He terminado los dos poemas que estaban pendientes: 'amor' y 'desamor'. Sabes que no me gusta hablar de 'amor' y menos de 'desamor'. También sabes que la única manera en que me salen las palabras referentes a ese tema es cuando me pongo a beber. Me da pereza explicar el porqué, ya te lo he contado en distintas cartas y he escrito respecto a eso en otras líneas. Terminé los poemas y ya casi se termina mi botella de Oporto. Se supone que es una bebida que va bien con el atardecer del portugués, ¿pero, qué? Yo necesitaba escribir respecto al amor. Ahora se me ocurrió una buena: el escribir esos poemas son como esos platillos que no te gustan, ¿qué mejor que estar algo ebrio para que la comida sea degustada sin problemas? y, ¿qué mejor que acompañar esa difícil empresa con música? Así trabajé para terminarlos. Pero, sé que te quedaste con la duda del contenido del poema de amor. No te lo escribiré aquí, si es que crees que eso pasará. Aún así, sigue leyendo. Tuve que mirar una foto de aquella chica, la que pienso que es el paradigma de la preocupación por verse bien. La miré fijamente -sin tocarme-, es una foto en la playa. Vi su ropa ligera -sin imaginarme cosas-, la delicadeza de sus manos, la suavidad de su piel -seguía sin imaginarme y sin tocarme-, la armonía que hay entre su rostro y su pelo, la infinidad de sus piernas. Seguía viendo. Pero no, no se me ocurría nada. Destapé la botella y un trago. Casi siempre me gusta beber al estilo de darle besos a la botella -en tanto que vinos-. Seguí mirando, y no me tocaba. Recordé unas líneas que ella escribió. Unos tragos más. Sonaba 'Habits', esa canción que te pasé. Popperita. Pensé en aquel mar, en las líneas que escribió, y di unos tragos más. Entonces la pluma empezó a caminar. Quedé satisfecho, por escribir, en ningún momento me toqué. Te cuento esto, porque es lo más fresco en mis ideas. No quiero aburrirte con Dworkin o con Hart y cuestiones de filosofía del derecho. Me ponen contento y me emociono, pero esa noche con aquella foto, la música y el Oporto, es algo que pienso vale la pena contar.
Aunque rechazo los temas que involucran cosas como el amor, hoy me siento contento por ustedes, mis amigos. En ocasiones siento que olvidan quién soy, pero me llena mucho saber que intentan ser razonables conmigo. Tú, al igual que las bebidas, le das un matiz a la vida que da un empujón para seguir con nuestros fines. Supongo que yo solo continuaría, sabes bien que no me interesa estar con alguien. Pero si te tengo, y tengo a mis otros amigos, no hay porqué despreciar esta relación. Donde no todo debe ser risa, por esa razón escribí respecto al silencio.
Por ahora tengo que irme. No estoy cansado, pero creo que son suficientes palabras por hoy. Además, quiero disfrutar esos últimos tragos que le puedo dar al oporto.
M. Téllez.
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