domingo, 18 de diciembre de 2016

Y, entonces... ¿Para qué?

Tantas lágrimas y sintiendo tus pensamientos grises para que sigas con él o con ella. Los animales se adaptan, tú lloras. 
 Entonces, ¿para qué? ¿Para qué quieres saber respuestas si te da miedo caminar solo o sola? ¿Para qué piensas en el carácter o las virtudes si cuando se trata de poner a prueba lo que intuyes terminas bajo tu sábana con los kleenex, el osito de peluche y queriendo que la luz fuera más ligera para tus ojos rojos por llorar? 
 Personas como tú, que son la mayoría, no están para adaptarse ni para continuar ni para conocer verdades, así sean genéricas o, bien, creencias para tener un modus vivendi que alguna cosa profunda. 
 Y, entonces... ¿Para qué? Dejen de fingir y confiesen que no se ven solos ni capaces de andar como en alguna ocasión estuvieron: creyendo de nuevo en una figura fantástica que, según ustedes, les llenará lo que sólo son descargas eléctricas en alguna parte de nuestra estructura.

M. Téllez.

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