Mondolfo, Rodolfo, La
comprensión del sujeto humano en la cultura antigua, Buenos Aires, Eudeba,
1968.
La tesis principal del texto es
que los griegos son un punto de mediación entre la falta de conciencia personal
del hombre y la subjetividad infinita como certeza pura de sí mismo. Los
griegos habían afirmado el dominio del espíritu en relación con la naturaleza,
es decir, ya no es la naturaleza la que responde al hombre sino que es el
hombre el que se cuestiona y se responde a sí mismo (es a esta luz es que surge
la filosofía en Grecia). No obstante el espíritu griego se desprende
directamente de la naturaleza por lo que no es un espíritu absoluto, libre y
que descansa en sí mismo a la manera de Hegel, sino que aún está adherido a lo
natural, es por eso que se expresa de manera objetiva. Pero lo humano
contemplado en la Grecia antigua no es la interioridad subjetiva, sino la
exterioridad objetiva del devenir social, la conciencia valorativa que cada uno
tiene de sí mismo, de sus obras, se basa en la honra que recibe de los demás.
El conocimiento de lo humano, empieza como conocimiento objetivo exterior, pero
implica necesariamente una subjetividad en acción, de la cual el sujeto griego
tiene una conciencia instintiva y oscura. El hueco que queda en el desarrollo
del espíritu griego, es decir, la inconciencia de la subjetividad que ya se
filtraba en la construcción de algunos de sus conceptos (como lo hace evidente
el autor cuando habla de los últimos poetas jónicos como Eurípides) viene a ser
llenado por el cristianismo, donde el espíritu ya no se halla adherido a lo
natural; sino más bien, presente y actual.
Los griegos se dan cuenta con
Platón de que lo más verdadero, lo universal, es la idea, pero esto lo conciben
de la misma manera que a la naturaleza, como el objeto, como lo otro, pero no como “el espíritu”, no como
“EL” hombre. Más tarde con Aristóteles alcanzan el concepto de un pensamiento
que se piensa a sí mismo, pero no se trata del pensamiento del hombre, éste aún
pertenece al terreno de lo natural. Éste es el objetivismo antiguo contra el
cual se levanta la modernidad con su lenta y gradual conquista del
subjetivismo, del pensamiento, de la verdad y fundadora del humanismo puro.
El pensamiento griego consideraba
al hombre como individuo y especie, con todas sus acciones y pasiones, como un
mero producto transitorio del proceso natural cíclico en el cual nace y muere
constantemente. Por otro lado el cristianismo viene a romper con la idea del
tiempo como algo cíclico y lo concibe de manera lineal y que tiende al
infinito. El cristianismo en lugar de elevar al hombre hasta Dios, hace al
propio Dios carne y lo hace bajar hasta el hombre, provocando que éste ya no
sea espectador sino protagonista, es decir el cristianismo trae consigo el
antropocentrismo.
El cristianismo, ha sido un parte
aguas para la noción de individuo, ha cambiado la manera en que los individuos
se relacionan y la mentalidad de los mismos, independientemente de que los
individuos sean o no cristianos, al menos en el mundo occidental los individuos
no pueden evitar pensar en términos cristianos, los conceptos como “la
libertad” y “la igualdad entre los hombres” difícilmente pueden evadir al
cristianismo, y siguen tan vigentes que se siguen fundando democracias bajo
estos dos conceptos.
M .J.R.M.