domingo, 11 de enero de 2015

¿Por qué te rechazo?

¿Por qué te rechazo?

Eres ínfimo. Desde hace tiempo no me gusta que mis pláticas se centren en ti, a menos que en serio sienta la necesidad de expresar algo que me oprime donde tú seas la causa. Veo que la gente -jóvenes y mayores- te dan mucha importancia. Vas acompañado de detalles, de palabras o de acciones, porque si no te pierdes. Eso dice y cree la gente. Yo no sé, ni quiero saberlo. Te rechazo porque pienso que no eres el fin de mi vida. No eres siquiera motor. El fin de mi vida no sé cuál sea, además de morir. Y el motor, es el impulso de querer tener alguna certeza, de querer dar soluciones, de buscar más preguntas aunque tenga una certeza, de -aunque a veces sin ganas- seguir construyendo algo que también es ínfimo como tú. La diferencia es que esa construcción depende de mí, no de otra persona, no de manera directa. Te rechazo porque he llegado a creer que te vas -y tal vez regresas- con el climax del placer. Además de que -como dice una canción- no soportaría ser un alma invadida. Ese es tu lado primitivo. Aunque pienso similar con tu lado idealizado por la gente. Sí tendemos a estar con alguien por causa tuya, pero ese hecho no implica que deba ser con tus reglas. O mejor dicho, con las reglas que te impone la gente: fidelidad, compromiso, lealtad. Me parece aburido, además de estar sometido. Y sé que las filas de gente, diciendo que no, que no se trata de eso, es larga, pero también sé que esa gente está cegada; ojalá fueran en serio así de razonables y deontológicos -que se rigen siempre por principios sin importar la consecuencia- con esos principios que piensan cuando te mencionan. No son así, dudo que exista alguien así en cuestiones como esta. No sé quién te puso reglas. Y por eso te rechazo. Sin mencionar que no creo necesitarte. Después vendrás -quizás- a verme cuando esté solo y tal vez lloriqueando, la diferencia será que fue mi decisión y como yo soy causa, es cosa mía. Es distinto del lloriqueo de quien te acepta, ellos tienen que intentar olvidar, de arreglárselas para no pensar en quien los defraudó o alguna cosa así. Ellos no son la causa ahí. La solución para evitar la presión de tu lado primitivo es básica, para eso existe el autoplacer. Esa solución es como el remedio final, porque es visible que la solución -como especie de tratamiento- es hacer las cosas a las que uno se dedica. La solución de tu lado idealizado no sé cuál sea. Tal vez enfrentarte con argumentos y dejar de lado esas reglas tuyas, lo cual requiere de más esfuerzo. No sé qué me puedas aportar, eres un estado. Eres ínfimo.

M. Téllez.

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