viernes, 14 de febrero de 2014

Escapar

Escapar

Caminamos por las mismas calles, incluso hasta vemos a la misma gente en ocasiones; ya sabemos su rutina, es como la nuestra. Decimos las mismas cosas en escenarios similares. De vez en cuando, en momentos de lucidez, soltamos algún juicio que nos parece distinto de nuestra forma de ser. Una vez en dos meses. Despertamos y pensamos lo mismo que en la mañana anterior. Si dejamos un plan pendiente que no hemos realizado, pensamos que lo haremos. Quizás sí lo hagamos, quizás mañana.
  No todo es así. Ya hicimos cosas, quienes hemos hecho. Quisimos aprender alguna cosa, ya sea pintar, dibujar, tocar algún instrumento, ya lo logramos, nos sentimos satisfechos, y no es esto mediocridad, no pensemos tan banalmente todo. Ya exploramos cosas que tenemos aquí, en donde estamos, en nuestro pueblo si es pueblo, o en nuestra zona de edificios y luces. Ya aprendimos algún idioma, ya hablamos de los que nos apasiona en algunos lugares. En una sola palabra, ya cumplimos las metas que nos fijamos, ¿qué sigue? Yo no lo sé. Lo que sé es que me siento extranjero aquí, donde ya hice. O no digamos extranjero, digamos sencillamente que hemos realizado cosas que nos habíamos planteado hacer aquí, en ésta ciudad, en éstos alrededores, si ya hicimos, es como si ya no tuviésemos que hacer más aquí. Quizás venga algún aguafiestas a decir que aún hay cosas por hacer, lo dirá porque no sabe leer. Y no estoy siendo necio ni tampoco cierro los ojos, al menos no a las razones que él cree, si los cierro es a causa de la rutina, ya están agotados de esas imágenes.
  A lo mejor hay alguien que ve mis razones -las cuales no escribo tan explícitamente, al menos no todas- para decir que no hay más que hacer aquí. Y si no las ven, realmente da igual. Yo tampoco entendería las razones de aquellos que se quedan en algún lugar en donde nunca han hecho algo útil, ni por ellos ni por alguien más. Solamente siguen respirando porque según ellos es obligatorio hacerlo. No es obligatorio. La época no está para darse lujos en algunos casos. No está para que escapemos, o al menos eso parece. Pero, ¿y qué? La época exige filosofía reactiva en muchos aspectos, y algunos ni la teórica saben. Ya ni digamos filosofía, que quién sabe qué sea, sencillamente pensar, ley pragmática. Y si están con ánimos, ley moral.
  Hay que escapar, yo quiero irme. Estoy seguro que varios de ustedes también buscan de irse, y no para payasear o por típicos lloriqueos, sino porque influyen las paradojas de los fenónemos en nosotros. Paradojas que ya son nuestras rutinas. Rutinas que están aquí. No hay que estar aquí.
 
M. Téllez.

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