Beso que me tiene y me pierde en sus adentros,
beso que es infierno y firmamento.
Tengo un poema,
sangrado,atorado,
aquí,
en los labios del estómago.
No hay más sitio
que acoja los versos
y de vida al hombre.
Poema
sufrido,
encolerizado y turbado.
Carne hinchada,
sumergida en la lejía de los días,
nace
de la entraña,
-por la entraña-
y se entrega,
de poros a pies,
abierta.
Volátil,
escapa,
como orgasmo tras la monja virgen.
Medidas,
no se cuantifican,
pasión,
deseos,
ilusión.
La rima,
-el grito-
nace,
cuando se engarza y anuda a la garganta.
Perseguido,
por el cacareo de tu voz,
aplastado,
seco y cálido,
volátil para quién
mira,
vívido para quién
observa.
Poro a poro,
me abro,
me disgrego,
me derramo,
me entrego.
Maldito aquél,
que no observe rededor,
no lo maldigo yo,
lo maldice
la creación.
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