viernes, 7 de febrero de 2014

Esta es una reacción a “Mis tetas y yo”, de Yael Farache.

Cuando leí ese artículo fue revelador. Tenía yo muchos prejuicios con respecto a esa parte del cuerpo. Como dice Yael Farache, la mujer siempre ve a sus chichis (diré chichis porque es una palabra alegre y muy mexicana) con vergüenza y nunca para sí misma.
Hasta hace poco tiempo yo caminaba con la espalda encorvada. Y cuando leí ese artículo, que coincidió con un momento de reflexión acerca de mi cuerpo, me di cuenta que era por vergüenza. Yo estudio Filosofía, en mi colegio hay más hombres que mujeres: no puedo darme el lujo de vestirme como si fuera fácil. ¿De qué otra forma, si no, me tomarían en serio intelectualmente hablando? Si te encorvas, el pecho no se te sale tanto. A eso agréguenle (ya lo saben quienes me han visto) que no soy precisamente la frondosidad ambulante. Así que me di cuenta que era ridículo.
Yo agrego que no solamente le tenemos miedo a nuestros senos, sino también a las caderas, las nalgas, las piernas. Todas, absolutamente, tenemos al menos alguna de esas partes lo suficientemente atractivas. Pero yo me escondía detrás de pantalones una o dos tallas más amplios, playeras aguadas. Hace seis meses no se me hubiera ocurrido salir de falda.
Y también es cierto que juzgaba. A veces incluso pronunciaba que tal o cual no se quería por vestir enseñando su cuerpecillo. Me justificaba con el clásico argumento, antes mencionado, de que tienes que hacerte respetar. Hacerte respetar implica el ser pura alma, dejar al cuerpo. Ocultarlo con fines racionales. Pero todo eso es mentira.
No es más que el acuerdo tácito, que tan bien explica Yael, entre las mujeres. Me fascinó la imagen del ocultamiento de las chichis como un desarme. Mostrar las tetas es alterar el orden social.
Quizá en los hombres esto no haga tanto eco. Eso es porque la parte preponderante de su cuerpo, sexualmente hablando, está oculta en sus pantalones. Les estorba a ratos, pero no es como si se presentara al mundo a cada momento. Además, lo sexual en el hombre está socialmente permitido. Está bien, esta cool. La eterna disputa en la sexualidad hombre-mujer. Él puede ser un gigoló, ella sólo una puta.
Pero las mujeres tenemos lo más sexualmente atractivo (en términos generales, claro) a la altura de las amígdalas. Están siempre ahí, resultan como carta de presentación. A veces poco importa el tamaño, si están ahí simplemente gustan y llaman la atención. Tenemos que lidiar con eso todos los días. Y con decir que ahora estoy aprendiendo a disfrutar la totalidad de mi cuerpo, no quiero decir que me agrade que me vean asquerosamente o que me torteen en el metro. Y, digan lo que digan, el porcentaje de hombres que sufre de eso es muchísimo menor al de las mujeres. Es que, vaya, un hombre puede ir sin camisa en la calle y no pasa nada. Pero una mujer que vaya más o menos vestida de forma (qué forma, si al final de igual) atrevida está dando permiso de que le metan mano. ¿Es así, o no?
Sigue habiendo mucha desigualdad en este ámbito. Me causa mucha curiosidad como el tema del cuerpo femenino es tratado a veces con tanta naturalidad y, al mismo tiempo, causa tanto morbo. Aún en un sola persona.
Las chichis, las caderas, las piernas, son formas. Formas exaltadas, pero formas al fin. Invito a todos quienes me leen, a las mujeres especialmente, a que disfruten de esas formas. Su cuerpo se ha acomodado de tal o cual manera. Acepten la forma, cuídenla, cultívenla haciendo ejercicio; además es saludable.
Lo más importante es sacar la vergüenza. Pueden seguir vistiéndose de playeras y pantalones aguados, pero que no sea por asco o temor. Que sea porque así quieren. Y si, de momento, se dan cuenta de que aman sus formas y desean mostrarlas, no tengan miedo. De diez mujeres, quizá nueve las juzguen negativamente. Pero quizá al menos a una le hagan pensar, aunque sea ligeramente, que mostrar su cuerpo simplemente por mostrarlo, no está mal. Así como el artículo de Yael me invitó a reflexionar acerca de algo primario, inmanente. Fundamental.

Valencia.


4 comentarios:

  1. ¡Que bonita reflexión!
    En lo personal, pienso que parte del concepto de hermoso surge a partir de las formas del cuerpo humano, sean de hombre o mujer, lamentablemente hemos dejado de respetar la hermosura y pensamos que es un derecho más que un privilegio. ¿Qué hacer para erradicar estas acciones que se vuelven costumbres? ¿Cómo poder hacer participes del acto feminista a una población completamente sexista en favor del hombre? Gracias por salir y sentirte orgullosa de ti.

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    1. Efectivamente, si aceptamos y volvemos nuestra concepción de lo primario del ser humano como algo natural, su cuerpo, quizá nos dejemos de tendencias sexistas y demos un paso más.

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  2. Jamas lo habría pensado como "carta de presentación"..

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  3. Chécate, y verás que ve la gente primero, Jajaja

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