Anoche recordé que hace tiempo no visito el mar. Pero rememorar eso fue efecto de una sensación.
Quienes han enfrentado por varias horas las caricias que producen las olas del mar, conocerán esa sensación nocturna que aparece de repente, como si se tratara de las mismas caricias de aquellas olas. Ignoro por qué surja ese sentir, y no hice la tarea de investigarlo: tampoco es una duda genuina que me persiga a cada instante.
La causa de recordar el mar fueron tus besos. Ya caída la noche, sentí algo en los labios: las secuelas de toda una tarde llena de caricias y roces entre nosotros. No recuerdo haber sentido algo similar. Pensé que estaba de vacaciones, hasta que miré el pizarrón del escritorio principal con las tareas por hacer: congelar imágenes hermosas y luego joderse con lo que se vive realmente.
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