situación es verdadera y representa algo, siempre termino oscilando en una masa confusa. 


Valencia.