domingo, 23 de marzo de 2014

El baño es obsceno.

El baño es obsceno. El retrete está iluminado como una pieza de museo, como si la persona que se sienta sobre él fuera de un momento a otro a realizar un performance.
Mi compañera entra a él del lado izquierdo, yo tengo mi cuarto del lado derecho. La luz que me queda más cercana es una luz amable, cálida, distante. El cuarto de baño es un lugar amigable. Pero mi compañera prende, seguramente, la luz que da directamente al retrete porque le queda más cerca. Y es entonces cuando el cuarto revela su carácter más morboso. Ven, caga aquí, que quiero verte.
La luz es ineludible, ciertamente fue puesta ahí por algún ingeniero pretencioso. O simplemente por un electricista incoherente.  
Detrás del retrete está una ventana. Una ventana absurda, enorme, que si llegas con sólo la toalla enrollada alrededor de tu cuerpo y esa ventana está abierta, en el trajín de cerrarla seguramente terminarás mostrando una chichi o los pelos de lugares recónditos. Cabe decir que la ventana da a la calle. Este baño ha sido hecho para mostrar.
Además, si eres descuidado y poco te importa la decencia que raya en lo neurótico, igual te muestras cada vez que entras. Hay edificios enfrente, altos y bajos. El paradero del autobús. ¿Cuánta gente te ha conocido, sin que fuese lo que querías? ¿Habrá videos tuyos en la red? ¿Tendrán muchas visitas? ¿Algún día se los mostrarán a tu mamá?

Esa y muchas cosas más puedes pensar de este baño rosa, femenino. Casi romántico. Pero que en realidad guarda el malévolo propósito de darte a conocer en tus más magras carnes. 

Valencia.

sábado, 22 de marzo de 2014

El mundo como voluntad y representación: libro IV

El primer parágrafo del libro IV contiene lo referente a la conducta humana, Schopenhauer se mantiene exclusivamente en el terreno de la observación y el análisis, bajo el supuesto de que  “la filosofía no puede hacer más que interpretar y explicar lo que es.”[1]Se abstiene e dar preceptos. Esto es así porque el objeto de investigación de este libro IV versa sobre el valor o la nada de la existencia y para dicha investigación, los preceptos morales estorbarían más de lo que podrían ayudar. “¿No es una contradicción decir que la voluntad es libre, y prescribirle, sin embargo, leyes, con arreglo a las cuales debe querer?”[2]
    Cuando Kant fijó los límites de la razón, en realidad fijó al mundo como mera representación y para Schopenhauer éste mundo real y visible en el que vivimos tiene un contenido lo bastante rico como para no ser agotado nunca por el espíritu humano.[3] La clave para Schopenhauer está en no examinar otra cosa más que lo que es, es decir la Voluntad y su espejo la representación, sin embargo, tiempo, espacio y causalidad no son suficientes para entenderla. Él plantea que la voluntad (que siempre es voluntad de vivir, ya que la vida es la manifestación de la voluntad para la representación) es por sí misma inconsciente, pero que en adición con el mundo de la representación, se hace consciente de su querer y del objeto de su querer, esto es el mundo y la vida como son.
   La pregunta por la esencia del mundo, por aquello que nunca cambia, que siempre permanece, Schopenhauer la responde diciendo que eso por lo que la filosofía se ha preguntado tanto tiempo es la Voluntad, es decir que la cosa en sí es voluntad y su aspecto fenoménico es la representación, de ahí que la vida y la voluntad sean inseparables.
    Ahora bien, el individuo es una mera manifestación (individual) de la voluntad, a pesar de que nace y muere está irremediablemente circunscrito al fenómeno de la voluntad y por consiguiente a la Vida “cuyo atributo esencial es aparecer en criaturas individuales, manifestando fugitivamente y en el tiempo lo que en sí no conoce tiempo y debe precisamente manifestarse bajo esta forma para poder objetivar su verdadera naturaleza”[4]. Es decir, que toda la naturaleza no es otra cosa que el fenómeno y la realización de la voluntad. Aunque también es importante señalar que como individuos no somos únicamente subjetividades sino que como cuerpos, somos más que representación, participamos de la cosa en sí, somos voluntad. 
    A la voluntad (como cosa en sí) no le importa la muerte de un individuo, que es un mero ejemplar de su manifestación (y está constituido de tiempo, espacio y causalidad además de un poderoso instinto de reproducción), sino la preservación de la especie. La voluntad como fuerza, atraviesa todas las cosas que desean existir y subsistir, que intentan mantenerse a costa de lo que sea, es una fuerza ciega, acontece sin motivos ni representaciones. Toda voluntad busca afirmarse, pero debe hacerlo a costa de la negación de otra, de manera que naturalmente cada individuo se piensa así mismo como el centro del universo.  “La naturaleza expresa de este modo esa gran verdad de que sólo las ideas y no los individuos tienen realidad verdadera, es decir son la objetivación perfecta de la voluntad.”[5]  El hombre que comprende dicha perspectiva se consuela de su propia muerte y la de los suyos en pos de la vida inmortal de la naturaleza de la cual forma parte él mismo. En ese continuo renovarse que es la vida, el deseo de no morir se presenta como un deseo insensato que únicamente obstruiría a la vida misma.
    Por medio de la causalidad, ese encadenamiento de la conciencia al principio de razón, podemos abstraer lo pasado (un vago ensueño de la imaginación) y el devenir, sin embargo la forma de la vida o de la realidad no es más que lo presente, pues “el presente es la forma esencial e inseparable del fenómeno de la voluntad”[6], está constituido por el punto de contacto entre el objeto (cuya forma es el tiempo) y el sujeto (que no tiene forma pues es la condición de cuanto puede conocerse sin ser conocido). Donde el objeto es la voluntad hecha representación y el sujeto es el correlativo necesario del objeto.
    Entonces, si todo esto es así y lo único que existe es el presente eterno, al reconocernos como individuos no-eternos, es decir como fenómenos individuales de la voluntad, irremediablemente terminamos preguntándonos por nuestra finitud en ese presente eterno, esto es por la muerte.
    Schopenhauer afirma que lo que tememos de la muerte es la destrucción del individuo, del “yo” y puesto que somos voluntad de vivir, es natural que todo nuestro ser se rebele ante la idea de morir. No obstante ese sentimiento de horror hacia la muerte puede ser dominado por la reflexión de un conocimiento filosófico acerca de la esencia del mundo (un conocimiento de la voluntad)[7]“Un hombre, en fin, que tuviese bastante amor a la vida para pagar sus goces con los cuidados y tormentos a que está sujeta, descansaría con sólida planta sobre el firme suelo de la eterna máquina redonda, y no tendría nada que temer.”[8]
    Sin embargo Schopenhauer trata en una de las partes finales del libro IV, las cuestiones referentes al suicidio afirmando que es el único acto humano verdaderamente libre y que no obstante el acto de quitarse la vida no niega la vida misma sino sólo las condiciones particulares de la misma. Que el suicidio no afecta en lo más mínimo a la voluntad sino sólo al individuo. Agrega que la libertad no pertenece más que a la voluntad como cosa en sí y no como fenómeno.
    Por último, al final del libro IV abre la cuestión de la nada y de cómo dicha idea nos viene por medio de que consideramos existente y real únicamente el mundo de la representación, es decir aquello que tiene la propiedad de estar en un tiempo, en un espacio y en una causalidad. Cuando algo pierde dichas propiedades decimos que se ha perdido en la nada.
    El problema es que si nosotros somos voluntad (siempre de vivir) y al mismo tiempo somos un fenómeno de dicha voluntad, lo que nos corresponde es el conocimiento de nuestra realidad actual, es decir del mundo como representación (conocimiento positivo) y no del mundo como la nada (conocimiento negativo).
    Entonces, la voluntad se manifiesta en nosotros a través de deseos, quereres o motivos, por medio de esa angustia/dolor incesablemente necesario que siempre queremos superar y que sin embargo nunca lo logramos. Dichas manifestaciones únicamente han sido superadas por hombres santos en quienes la voluntad se reconoce a sí misma y renuncia libremente a sí misma, quedando únicamente conocimiento. No obstante ese conocimiento que va más allá de la voluntad es un conocimiento de la nada. “lo reconocemos abiertamente, lo que queda después de la supresión de la voluntad para aquellos a quienes la voluntad anima todavía no es más que la nada efectivamente.”[9]



[1] Schopenhauer, Arthur, “El mundo como voluntad y representación”, [trad. La España moderna], Mestas, Madrid, 2001, p. 276.
[2] Ídem.
[3] Vid., ibíd., p. 277.
[4] Ibíd., p. 279.
[5] Ibíd., p. 280.
[6] Ibíd., p. 283.
[7] Vid., ibíd., p. 287.
[8] Ibíd., p. 288
[9] Ibíd., p. 410.

¿Polis?

¿Polis?

Estaba pensando hace algunos días sobre el desempleo en el país. Sucede que la mayoría de los habitantes supone que conseguir un título universitario facilita el proceso de búsqueda y obtención de trabajo. Parece que terminar una carrera universitaria garantiza una mejor calidad de vida y una mayor cantidad de ingresos, así como una estabilidad personal y social.
Cada vez hay más aspirantes para ingresar a la educación media superior o superior, cada vez hay más carreras demandadas, cada vez hay más egresados —ni siquiera creo que estén todos satisfechos con la carrera elegida o que estos egresados sean todos igualmente capaces de desempeñar alguna función en su rama— y también cada vez hay menos puestos disponibles. Sucede que las empresas escogen siempre al que parece “el mejor” de entre las masas: ya sea el que maneja algún o algunos idiomas, el que tiene mejor presentación, el que tiene mayor facilidad de palabra, el que tiene horarios disponibles… Tal vez hasta prefieren al que parece que pedirá o se quejará menos.
Siendo el campo de empleo reducido para los jóvenes egresados, muchos de ellos terminan laborando en algún puesto que ni siquiera tiene relación con lo estudiado. Y no se diga de los que tuvieron (tuvimos) la idea de estudiar alguna carrera “innecesaria”. Esas a las que se va a hacer nada. Y claro, el problema de estas carreras es que no te enseñan a ser una máquina obrera, sino a tomar conciencia de tu condición humana. Pero, ese es ya otro tema.
El problema es que nos han vendido la idea —y la compramos— de que el universitario será siempre mejor que alguna persona poco instruida. Que el “Licenciado” es el que sabe y los demás son sus súbditos. Que ser técnico es malo y que sólo estudian carreras técnicas los que son poco inteligentes, tienen necesidad de trabajar rápido o conformistas. Y algunos otros, que corren con mejor “suerte” y obtienen el trabajo, terminan siendo profesionistas frustrados o inconformes con el ambiente laboral al que pertenecen. No son felices ni de una ni de otra forma.
No sé qué pensaría Platón al observar esta “sociedad” que intenta hacer a todos los ciudadanos buenos para sólo una cosa, abandonando los demás puntos importantes para el buen funcionamiento de este organismo vivo llamado la sociedad. No olvidemos que en la República, se plantea una manera adecuada (y tristemente utópica) para la conducción de una polis. En ella, cada habitante hará lo que le toca por naturaleza, me refiero a que cada persona tiene tendencias naturales hacia algo. Cuando un individuo realice eso que tiene marcado por naturaleza en lo que es bueno, será un bien para él.  
Para esto, es necesario que se tenga especial interés en cada uno de los habitantes: “todo gobierno, en cuanto gobierno, no considera el bien  sino de aquello que es gobernado y atendido por él.” 344c El gobierno no deberá pensar en su beneficio ya que su felicidad está depositada en la felicidad de cada uno de sus habitantes, causando un crecimiento colectivo. Así, el gobernante habrá de descubrir las capacidades de casa uno y propiciarlas. Lo más importante para esto es la educación y la instrucción, ya que éstas producen buenas naturalezas (424a).
Siendo cada habitante feliz, tendremos una polis feliz y justa, ya que según Platón en 433b, justicia es el hacer cada uno lo suyo, esto entendido como la posesión y la práctica de lo que a cada uno es propio. Obviamente, cada ciudadano, al ser por naturaleza en cada cosa, será valorado y respetado por los demás y nunca humillado por practicar alguna actividad, dado que gracias al trabajo individual se da el buen funcionamiento de los engranes sociales.

Si se entendiera esto, habría menos discriminación hacia labores que necesitan “menos instrucción” y entenderíamos que cada quien es importante en su papel, entonces, habría mayor apertura a trabajos ciertamente necesarios y poco valorados. Creo en Platón cuando concede una mayor felicidad obtenida por los individuos al hacer lo que les gusta. Y, por supuesto, habría un interés de ver qué es lo que sabe hacer cada quien y con base en esto, ayudar el estado mismo a instruir al individuo para pulir sus capacidades naturales, logrando que sepa hacer lo suyo y además, que lo haga bien.

Ixchelt Hernández 

domingo, 16 de marzo de 2014

Celebremos a los seres tiernos y delicados.

Esto es con motivo del Día de la Mujer. Sinceramente soy pésima para recordar este tipo de fechas conmemorativas, así que no hablé al respecto de esto la anterior semana.

Partiré desde mi opinión hacia este día: es una patraña. Para comenzar, el mito de que la fecha se debe al incendio de una fábrica donde murieron cientos de trabajadoras, es falso. No sucedió en ese día, 8 de marzo de 1908 y más bien tiene que ver con las celebraciones estadounidenses para la mujer.
Ahora bien, esto no disminuye la tragedia de este hecho pero ciertamente la mitificación de esta celebración es interesante.

¿Qué celebra la gente este día? Lo que vimos en las redes sociales: el ser delicado, amoroso, valiente, cabrón porque puede todo sola, que da la vida.
¿No será que solamente alabamos a los estereotipos de género? La mujer que no encaja en esa descripción se ve relegada. ¿Qué hay de la mujer que no quiere ser madre? ¿De aquélla que no se queja cada cinco minutos de los hombres y que no los ve como un sexo opuesto, sino como seres humanos llanamente? ¿De aquélla que no se centra con fiereza en su vida profesional para verse aguerrida en un mundo dominado por los hombres? ¿Que no se siente la cosa más grandiosa por hacer las mismas cosas que los hombres pero subida en tacones? ¡Gran logro, eh!
La gente sigue apreciando a la humanidad de manera dividida: en penes y vaginas. La distinción es básica y por tener uno u otra ya somos parte de mundos distintos, según esto.
Seguramente estoy en contra de la discriminación en la misma medida que me fastidian las cursilerías de género. El Día de la Mujer ni siquiera está entendido desde un feminismo crítico, positivo; las mujeres se dedican a decir que son lo mejor de la creación y los hombres a enmielar las cualidades de la mujer abstracta, perfecta y cuasi divina. 
Sabemos que, efectivamente, el papel de la mujer en el mundo aún no es igualitario al del hombre. Pero lograr este equilibrio no se dará exaltando cada año al género oprimido, sino cada día pensarnos como seres humanos que tienen características fisiológicas distintas y que a final de cuentas la distinción hombre-mujer solamente es real en este ámbito.
Que la mujer no es la única que da vida, ni el hombre es el único protector, proveedor del hogar ni el único capaz de llevar a cabo cualquier labor. Todos tenemos la posibilidad de todo en nosotros, y deshacernos de los prejuicios de género es un paso esencial para que nuestra vida sea realmente libre.

Valencia.

sábado, 15 de marzo de 2014

Rosario

Rosario

¿Sabes qué se siente morir? Lo recuerdo, me paseaba entre sollozos, llanto, gritos ahogados, rezos incomprendidos, velas que ardían, flores inicuas, desconcierto, café frío; andaba con estos pies que antes dolían, con un sobrante de miedo, pues seguido viene cuando no estás conmigo. Lágrimas alrededor de mí y en mi nombre, no supe jamás el motivo por el cual me condolían pues todo era mejor así, todo y nada por igual. Recordaba vagamente lo que sufrí aquel julio 9, en esa helada cama de hospital, con mi fuerte madre al lado que siempre me sonreía, siempre que yo la estaba observando, siempre creyente, siempre atenta conmigo, siempre rezando hasta en suspiros, siempre hablándome al oído para que la soledad no viniera y se fuera con aquella que la esperaba en la cama de junto. Ah, esa hermosa mujer que lloraba a oscuras o en ese pasillo, ella que se limpiaba las lágrimas rapidísimo, ella con la cabeza siempre viendo al cielo y con un orgullo admirable aunque a veces nocivo.
No sé bien cómo llegué aquí, pero estoy parada en una habitación repleta de gentes, algunas conocidas y otras indeseables, todas se conmueven aunque sea por compromiso, observo allá, a lo lejos a mis hijos, a aquél hombre que tanto quise, a aquella mujer antes descrita, todos como idos. Respiro la nostalgia que de ellos brota, siento necesidad de que me vean una última vez, de reflejarme en sus ojos y decirles que todo estará bien pero debí haberlo hecho meses antes, ahora es tarde.
Sigo inspeccionando esa habitación, encuentro vasos vacíos, galletas a medio comer y uno que otro perdido pues debería estar velando al otro muerto que habita en la puerta de junto más está aquí conmigo. Hay también otros muchos que vinieron aquí sólo para saciar su hambre pues no se separan de los bocadillos que una amiga trajo para hacer un poco más llevadero este momento, pues, ya ves lo que dicen: “Las penas con pan son menos”, ellos muy apenados no se veían pero bueno…

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Le llamó la abuela muy temprano a papá, con una franca tristeza que se percibía en la voz, esa voz quebrada que es augurio de malas noticias. Él de inmediato lo supo, no era necesario pensar demasiado, sabía que la vida no duraría para siempre, sabía también que debía actuar por lo menos ese día un poco amable como agradecimiento tardío hacia aquella mujer que le brindó sus pensamientos, que se olvidó de ella misma para darle lugar a él, que se entregó en todo momento a sus lacerantes caricias. Él me marcó en seguida, y claro, no es presunción, pero yo lo supe desde antes de que el celular sonara con desesperación.
Yo había pasado una noche muy difícil, Carlos abarcaba mi mente, ese regordete niño más dulce que la miel, ese pequeñito me daba pesar. No podía dejar de pensar en lo que haríamos cuando nos faltase mamá, en qué debía hacer para aliviar un poco el mal que sufriríamos (a mi parecer) prontamente. Pensaba también en su corazón y en ese sentimentalismo que lo caracteriza, esa nobleza que es más grande que él, todas sus virtudes, todos mis defectos solos, frente al mundo. Pensé por largas e interminables horas en nosotros, en el futuro que perpetuamente es incierto. Tenía miedo, aún lo tengo. Sonó a las cinco con quince de la mañana, aún tengo registrada aquella llamada que amordazó mi corazón, contesté enseguida con un temblor en las manos, era papá llorando como niño: -“Prepárate paso por ti como en una hora, tu madre…”- no tuvo que decir más. Colgué, corrí al baño, no recuerdo lo siguiente, llegó y se lanzó a mis brazos como un pequeño que busca asilo en alguna mujer estéril. Gotas y gotas salieron de sus ojos, yo no podía… Huimos.
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Vi a esa mujer que me amó tendida en la cama, respirando artificialmente, ella que me aguantó hasta en los días buenos, ella que me esperó siempre que no llegué, ella que me daba su aliento cuando no había oxígeno disponible para mí. Ella que se me dio toda como un manjar, ella que me abrió no sólo el alma, ella capaz de sacarse el corazón y regalármelo si yo hubiese necesitado algún trasplante eventualmente. Corrí a abrazarla con la desesperación que un perro busca a su amo al sentirse perdido, me aferré a ella después de que mi hija le había dicho algunas cosas en silencio, me prendí de nuestros recuerdos y sentí el amor que escurría por sus poros, el amor que siempre fue mío. Le dije no sé qué cosas, prefiero dejarlas al olvido y cesó su respirar tan cansado como vacío. Murió entre mis brazos y con el frío. Julio 9 no se olvida, eso está más que visto.
Amor debió haber sido su nombre pues eso era, amor. Nunca “mi amor” pues, en esa relación, ella fue la única que quiso.
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Llegamos tarde a Ixtepec, ya nos esperaban. La carrosa se nos descompuso en Tinajas, a media noche entre el monte; mi nieta, mi hermosa hija muerta, el pobre conductor y yo (¡valiente equipo!). Nos quedamos ahí por horas, vimos el anochecer juntas una vez más, aunque con el intruso chofer, estuvimos cercanos hasta la madrugada. Llegó de no sé dónde una grúa que nos llevó hasta el siguiente pueblo debajo de los chorros de agua, donde había otra funeraria, contraté otro carro para llegar a nuestro destino,- ¡hasta morirse sale caro!-.
Llegamos muy retrasados, entramos y salimos, la misa estaba próxima. La cargaron sus amigos de la infancia, ese hombre que no la quiso, su hermano, sus tíos, ella fue amada hasta el domingo. Caminamos bajo el sol vestidos de negro con el olvido bien puesto y los bolsillos vacíos, escuchamos misa, no recuerdo lo dicho por el padre. Luego, hacia el panteón con toda esa gente que me seguía muy de cerca pero no tanto como mi dolor, arribamos con los pies a cuestas y el miedo perdido, desolados, extraviados sin su candor ni brillo, sin la luz que emanaba de sus grandes ojos, íbamos todos a darle final a su historia, la que nos hizo soñar de verdad.
El panteón repleto, no precisamente de personas que fueron a visitar a sus cadáveres, sino gentes que llevan uno nuevo. Me dolió como nunca, el dolor más grande que jamás sentí, espero, por cierto, morir antes que alguno otro, pero como Dios no cumple caprichos, espero sentada a que la muerte me toque. Se aseguró la tapa de la caja como si nunca la quisieran ver de nuevo, la cargaron de nuevo, como a una reina hasta el hoyo en que su cuerpo descansaría. Me dije con un tono no peculiar: -“Ahora no se quejará más por despertarse temprano para ir a trabajar”- en un afán de darle un poco de color a mi día, me salió todo contrario. La metieron ahí, le echaron polvo, piedras encima, algunas rosas para disimular el olor de muerto que despediría luego de unas jornadas sin la luz del día. Ah, y yo le eché también algunas lágrimas que llevaban el dolor maternal hasta donde principia la vida. Milagrosamente no me eché con ella a ese hueco en la tierra. La dejamos ahí, sola, mientras  el sol se ponía. Nos marchamos con el alma en una mano y en la otra la agonía, recuerdo tan bien ese día.
Rosario fue enterrada el 11 de julio, después de pasear desde el DF hasta Ixtepec, Oaxaca, de la cama de un hospital a un agujero terrestre. Y me repito incesantemente en mi cabeza, cada que despierto y también cuando me levanto lo que dijo alguna vez en buen García Márquez: “La muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.” Hasta luego mi pequeña Rosario.
Ixchelt Hernández

¿Qué es el hombre como tal?


La importancia de responder esta pregunta viene con el fin de la ética, pues al responder qué es el hombre, se hace posible establecer valores universales fijos, es responder cuál es la manera de actuar correcta. La pregunta es una cuestión de vida y de muerte, pues el espanto es que el hombre muere, aunque quizás es de mayor espanto encontrar que el hombre vive, pero entonces ¿qué es el hombre como tal? “La pregunta sigue sin resolverse, porque nadie tiene suficiente autoridad para dar una definición única y universal del hombre como tal, pero el problema entonces es que si no se define este concepto, nunca podrá plasmarse en una ley.”[1] 
El hombre como hombre, es un ser que oscila entre la fragilidad y el poder, para los griegos cretenses oscila entre Zoé (vida infinita) y Biós (vida finita). Cuando el hombre pregunta ¿qué es el hombre? él mismo se niega y se afirma, se ve envuelto entre la mesura y lo orgiástico, entre lo justo y lo injusto, entre la suavidad y la violencia, entre la vida y la muerte. “Platón rompe con el misterio orgiástico e instaura una primera experiencia típica de la responsabilidad”[2] ya con una carga encima llamada responsabilidad, no hay duda alguna de que ya existe en ese mismo hombre la moral, es decir la autoconciencia de lo bueno y lo malo.
Mientras el hombre se pregunta todo esto, se ve acechado por “otros” hombres y protegido por otros más, (y a veces por los mismos), lastimado y curado, liberado y esclavizado. El hombre tiene Poder para cualquier opción y al darse cuenta de dicho poder, ya sea en él mismo o en otro, vuelve a preguntarse ¿qué es el hombre como tal?
Responder la pregunta, va a determinar al hombre en su “estar-en-el mundo, en el tiempo, “presente vivo”, “mundo de vida”, el estar-en-el-lenguaje.” El lenguaje abrirá el horizonte ante el cual la humanidad hablante dará sentido al mundo, en el que van a sobresalir los “otros” con los que tenemos que convivir en el lenguaje y desde el lenguaje. Se abre una comunidad de habla, sin embargo ese horizonte se ve negado a varias personas que no podrían entrar en dicha comunidad moral y que por lo tanto no tendrían consideración alguna.
“Se ha definido al hombre como un ser racional capaz de formar parte de una comunidad que además puede comunicarse con ella a través del lenguaje, pero esto excluye a quienes no tienen esas características de la categoría hombre, y entonces se hace un grupo aparte de los hombres, el de los excluidos, entonces definir al hombre por el lenguaje da como resultado que la definición sea excluyente y no universal.”[3]
El hombre se ha empeñado en atribuirse una cualidad especial que lo distinga de los animales, la de la razón, quizás porque “si la razón no puede generar el poder, se debe afirmar que el poder tiene la razón, aun si no es la mejor”[4]  y el poder parece siempre estar del lado de “nosotros” ( los dueños del discurso) en vez del de “los otros” (donde están los excluidos, los enmudecidos ya sea por la naturaleza o por el dolor, la violencia o los males actuales de la sociedad)[5]. El problema no es el hombre singular sino los hombres, pues irremediablemente están condenados a interactuar los unos con los otros.
Kant afirma, en la dialéctica trascendental que el interés de la razón está contenido en tres preguntas: 1) ¿qué puedo saber?; 2) ¿qué debo hacer? y 3) ¿qué me está permitido esperar? En el fondo, esas tres preguntas se reducen a una, ¿qué es el hombre?[6] Cualquier respuesta será problemática y difícilmente absoluta.  Todos, cada día nos hacemos cuando menos una de esas preguntas, especialmente ¿qué debo hacer? La cosa se complica todavía más cuando agregamos elementos como la libertad y la dignidad, la primera es trascendental porque depende de La ley. La segunda es una idea de lo incondicional y absoluto en cada sujeto: 
“como persona, es decir, como sujeto de una razón moralmente práctica, el hombre está por encima de todo precio; en efecto, como tal (hombre noumenal) no puede ser estimado únicamente como un medio para los fines de otros, ni siquiera de los suyos propios, sino como un fin en sí, es decir, que posee una dignidad (un valor absoluto) que obliga al respeto de él mismo a todas las otras criaturas razonables, y que le permite medirse con toda criatura e esta especie y estimarse a sí mismo en pie de igualdad.”
En efecto, concederle a cada individuo estas características es de lo más razonable, no obstante y aunque no es nada desdeñable, no responden a la pregunta ¿qué es el hombre? Y como no lo hace, no es posible plasmarlo como algo fijo, universal y fuera de dudas. Aun así la política lo plasma en la ley (la constitucionalización de los derechos humanos),  apoyándose en un escalón que nunca se construyó, lo que trae como consecuencia una ley sin poder, ineficaz y en muchos casos un bonito adorno de lo que llamamos Democracia.


[1] Morales, Cesáreo, ¿Qué es el hombre como tal?, Revista del centro nacional de derechos humanos, año 2, número 7, 2008, p. 83.
[2] Ibíd., p.87.
[3] Ibíd., p. 83.
[4] Ibíd., p 92.
[5] Vid., ibíd., p. 93.
[6] Vid., ibíd., p.96.

INJUVE

INJUVE

Les hablaré acerca de unos cambios que han estado ocurriendo en el INJUVE.
  Como algunos ya sabrán, grosso modo, el INJUVE fue creado con el ideal de ayudar a jóvenes en riesgo, brindarles empleos de verano, brigadas, talleres, una tarjeta de transporte, etc. Lo anterior con el fin de darle un apoyo al joven y que así pudiera terminar sus estudios o realizar alguna actividad de su gusto de la que quizás pudiera recibir un salario. Cuando se creó el programa, la ayuda era enorme, digo enorme a comparación con lo que ahora se da. No daré mucha información sobre lo que daban y hoy dan, aunque es más fácil decir lo que hoy dan, al ser tan miserable el apoyo. Sólo te otorgan una credencial de transporte -que de hecho es muy útil, pero los directivos de INJUVE ya te la quieren quitar por cualquier motivo- y también puedes incorporarte a una brigada, pero si haces ésto, ahora te dan a elegir: o credencial o brigada, la brigada te pagará $800 al mes. Descontemos a esos $800 pasajes -pues las actividades de INJUVE no siempre están a la vuelta de la esquina-, descontemos comida, pues aunque estés a veces 4 hrs en 'x' lugar realizando una actividad ni un boing te dan. Y no te citan sólo una vez a la semana. Básicamente te quedas con la mitad o menos de la mitad de tu pago al darte a elegir entre tarjeta o brigada. Ahora bien, no faltan los directivos que dicen que $800 no son nada para un joven, claro, ellos reciben salarios grandísimos y obviamente no entienden de 'necesidad'. Quién sabe si entiendan de algo relacionado con los jóvenes que de verdad requieren el apoyo y de hecho lo aprovechan.
  Lo anterior ya tiene tiempo. Ahora las cosas son peores. Esos directivos de INJUVE, recientemente despidieron a muchos tutores, a causa de su pésima organización -de los directivos o coordinadores- en eventos', y que al salir mal sus planes exigen a los tutores cosas de último momento, y éstos en ocasiones o reclaman o sencillamente no pueden organizar totalmente a su grupo de un día para otro, de hecho de unas cuantas horas a otra hora. Entonces, despiden a tutores por hablar o expresar su insatisfacción. Ahí no termina el asunto, jóvenes se enteraron de esos despidos absurdos y fueron a pedir que sus tutores fueran reincorporados. ¿Qué hicieron los directivos de INJUVE? Joven que reclame, joven al que se la quita la credencial y queda dado de baja del programa. La administración de hoy día del INJUVE es pésima, es cierto que hay personas muy responsables y que sí intentan apoyar a los jóvenes, pero ya los han corrido también.
  Ya expuse algunas cosas, que son ciertas, y si no profundizo más es para que ustedes investiguen poco más y sabrán que esto es ocurre. Pienso que la administración es un caos, y si está ordenada, es sólo para que ellos -los directivos- sigan ganando lo que reciben de salario -que supera los $100,000 mensuales en algunos puestos-. Ojalá pensaran los directivos que sin los jóvenes ellos no recibirían esos sueldos ni podrían lucrar de la manera en que lo hacen. No sé si las cosas se solucionen, es decir, que el apoyo vuelva a adquirir la fuerza que tenía antes. Jóvenes ya han ido a intentar hablar y no les hacen caso, exponen sus inconformidades -los jóvenes- y los directivos mejor se van y dejan hablando solos a esos jóvenes. Las cosas están mal para quienes quieren recibir apoyo y de hecho cumplen con sus actividades. No hay justificación razonable de parte de los directivos de INJUVE ante sus acciones.
 
M. Téllez.

domingo, 9 de marzo de 2014

¿Sin sentido pragmático?

¿Sin sentido pragmático?

Me siento' con la responsabilidad de contarles que he tenido problemas para escribir en el blog. Veo que mis cómplices comparten las lecturas que hacen y aplican cierto método para enseñar lo que es la lectura que hacen de esos textos, algunos -como en mi caso- optan por compartir su visión' respecto a ciertos 'problemás' de nuestro entorno o personales. Básicamente así nos movemos, así nos gusta -estoy hablando por ellos, ya sería menester saber si piensan similar-, así le encontramos sentido a muchas cosas. Ahora bien, ¿por qué cuento esto? En éste período de tiempo -que no sé dónde comienza o dónde terminará, sólo lo digo porque así lo visualizo mientras escribo- he tenido más cercanía con quienes platico. Cercanía la estoy entendiendo como la profundización de interrogantes respecto al estado de ánimo de mis amigos -o compañeros-, sobre su manera de resolver conflictos, problemas, etc. Sobre su andar en el mundo. Pero no olvidando la profundización, no es lo mismo preguntar '¿cómo estás?' y tomar como respuesta un 'bien', 'más o menos', 'mal', etc. Pienso que es divertido interrogar porqué estar así y no de otra manera, ¿que a caso no puedes cambiar tu estado de ánimo?
  Pero, lo anterior no tiene ni un puñado que ver con lo que inicialmente quería plantear. Fue un tropiezo largo que quise dar para confesar que he estado distraído. A ustedes no les importa, pero, ¿y qué? ustedes también se distraen, somos muy similares, ojalá la gente entendiera eso. Claro, la diferencia es que yo les quito el tiempo a aquellos que se atreven a leer y quizás algunos reflexionan poquísimo, otros nada y muchos sólo leen tres líneas y cambian, siempre será así. Basta de tropiezos y pasemos al asunto.
  Hace rato en FB una página subió una imagen, de comparación. En la cual aparece un 'famoso' -que yo no sé quién es, y no me esforcé en investigarlo, creo que no tiene importancia el nombre de ese famoso para mi propósito- recibiendo un premio. La apariencia de éste famoso es la común de los famosos en una premiación, muy alíneados, calzado brilloso', traje', etc. La imagen con la que lo comparan son unos niños, con apariencia totalmente contraria a la del famoso, carecen de prendas de vestir, y su físico nos indica que sufren de desnutrición. Al famoso le pusieron un diálogo que viene diciendo algo como 'Estoy agradecido con Dios por esto' -estoy parafraseando el diálogo- y abajo los niños dicen 'Estamos orgullosos de ti...'. Hasta el momento no entiendo quién hizo esa imagen, y si es a caso que es capaz de razonar. Y no, no le estoy llamando al creador de esa imagen un idiota o imbécil, quizás lo sea, pero eso no me importa, solamente no entiendo la relación de una premiación y un diálogo así con unos niños diciendo eso. Si lo que quiere decir ese creador de imágenes es que mientras unos viven felices y otros sufren, pues, qué increíble aportación nos ha dado. La pregunta es, ¿y cómo resuelve ese problema? ¿tiene solución? ¿tiene sentido práctico hacer ese tipo de imágenes? La Ética ha tratado de resolver esos problemas, sobre todo las teorías éticas-políticas contemporáneas, tenemos a Nassbaum, por ejemplo. Ese creador de imágenes ¿sabrá de esas teorías? O ¿se trata en FB -en tanto que sentirse 'ser que reflexiona'- de publicar imágenes que contienen dolor o sufrimiento a ver qué sale? La hambruna es un problema gigantesco que no resolverán las personas que publican desde su FB ni siquiera las personas que donan cosas han podido resolver el problema, es un asunto que no podemos entender', lo podemos quizás imaginar, pero no conocer, a menos que vayamos al problema, ¿quién va a ir? Otra cosa lamentable es que esa página tiene la postura que comúnmente puede ser catalogada de 'izquierda', creo que éste tipo de personas son quienes terminan pudriendo el ideal -más soñador y utópico- de alguien de izquierda. Entendamos izquierda como el liberalismo, pero no ese liberalismo ramplón y al que muchos le ven es un monstruo, liberalismo filosófico, como el de J. Rawls, por ejemplo. Especifíco porque bien alguien puede considerarse de izquierda y defender ideas de Nozick... pero, no, esa izquierda no.
  ¿Habrá un cambio si la gente dejara de publicar cosas de ese estilo? Entiéndase que si me refiero a un cambio estoy dando como supuesto que ocurre algo cuando comparten esas imágenes -cosa en la que no creo, es un supuesto para seguir con el razonamiento-. ¿La gente ya es más razonable cuando ve esas imágenes? ¿Ya actúan para que las cosas dejen de ser así de crueles? Y ¿qué si ya no se comparten esas imágenes comparativas o que dicen que el mundo se está pudriendo?

M. Téllez.

sábado, 8 de marzo de 2014

Día de la Mujer

Día de la Mujer

Hoy es el Día Internacional de la Mujer y regalan flores en los restaurantes. Hoy todos quieren mucho a sus madres y publican felicitaciones a hermanas y amigas en redes sociales. Hoy todos decimos que luchamos por la igualdad de género y la solidaridad en la especie humana. Hoy todos agradecemos por tener vida y por estar aquí y ahora mismo siendo o estando con alguna mujer.
Hoy parece, como todos los días que marca el calendario como fecha especial, que todo funciona de maravilla y reconocemos la riqueza en la diversidad.
Las instituciones se jactan de tratar de igual forma a hombres que a mujeres,  hoy. Vemos felicitaciones por parte del Estado en la televisión y ceremonias en las que participa el presidente para que la gente lo odie menos, se toma fotos con mujeres que no le importan y siendo sinceros, tampoco a nosotros porque no las conocemos —y no me vengan a sermonear con el argumento de la Otredad y sintiéndose los salvadores de la era:  si ni siquiera ayudar a su respectiva madre a recoger un plato de la mesa, ¿cómo ayudarán a la persona que es atacada en la vía pública o a la que se cayó cuando el camión arrancó violentamente?—.
Parece necesario en nuestra sociedad, que nos recuerden que los otros también son valiosos y, supongo que es por esto, que se inventan todos estos días para festejarnos unos a otros (no olvidemos a la mercadotecnia). Y entonces, hoy están llenos los restaurantes y los puestos de flores. Claro, que hay dos bandos: los que se suman a la celebración y los que se quejan de los días como este. Estos últimos, idealmente, lucharían por eliminar todos los días que muestran exclusión hacia otros grupos, sin embargo, esto raramente ocurre y se la pasan preguntando: “¿Y el día de x, ¿cuándo se celebra?”, “¿Por qué se celebra a ellas y no a nosotros?”
Hace un rato, cuando entré a Facebook, vi un estado preguntando eso y despertó mi curiosidad, entonces, fui a googlear cuándo se festejaba el día del hombre y para mi sorpresa, sí existe. Tristemente. Entonces, naturalmente, comenté la publicación haciendo partícipe de esto al de la duda.

Me sumo a la opinión que pronunció mi profesor de Ética el año pasado con respecto a esta celebración, que más o menos decía así: “No hay nada que celebrar. Celebraremos cuando ya no sea necesaria la creación de ninguna fecha especial y se haya alcanzado realmente la igualdad.” Celebraremos cuando, siguiendo a Margalit (que a su vez, seguía a Rawls), consigamos vivir por lo menos, no en una sociedad civilizada: existe una preocupación por la microética, es decir que los miembros de la sociedad no se humillan entre sí (esto sería perfecto pero parece ahora inalcanzable), sino vivir en una sociedad decente, esto es vivir en una sociedad que no humille a sus ciudadanos, es decir, que las instituciones respetan a cada uno de los integrantes del círculo social. Esta sería una sociedad no excluyente sino incluyente y con una preocupación por la macroética y en ella se eliminaría la humillación antes de promover el respeto, atendiendo esto a la urgencia que existe por erradicar los males.

Ixchelt Hernández

viernes, 7 de marzo de 2014

Sí.

A cada segundo miles de vidas se encienden, al siguiente, otras miles se extinguen
¿Qué sentido tiene este interminable carrusel de nacimientos y muertes?
Todo ser que amo y también que no amo, por el simple hecho de tener vida está condenado a morir. No es justo dar un regalo para luego quitarlo.
Todo esfuerzo, toda acción  se ve turbada por la promesa de la muerte y ya no sé si es promesa o  amenaza, de cualquier forma nadie escapa.
Aquí estoy, sigo vivo, dispensable y sin significado, un milagro quizás desperdiciado. Vago por el mundo con el cruel recordatorio de que todo aquello que un día amé se disolverá junto conmigo en la nada. Es la gran impotencia, mi único consuelo es que la eternidad dura lo que el sueño de una noche.
Vivir en un mundo violento, confuso y obsceno donde el volumen del televisor es proporcional a la soledad de cada quien, donde el alcohol y otras drogas duras logran mitigar el dolor, censurar la sensibilidad e incitar a la carcajada, me hace pensar en lo importante que es reír, pues si uno no ríe la vida se vuelve trágica.
Me gustaría curarme y sonreír, pero estoy infectado con el virus de la inquietud, ese dolor insensible aunque inextirpable.
¡Pero basta ya de tonterías!
¿Qué no acaso al preguntarnos por la muerte, irremediablemente terminamos haciéndolo por la vida?
¿Qué hay de esos momentos brevísimos, llenos de dicha que justifican la existencia, opacan a la mismísima muerte y hacen que todo sufrimiento, dolor y desesperanza resulten baratos?
Tu y yo hemos estado allí y hemos visto que una golondrina sí hace un verano.
No nos apresuremos en afirmar: “La vida no vale nada”. Sigamos rastreando esos momentos, son migajas que indican el camino a casa y seamos testimonio de cómo lo único que calma una infinita inquietud, es una búsqueda infinita.
No temamos a lo desconocido, ni siquiera al miedo mismo, ya no puede lastimarnos más y afirmemos la vida con un rotundo Sí.
Un Sí a lo que fue
Un Sí a lo que es
Un Sí a lo que será
Pues al final lo verdaderamente escalofriante es encontrarnos con que somos, que estamos y que vivimos.


M.J.R.M.

Tiempos aproximados.

Cuarto, media, cuarto para. La hora en punto. El mexicano vive de rebanadas de tiempo. Para él la hora con 21, 37, 52 minutos no existe. 
¿Por qué en países como Alemania y Japón el tren urbano pasa regularmente en tiempos establecidos? El mexicano dice querer eso en el metro, pero la verdad es que no lo quiere tanto. No le gusta vivir en tiempos exactos: quedar en reunirse con alguien a determinada hora le parece superficial. Se disculpará de llegar tarde, pero en realidad no le importa.
¿Será que el clima cálido le induce a la vida vivaracha y el tiempo exacto es algo propio de la gente de climas fríos? ¿Es que ha anticipado las teorías de la relatividad y le gusta vivir acorde a la realidad física? El tiempo es relativo, y el mexicano lo sabe.

He pensado en esto después de tener una pesadilla. Mi mente no cedía al sueño e imaginé una escena común. Ya saben, pensamientos de las cinco de la mañana. En una esquina que recorría regularmente en mis tiempos escolapios en mi ciudad natal, imaginaba que un señor me preguntaba la hora. “Son las dos y cuarto”, respondía en mi elucubración. Dos y cuarto. Probablemente eran las 2:32, pero no importaba. El momento exacto no importa, sino solamente el dar la información pertinente para que la persona interesada calcule más o menos cuánto tiempo le tomará llegar a donde tiene que llegar.
Claro que esto no aplica para las personas con múltiples ocupaciones e incluso para los estudiantes universitarios. Si el profesor comienza su clase a las 6:00, importan los minutos. A lo que me refiero, es que en México el tiempo exacto parece estar institucionalizado. Sólo es realmente importante cuando se tiene que responder a alguien más, hablando de una autoridad. Pero pensando en el mexicano común, en realidad el tiempo exacto no parece tan importante. Incluso el estudiante universitario, en vacaciones o días de ocio, no responde a los tiempos exactos. Quizá al llegar tarde estamos haciendo perder a la otra persona su tiempo, que podría haber utilizado para conocer a alguien, comer palomitas, ver una peli o masturbarse. Eso es lo que menos importa. Hacerle perder el tiempo a alguien común, que vemos a nuestro mismo nivel, que no es autoridad, no tiene nada de grave.
Quizá el tema es irrelevante, pero ¿no será que tiene relación con la mediocridad en la que está sumido el país? No hablemos de gobernantes o élites: la mayor parte de los mexicanos alimentan esa mediocridad. Y no puedo escribir en términos científicos esta relación, pero hay que recordar que time is money. Algo me dice que la falta de conciencia exacta del tiempo generalizada en nuestra cultura subyace una cuestión mayor.


Valencia.

domingo, 2 de marzo de 2014

La autodeterminación.

La autodeterminación tiene un lugar preponderante en la agenda de los sabios de todos los tiempos. Filósofos, científicos, literatos y demás han coincidido que el forjarse a sí mismos es la meta que engloba toda su actividad como humanos.
Sin embargo, puede que esos términos nos suenen muy vagos. ¿Qué significa la autodeterminación? Podríamos llamarla la construcción de sí mismo, desechar la determinación inexorable del universo y afirmar, en cambio, la posibilidad y la decisión humanas.
El camino de la autodeterminación es arduo, así como es darse cuenta de que es posible. Diariamente vemos gente que se conduce fatalmente a la vida: hacen las cosas que hacen porque se trata de obligaciones externas, funciones incuestionables. Ir a la escuela por ir, o dejar de ir con tal de llevar la contraria a la sociedad son ambas decisiones lejanas a un sujeto que desea conducir su propia vida. Lo mismo en el caso de un trabajo (lugar de muerte de las ambiciones de la mayoría de los infelices ciudadanos, detrás de un puesto a donde no quieren pertenecer).
La autodeterminación no es solamente ser lo que queremos ser, tal como lo dice Pico della Mirandola en su Discurso sobre la dignidad del hombre, en el sentido de forjarnos acorde a nuestros deseos, sino que esto engloba además una actitud estoica frente al mundo. Un ser que se determina a sí mismo no se deja llevar por las vicisitudes externas como por un río, sino que logra anteponerse ante ello, reaccionando de la mejor manera posible a lo bueno y también a lo malo que le llega del mundo.
Ahora bien, el fin de la autodeterminación es definitivamente la felicidad. Solamente gracias a eso podemos acercarnos a la máxima aristotélica que dice que una golondrina no hace verano y tampoco un solo día de felicidad, ni aun una temporada, basta para hacer a un hombre dichoso y afortunado. La autodeterminación moderna es la autarquía clásica. En el ámbito postmoderno en el que nos desenvolvemos tiene asimismo correspondencia. Si bien ya estamos hartos de que se hable que ahora cada quien puede enunciar su verdad, podemos revertir este supuesto. Que cada quien construya su verdad, su realidad, a sí mismo. Que lo haga respondiendo a lo que le constituye interiormente, la única posibilidad de felicidad continua y segura. Que salga del trabajo y la rutina que le vuelve un ser insatisfecho y se asegure la felicidad en lo que anhela. 
No todos deseamos lo mismo concretamente, así que el mundo no es un lugar que represente únicamente una lucha de fuerzas. Cada quien aspira a algo distinto para sí, y así se dará cuenta el individuo que lo que sea el Otro no disminuye su ser. La inconmensurabilidad del ser humano es su condición pero no se da cuenta. Los sistemas sociales nos hacen apreciarnos como lobos voraces, todos en la esperanza de la supervivencia. ¿Es que acaso la vida humana no puede ser algo más? Los espíritus libres se mueven por el mundo mientras que los que esperan la felicidad en el otro y las cosas externas están atados a la causalidad. El otro y las cosas pueden satisfacernos, pero siempre serán fortuitas.
He aquí el sentido de la vida que la autodeterminación ofrece: sé quien quieres ser, vive como quieres vivir, manéjate desde tu interior al exterior. La autodeterminación es un camino de las virtudes. Es el manejo asimismo del punto medio: aprender a vivir lo corporal y lo espiritual, que al fin ambas cosas nos constituyen.


Reminiscencia amorosa

Reminiscencia amorosa

Cuando una relación comienza, no queremos que termine. Sucede que cada persona al encontrar otra que le interesa, comienza a dar “lo mejor de sí” para que esa relación o interacción no se quiebre tan fácilmente. A pesar de sabernos finitos: reconocer en el exterior la finitud y nuestra incapacidad de acceder a la infinitud, tendemos a esperar siempre que las relaciones humanas duren mucho tiempo. Es, tal vez, en un afán de inmortalidad, de querer postergar la existencia.
Me refiero especialmente a las relaciones amorosas. Aquí se nota más a simple vista la modificación de las conductas en pos de un buen funcionamiento interpersonal. Se reconoce que la otra persona, dueña de nuestras atenciones, algunas  actitudes o rasgos que son afines a nosotros. Se tiende a actuar de alguna forma para ser notados sólo por ella/él. Tal vez sea que, como dice Platón en el Fedro, vemos en el amado una reminiscencia —es claro que este postulado platónico sólo tiene validez con la inmortalidad del alma, la cual es la base de la teoría platónica—de aquello que veíamos en la Llanura de la Verdad (248c). El alma es la que persigue volver a la matriz misma, al lado del Dios con quien pasó tiempo en tal llanura y es ella la que guía al cuerpo para estar cercana a aquello que recuerda. Platón plantea una nueva forma del amor: en este símil, amamos en virtud del Dios que seguíamos, es decir que amamos en virtud de lo que conocemos.
Amaremos según el estado de conciencia que traiga el alma: un alma buena y que más Ideas haya visto, se conducirá de manera más adecuada. El amor es una manía, que aparejada con otros recuerdos, hace que el hombre sepa o pueda conducirse. Así, el amor ya no puede ser ciego, puesto que el alma sabe lo que busca debido a su anterior contemplación. Debido a que el cuerpo es percibido como el vehículo mismo, ya no será la causa de los males del hombre, sino el alma misma será la responsable del bien o del mal que se cause. No se trata de sólo frenar de tajo los deseos y hacer que sólo exista prudencia, sino encontrar el punto de equilibrio para que la prudencia conduzca a los deseos y para que estos deseos muevan a actuar al hombre adecuadamente. El cuerpo es un vehículo de la prudencia y la pasión su agente.
Mientras el alma está en el plano terrenal, tras haber caído de su morada en el cielo, vive dentro del cuerpo y este es su vehículo para conocer en este plano. Así, el alma será la conductora y será ella la que tenga los recuerdos antes vistos. Así, como antes mencioné, al ver al amado recordará al Dios que seguía en la Llanura de la verdad y, no será un mero deseo físico sino uno más allá de lo sensible, más bien un amor inteligible. Mientras se está aquí y tras haber encontrado a ese “alguien” que te recuerda muchas cosas, será comprensible que esta persona enamorada desee quedarse por siempre al lado de su amado, pretendiendo regresar al punto de partida de su felicidad. Estar con su amado equivale a estar con su Dios, es por esto, que pretende satisfacerlo y halagarlo en todo momento para no perder ningún tipo de cercanía con él.

Si atendemos a la teoría erótica del Fedro, tenemos al amor como una manía inmortal y trascendente. No es algo que acabe en este mundo sino que comienza en el mundo suprasensible, continúa en el mundo sensible cuando un alma tiene la suerte (no sé si sea la palabra adecuada para describir este momento) de caer en un cuerpo y luego, al morir, continúa en el plano suprasensible al regresar son el Dios que guía al alma. Y así ocurre en tanto el alma siga cayendo de arriba a algún cuerpo. Seguirá recordando y deseando permanecer cercano a su Dios o a lo más parecido a él que encuentre.

Ixchelt Hernández

sábado, 1 de marzo de 2014

Errores

Errores

Cuando emprendemos alguna empresa, es decir, nos fijamos y estamos ya en proceso de realización de 'x' objetivo, tendemos a idealizar. No es novedad, cuando comienza un semestre, regularmente el pensamiento es 1) sacar todas con 10, 2) subir el promedio, en una sola palabra, demostrar nuestro 'nivel' en el ámbito académico. Lo anterior es un ejemplo, hay otras cosas en donde depositamos esa especie de ilusión que va arraigada con el idealizar, al menos en el sentido de lo que estoy escribiendo. Ese sentido es el que defendería. Otra 'verdad genérica' -siguiendo la terminología de un colega- : las cosas no resultan del todo como las planeamos. Me vi obligado a usar esa frase de cereal para no dar tanto rodeo y exponer el porqué se titula éste escrito 'errores'. Básicamente quiero mencionar la importancia de los errores -propios y ajenos- respecto a los objetivos o escenarios en donde nos empezamos a involucrar.
  Mencioné que idealizamos -el resultado, el proceso, las circunstancias, etc- cuando emprendemos el proceso para conseguir un fin. Luego no todo resulta como uno idealizó. Lo anterior es visto como algo frustrante, creo que lo es, cuando eres niño o dejas que tus espectativas se rijan por una emoción. No tiene porqué ser visto como frustrante, al contrario, debe ser visto como algo 'cotidiano', como una buena señal, podríamos decir. ¿Por qué? Imagínemos que el fin es un círculo, todas nuestras creencias respecto a ese círculo las idealizamos, pertenecen al conjunto de creencias sobre el círculo. Ahora bien, ese círculo -el fin- regularmente está no sólo regido por nosotros, en ocasiones hay otras personas involucradas, basta pensar en un noviazgo, una amistad, un empleo, etc. Nuestra actitud puede ser impecable, sin embargo, la del otro no. Cuando falla el otro es cuando viene aquella frustración, enojo, tristeza, etc. Depositamos ilusiones -o alguna otra emoción similar a ésta- en donde un otro puede venir a movernos las cosas, a alterar el círculo, el resultado del círculo. Admito que ésta situación merece ser vista como una cosa frustrante, pero defiendo que no. ¿Por qué no? Porque nos olvidamos de que tratamos con seres finitos como nosotros, y que su ley moral -o hasta pragmática- es quizás muy débil, a menos que uno sea quien posee esa ley débil y sea uno quien esté jodiendo al otro. Pero el escrito va dedicado para quienes tenemos una ley moral decentemente recta. O en su defecto, una ley pragmática que no afecta a otros, una ley pragmática buena onda, digamos. Luego de éste rodeo, como decía, nos olvidamos de que los otros pueden ser muy débiles, inseguros, irresponsables, nunca debemos olvidar esto. Porque es curioso que en ocasiones no sólo idealizamos el fin, sino a los agentes que participan también. Es cierto que hay agentes que demuestran tener buenas intenciones, y quizás de hecho las tengan, pero sus acciones no llevan tanta fuerza voluntad que parecen presumir con las palabras. Eso no sirve. Sirve para hacerle creer al otro ciertas cosas, pero en tanto que para la realización del fin y lograr ese 'bien común'que pueda surgir, no sirve. Es más, sólo deteriora. Deteriora nuestras creencias, y es muy común que ocurra, y debería ser así -quizás- con un error, deberíamos pensar más las cosas, deberíamos sabernos inseguros de si seguir aportando lo que podemos ofrecer o ir abandonando poco a poco la tarea emprendida. O si no se quiere abandonar el fin, dejar de involucrar las emociones.
  El error del otro nos ayuda a recobrar la inseguridad que de hecho debemos tener en algún momento, no al grado de no hacer, sólo de sabernos ignorantes de la seguridad que pueda haber al realizar, si es que la hay.

M. Téllez.

El eclipse de la muerte.

Becker, E., “El eclipse de la muerte”, FCE, México, 1977.

El texto habla sobre el heroísmo como una manera de enfrentar la muerte y también como una manera de encarar la vida. Es decir, de justificar la propia existencia. El autor plantea que lo que más necesita el hombre es sentirse seguro en su estimación personal y que ésta necesidad se manifiesta con toda naturalidad desde la niñez, es decir, un niño que requiere creerse un objeto de enorme valor en el universo e indispensable para la vida, sólo lo conseguirá si es reconocido como un héroe. Sin embargo, éste deseo no abandona al niño cuando crece, sino que lo acompaña durante toda su vida, por más que se disfrace siempre estará presente y lo estará porque la sociedad establece un sistema de heroísmo que regula y permite desempeñar éste papel. Según plantea el autor, la conquista de éste sentimiento de heroísmo es el gran reto de los individuos en la actualidad.

En cuanto al origen del temor a la muerte hay diversas posturas, el autor nos plantea por un lado, el argumento de “la mente sana” que sostiene que el temor a la muerte no es algo natural sino el resultado de una serie de experiencias desafortunadas durante la niñez (recordando que es en la niñez cuando se da el proceso de balance entre el narcisismo básico y las fuerzas del mundo que no corresponden a sus deseos). Desde éste punto de vista, es la sociedad la que crea éste miedo para someter al individuo. Por otro lado, el argumento de “la mente morbosa” sostiene que se trata de un miedo natural del que nadie escapa y que a pesar de disfrazarse está presente en el fondo de depresiones, esquizofrenias, fobias, neurosis y tendencias suicidas. No obstante el terror a la muerte es al mismo tiempo el mayor impulso vital que se tiene para mantener la vida, sin embargo, este terror no puede ser siempre consciente porque no nos permitiría funcionar con normalidad sino que tiene que ser reprimido y esto también requiere de un esfuerzo. 

Que el heroísmo surge como una manera de encarar el terror a la muerte y que el cristianismo, entre otras razones tuvo un gran éxito por la conquista de la muerte, es algo que el autor no discute. Cuando la filosofía sustituye a la religión se enfrenta con el mismo problema, la muerte y es ésta la que inspira la mayor parte de la filosofía, pues al preguntarse por la muerte irremediablemente terminamos preguntándonos por la vida. La muerte es la última experiencia personal e incomunicable que tenemos en vida, es decir, es el acto con cual se cierra la vida por lo que está directamente relacionado con el modo de vivir. Es por esto que nos vemos forzados a buscar el cómo justificar y significar nuestra limitada existencia. Dado que no podemos escapar a la muerte y es algo que no conocemos, es necesario reprimir esa idea y vivir un día a la vez, mientras encontramos respuestas que nos satisfagan.

El texto es palpablemente vigente, de manera más relevante en esta primera etapa del siglo XXI, donde la individualidad está en su apogeo y el relativismo toma gran fuerza, la significación de lo que es la vida y la muerte ha entrado en una crisis donde no se sabe bien qué es más terrible si la vida o la muerte, si es mejor “malo por conocido o bueno por conocer”. Lo cierto es que cada vez es más difícil reprimir la certeza de la muerte. La idea de lo efímero, lo rápido y lo finito lleva a cuestionar la valorización de lo que hacemos con nuestra propia finitud, lo cual por desgracia muchas veces lleva al “disfruta, goza y atáscate mientras puedas” como lo más importante y cada vez resulta más difícil pensar en el otro, la frase “suerte es que la flecha mate a mi compañero” está muy presente.

M.J.R.M.