viernes, 17 de enero de 2014

Filosofía

Filosofía

Hace algunos días un compañero de mi curso de francés me preguntó qué es lo que hacemos los estudiantes de Filosofía y respondí sin dudar: criticar. Él cambió de semblante inesperadamente y noté su deseo por saber más, como no logró que siguiera, él me interrogó de nueva cuenta. Argumenté desde mi experiencia. Le hice ver que los estudiantes de Filosofía no la pasamos bien —él pensaba lo contrario, le parecía fácil el modo de vida de un estudiante de esta carrera— a saber: se necesita ser un tanto fuerte para darse cuenta de que los humanos somos fácilmente corruptibles, que “la verdad” de las masas en realidad no es verdad, que muchas personas prefieren vivir en estas verdades ficticias antes que romper su ilusión, que se necesita pensar antes de abrir la boca ya que se dan cuenta de que la palabra es de verdadera importancia, que la mayoría de la gente trabaja para conseguir bienes materiales sin saber dónde se encuentra su felicidad y esto debido a que no se conocen ni un poco, que los demás los miran y denominan “locos” si intentan utilizar la razón un poco, que “los más” hacen crítica a la Filosofía sin haber leído a conciencia algún autor y consideran desde opiniones (equivocadas) de otros que la Filosofía es para personas que consumen drogas porque se habla de puras “pachequeses”.
Es gracioso, desde que ingresé a la carrera me he dado cuenta de que disfruto estar sola —y no en ánimo depresivo—. La soledad sirve para observar las acciones de los demás y las propias. Después analizar, comparar, planear, elegir, argumentar pros y contras de tal o cual conducta, es necesario decidir cómo actuar. Claro que no sólo se trata de criticar a otros sino principalmente criticarse a sí mismo. Existe, al darse cuenta del mal desempeño de alguna persona, un compromiso por no hacer lo que me salta del otro. Es decir que, siguiendo la luz natural de la razón, se busca la manera más adecuada para conducirte por la vida.
Esto nunca es divertido, es incluso doloroso y fastidioso en ocasiones. Comienzas a preocuparte por cosas que a los demás les dan lo mismo. Aquel que nunca está satisfecho y siempre se está preguntando, ya que busca la verdad para así abandonar las opiniones. Dice Sócrates en La República (escrita por Platón):
“-Así, pues, ¿del amante de la sabiduría diremos que la desea no en parte sí y en parte no, sino toda entera? –Cierto. […] –En cambio, al que con la mejor disposición quiere gustar de toda enseñanza, al que se encamina contento a aprender sin mostrarse nunca ahíto, a ése le llamaremos con justicia filósofo. ¿No es así?” 475c

En ocasiones, te preocupas hasta por tirar un chicle temiendo afectar a terceros. Esto a veces es alarmante pero también gratificante. Hacer las cosas bien y saber por qué las haces así y no de otra manera es lo que te hace sentir mejor, aunque se vaya en contra de lo que los demás e incluso en contra de lo que uno mismo quiere escuchar o ver.
Después de contarle esto, mi compañero (estudiante de Ingeniería), pareció sorprendido y creo que se compadeció un poco de nosotros, los estudiantes de Filosofía.
Ixchelt Hernández

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