miércoles, 30 de diciembre de 2015

Sensatez

¿Han sentido esa soledad de infancia cuando llegan a un grupo que desconocen mientras los otros ya saben sus prácticas y al verte lo hacen por debajo del hombro? Esa emoción es la que generan las personas religiosas de corte extremista, partidarias políticas extremas, aficionadas a un equipo extremistas, etc.
Uno no quiere ser agredido ni ser menospreciado. Ese tipo de personas que mencioné, le generan un daño a las personas y a la vida en comunidad. Si a caso cooperan, su altruismo es el famoso altruismo parroquial. Criticar ese tipo de altruismo no es decir que debemos ayudar a todos en todo momento -las acciones demasiado exigentes son un problema muy conocido-, sino -llanamente- decir que debemos ser razonables.
Aunque a algunos no nos guste, la gente puede adorar a sus dioses y rezarles para que su familiar que necesita una transfusión de sangre -y que su religión prohíbe realizar- mejore. No nos gusta por varias razones, en primera, nos parece absurdo que algo que jamás ayudará -como sí puede hacerlo un donador- sea tomado en serio. Luego, nos inquieta que esas personas sean necias. La necedad es algo que desespera a todos: ellos nos desesperan porque creen en cosas extrañas, y nosotros los desesperamos porque no creemos lo que ellos. Sin embargo, ambos bandos deben ser razonables. El adorador de dioses que adore a sus dioses en su templo o en su casa y no mezcle sus creencias en decisiones públicas. ¿Por qué? Porque se debe argumentar con razones que el otro puede aceptar: y no todos aceptan que un argumento se justifique sólo porque una tabla con diez reglas cayó del cielo.
Es asombroso -y deprimente- que la gente no se canse de pelear. Nosotros que no somos religiosos -y sí presumiblemente razonables-, entendemos que seguirán existiendo esas personas creyentes, y no nos molesta. Ustedes que creen, deben entender que seguirán existiendo personas como nosotros y no debe molestarles. Si les molesta, es que aún creen que ustedes tienen la Verdad, y entonces no están siendo razonables, sino fundamentalistas y por tanto, extremistas.
A muchos les gusta gritar y golpear para señalar que tienen razón en lo que discuten. Otros -como la gente razonable-, prefieren dar razones y ser sensatos: si nos equivocamos porque nuestras razones son muy débiles, dogmáticas o irrazonables, y está bien; nuestro sistema de creencias no es una línea delgada que se rompe y de inmediato dé paso a un comportamiento repulsivo -como diría Frans De Waal-. 
Ya no hay que creer en lo que han dicho nuestros padres, tíos, abuelos, profesores de la primaria, secundaria o bachillerato. Tampoco en lo que se dice en el mercado, en la televisión pública, las revistas del corazón, las notas sin referencias serias, etc. No todos debemos ser investigadores, a muchos no les gusta leer ni buscar bibliografía, sin embargo, sí podemos evitar ser necios y legos. Nuestras capacidades están ahí y podemos conocer algo, si bien no ser expertos, sí lograr algo; la evolución ha dejado claro este asunto.
Odiar a las personas es absurdo. El odio tiene distintas causas, algunas más razonables que otras -es más razonable odiar a los secuestradores torturadores violadores asesinos que al aficionado que le va a nuestro equipo rival-. Sin embargo, es absurdo odiar como un instinto. Odiamos porque creemos que así debe ser, no educamos nuestras emociones. Por eso es que a ti te golpearon y tú golpeas, porque quien te golpeó era un lego, igual que tú. A lo mejor que podemos aspirar como personas razonables quizás sea a gobernar las emociones, y aunque tengamos una impresión que nos genere odio, debemos saber frenar el impulso y dejarlo ahí, pero no actuar con el odio que se tiene. Si odiamos la violencia, hay que ser sensatos, si no, sólo seremos uno más de aquellos altruistas parroquiales, que defienden a su gente pero olvidan a otros, o hasta los agreden.
Quizás nos tardemos 50 años en que todos entendamos estas cosas, y lo más probable es que ni siquiera todos lo entiendan ni lo acepten. Sin embargo, eso no es motivo para tristear y no hacer, la supervivencia no es fácil, ni tampoco hacer lo correcto en muchas ocasiones, tampoco lograr una vida -en comunidad- que sea más agradable. Si anhelamos esa vida agradable, hay que mirar de qué manera podemos hacer. Nuestros antecesores no lograron las cosas solos,  tampoco las grandes figuras de la historia. Cada quien miró qué podía hacer y entregó sus fuerzas a ello. No es tarde para conciliar fuerzas como nuestros antecesores lo hicieron. 

M. Téllez. 

lunes, 28 de diciembre de 2015

Crítica a Samadhi

Por cuestiones que aparecen en mi timeline, vi que en un perfil llamado "Samadhi Báez II (Più)" se daba una solución a la drogadicción de jóvenes. Lo que quiero hacer es criticar la postura que se halla en esa publicación. Así que primero describiré la publicación, luego expondré mis críticas y así se verá porqué es que critico aquella publicación.
La descripción de la fotografía que está en esta publicación -a la que me referiré en este escrito- dice:

 Espacios para patinetas, patines, y ¿drogas?
Apesta a mariguana eh.
Bien "sanos" los chavales.
‪#‎Iztapalapa‬
LA SOLUCIÓN ES UNA FAMILIA FUNCIONAL, pero se hacen patos ..

La fotografía que acompaña esa descripción es una imagen donde se aprecia un parque equipado para quienes gustan de andar en su "tabla", patines o bicicleta. Se distinguen varios jóvenes -quien halla tomado la foto estaba a unos 10 metros, quizás-. Lo que quiero criticar es la idea de "familia funcional" -FF- y su relación con fumar marihuana. 
¿Cómo funciona la magia de que en una FF los hijos no consumen marihuana? Esta es la primera interrogante. Ahora bien, el sentido de la descripción es de corte negativo, si no fuera así, la autora de la publicación no hablaría de "solución", ¿quién le daría solución a algo que no es problema? Así que la segunda cuestión es ¿qué hay de malo en fumar marihuana? 
La familia ya es de por sí un problema. Basta ver estadísticas y entender que el número de las familias nucleares ha reducido -que son regularmente en las que muchos piensan. Pero admitamos que las familias están bien -sean como sean, madre soltera, padre soltero, hijos adoptados, etc.-. Por tanto, si están bien, son "funcionales" -digamos que funcional es donde hay comunicación, razonabilidad, etc.-. ¿Cómo es que en una FF no habrá consumo de marihuana? Hay dos cosas importantes en esta pregunta: 1) la conexión conceptual -o de otro tipo- entre familia y consumo de drogas; y 2) que el consumo de marihuana es causa de una familia no funcional. Primero explicaré 2 y señalaré que suponer eso es falso, o al menos, tal acción no se agota en una sola causa.
Recurramos a un argumento para 2). Sin embargo, primero menciono porqué es que surge 2). La autora de la publicación dice que la solución a consumir marihuana es una familia funcional. De esa afirmación podemos deducir que si hay ausencia de esa solución, entonces hay un problema -que sería el consumo de marihuana-. Es decir, que consumimos drogas porque la familia está mal. Sugerir esto como causa única es ingenuo, ya que existe la presión social, la experimentación o un mero hábito, digamos. En argumento, 2) diría algo como:
1. Si es el caso que no tienes una familia funcional, entonces fumas marihuana.
    Nuestra autora nos dice que la solución es la familia funcional, así que a ella le basta negar el consecuente de nuestro argumento para obtener lo que dice. Sin embargo, líneas arriba señalamos que la ausencia de la FF no es la única causa de fumar marihuana, existe la presión social, experimentación o un hábito, por lo tanto, el argumento y la suposición del porqué surge 2), son falsas.
Respecto a 1), no hay correlación entre una FF y fumar marihuana. De hecho, 1) es consecuencia de haber negado 2). Creíamos que la ausencia de FF era la causa de fumar marihuana, pero ya demostramos que no es así, que hay razones, por tanto, afirmar una correlación de FF con fumar marihuana -es decir, mencionar que la solución al consumo de marihuana es la FF- es ignorar otras razones, que ya dijimos en 2).
Finalmente, atenderé a lo que denominé la segunda cuestión, que es ¿qué hay de malo en fumar marihuana? 
Dada la publicación, está implícita la idea de que consumir marihuana es malo y por ello es que nos sugieren una solución. Ignoro las creencias morales -y hasta políticas- de la autora del post, aunque sugerir una solución a una práctica es algo común entre lo que se llega a denominar como "conservadores" o los famosos de "derecha". Sabemos que los liberales -pienso en los clásicos como Mill o Bentham hasta contemporáneos como Rawls, Nussbaum, Amartya Sen, Victoria Camps, Muñoz Oliveira, etc.- lo que defienden es la libertad individual -asi como la garantía de derechos. Ahora bien, el consumo de una droga, es una decisión de la persona -en el mejor de los casos- y nosotros no podemos oponernos a ello, a menos que haga daño a otros -esta es la idea básica de libertad que expresa Stuart Mill-.
Así como admitimos que existe una FF, ahora admitamos que existe una persona -dentro de una FF- informada, racional y razonable que piensa acerca del consumo de marihuana y decide fumarla -por experimentar, digamos-. Dado que es razonable, la consumirá y no dañará a otros, dado que es racional, conoce los posibles riesgos pero ella es dueña de su cuerpo y sus acciones: hacer algo distinto -como prohibirle el consumo- sería ser paternalista -y el paternalismo es algo que no quieren los liberales, lo sabemos. Cabe hacer un matiz: esto es respecto a una sustancia específica, que es la marihuana, no respecto a otras sustancias con mayor alto de toxicidad y otros efectos -que pueden ser riesgosos incluso para los demás.
Con lo dicho, concluimos que la FF no es la solución -al menos no la única- al consumo de la marihuana ni su ausencia es una causa única. Pero, y quizás lo interesante, también vemos que la marihuana no es algo malo en sí mismo, a menos que nuestro sistema de creencias se apoye en un fundamentalismo que prohíba prácticas que sólo son rechazadas por ese mismo sistema y no atiendo a buenas razones. 
Sé bien que la autora del post -por las razones que sean, aunque realmente luego FB no podemos hacerlo por la extensión- no dio una explicación detallada de lo que escribió. Ahora bien, su sentencia es clara en la descripción de su fotografía y por ello es que critico eso: ya no podemos estar sugiriendo recetas sencillas ante problemas que son más profundos y que requieren un mayor detenimiento. Criticamos a quienes nos ocultan muchas cuestiones en asuntos de justicia, pero ¿no estamos haciendo lo mismo cuando sugerimos respuestas rápidas y fáciles en cuestiones que también son de importancia? Si queremos que nos tomen en serio, hay que ser más cuidadosos y trabajar más en lo que decimos, las frases de cereal las puede decir cualquiera. 

M. Téllez. 

martes, 22 de diciembre de 2015

Mira

Mira lo que pueden hacer mis palabras. Ya desde joven lo sabía. Regularmente hay quienes no tienen cuidado en lo que escriben, otros son muy cautelosos, unos más usan adjetivos de sobra y sólo causan vergüenza. Los más, ni siquiera atienden las grafías.
Siéntate a mi lado, toma mi pecho como soporte si quieres y observemos cómo colapsan astros con las palabras. Una carta puede ser como un agujero negro, devorando hasta el último resquicio de una estrella. Es maravilloso. No se trata de justicia. Ni siquiera de justicia poética. Es maravilloso, nos rebasa y lo sabemos. 
Otra carta puede ser como aquel té que levanta cualquier ánimo. Suave, caliente al tacto, nos excita y nos reanima. Queremos más. Pero ya no habrá otro igual. Así también es esa carta: ya nunca habrá otra igual. Y somos necios al querer igualar el éxtasis producido: siempre fracasaremos. Aunque levante cualquier ánimo, el ánimo también varía. A veces basta con el aroma del té, a veces con su dulzor. Así también las palabras: a veces basta con la sinceridad, a veces con algo cursi. A veces con las mentiras.
Caminemos y escuchemos nuestras pisadas. Me detengo frente a ti y pongo mi mano en tu pecho, noto sorpresa y pena. Sólo quiero sentir los latidos de tu corazón, ya que mirando tu blusa no los veo. Son suaves, los siento aunque mi mano tiembla un poco. También estoy nervioso. También ocurre así con una nota, nos sorprende, nos puede sonrojar, late el corazón y nos cubrimos más el pecho para que nadie note semejante movimiento latente. Quien dejó la nota también sintió: quizás alguna letra mal hecha o algún rayón, fueron los nervios o la indecisión. 
Imagina mi muerte. No lo tomas en serio y lo entiendo. Aunque realmente deseo que lo hagas. Nunca pasará. Lo mismo ocurre con un escrito final: te digo que es el último y no me crees. Aunque realmente deseo que lo hagas. Uno cree que el final es ni siquiera ya mencionar. Erramos. Incluso luego de una muerte estamos recordando, pero el final ya pasó. Hubo final. También hay final en mis palabras, pero tú crees que no es así. Sin embargo, si menciono, sólo estoy recordando, pero el final ya pasó. Hubo final. No lo tomas en serio y lo entiendo. 
Ya desde joven lo sabía. 

M. Téllez. 

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Quizás tú...

Quizás tú puedas estar tranquila con el silencio. Conforme han pasado los días, parece que es así. Yo no estoy tranquilo.
Este tipo de despedidas siempre me han dolido. Quizás hoy sienta una especie de irritación porque sé que con nuestro conocimiento y con la poca o mucha voluntad, algo pudo decirse que no fuera vacío. Pero no ocurrió así. 
Alguna vez me leíste un artículo. Fue en una de esas ocasiones en donde nos desvelamos. Tú encendías una luz para poder verme. En algunos momentos yo frotaba mis manos en mis piernas porque tu piel provocaba reacciones en mí de ese tipo. Todo eso fue hermoso. Pareces llena de vida, de energía y de sonrisas puras. Mi caso es distinto, la vida me aburre, la poca energía me alcanza para hacer lo poco que se ve, y mis sonrisas están viciadas por la soledad. Sé que puedes entender mi condición de cansancio porque es probable que también te sientas así. La diferencia es que tú puedes -o eso creo- seguir y tu soledad puede ser calmada por quien quieras. Yo sólo te quería a ti.
Seguiré recordando cosas de ti y nuestros momentos. Soy mortal y mi mente es tan débil junto con mis sentimientos que el mecanismo extraño de mi cabeza hace que recuerde. Por momentos me llena de rabia tener que ser así. Es una debilidad enorme ser humano. Quizás tú tengas una gran respuesta para mi rabia, porque así son tus respuestas, llenas de buenas razones. Me persuadías más de una vez. También dejaba persuadirme. 
Aunque quiera seguir escribiéndote, mi pluma se desangra cada vez que quiero hacerlo, ni siquiera mis razones me parecen buenas para intentarlo. Me acorralan esos factores. Seguí sin ver nada de ti. Aunque eso no me pareció una sorpresa, las cosas en otros lugares también son así. Todos callados frente a mí, sonriendo con otros, fingiendo cariño: son relaciones viciadas. Aunque son cosas distintas.
Jamás supe si estabas enterada de mis escritos. No importa. Lo menciono porque este, en esta ocasión, es de matiz triste y sin ánimo. No veo porqué terminar con algo bonito o recordando lo hermosa que eres y lo mucho que te quiero. A veces me avergüenzo de ese tipo de palabras: ya no veo qué efecto importante tengan en una vida. Por sí mismas -esas palabras- dudo que signifiquen algo. 
My lips feel warm to touch, my words seem so alive, my skin is warm to caress... On the outside I'm the greatest guy but now... I'm dead inside

M. Téllez. 

viernes, 27 de noviembre de 2015

Rito

Iniciación

Soñé que cientos de pequeñas arañas bajaban de lo más alto, pero el titan levantaba la cabeza un poco, abría su enorme boca y las devoraba. Luego regresaba a su posición original. Yo no me movía, no podía. Luego comencé a sentir un dolor agudo en el estómago, quise vomitar pero sólo sentía cómo algo dentro de mis entrañas comenzaba a avanzar desde mi estómago hasta la garganta. Una telaraña salió de mí. El titan se hizo a un lado y sólo podía moverme si tiraba de la telaraña, debía asir de ella. Mi cuerpo no pesaba y era como andar a gatas en forma vertical. Llegué a un sitio en el cual lo que era horizontal estando con el titan, ahora era lo vertical. No sabía si soltarme de aquella telaraña, ya que no distinguía a qué distancia me encontraba de lo que era el suelo. No me importó al final si la caída sería dolorosa, así que solté la telaraña. Empecé a flotar. Por un segundo creí que me elevaría como esos globos de helio, pero no ocurrió así, fui descendiendo muy despacio hasta que al fin toqué el piso. 
Al sentir el suelo, comenzó a pintarse el ambiente de color escarlata. Entonces vi acercarse a unos seres humanos. Los primeros llegaron a gatas, a sus espaldas les seguían unos hombres erguidos. Me dijeron que guardara silencio, que no iban a lastimarme. Ignoro quién me lo dijo, pues ninguno movió los labios y aún estaban lejos para que percibiera con tanta claridad el mensaje. Hice caso. 
Si has llegado aquí es porque eres una opción a elegido - me dijeron varias voces al unísono. No te daremos respuestas, nuestra imperfección no nos permite ser precisos, pero si a caso eres elegido, tus dudas respecto a lo que ocurre habrán sido respondidas - finalizaron las voces. Me escoltaron a una cueva. 
Al entrar, distinguí unos faros que iluminaban el interior de aquel lugar. Los hombres que iban a gatas treparon las paredes y observaban, los hombres erguidos formaron un círculo, dentro de aquella figura me encontraba con dos sujetos. 
Los que nos encontrábamos dentro del círculo recibimos una cuchilla. Si son elegidos sabrán dónde perforarse y todo ocurrirá como debe. Adelante - señalaron las voces. No entendíamos qué ocurría, sólo sabíamos que según las indicaciones, debíamos clavarnos aquella cuchilla. Al principio experimenté náuseas y pensé en correr, después sentí un calor proveniente de mi pierna derecha. Aquel sentimiento febril me causó ansiedad y clavé la cuchilla en mi pierna. Los otros dos hombres hicieron lo propio, aunque cayeron al suelo y su sangre formaba un charco escarlata. Una piedra salió de mi herida, era pequeña, resplandecía. Sentí que me desvanecía. 
Los hombres erguidos se acercaron, ignoraron los cadáveres de los dos hombres y me sujetaron para que me incorporara. Como si supieran qué pasaba por mi mente, me dijeron: has de encontrar tu piedra exterior, el mismo calor que te hizo encontrar la piedra interior, te guiará. Como si fuera parte de esa vivencia, escuché el sonido de ramas agitándose, entonces desperté. 

M. Téllez. 

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Rito

Caímos

Nuestro avión se desplomó en el mar. Logramos acuatizar, aunque salir de las entrañas de aquella ave de acero era la nueva prueba de supervivencia. La situación se medía en segundos y en sagacidad. Algunos hacían para despertar a los inconscientes, yo viajaba solo y pensé que ya nada me detenía: no había circunstancias para decisiones éticas, era mi vida o mi ingenuidad.
Logré hacerme de un pedazo de asiento, no sabía si el material me mantendría a flote, pero esas dudas sólo estorbaban mis decisiones. Fui el primero en salir del avión y de adentrarme al mar. Alcancé a ver una especie de isla, sólo me interesaba llegar a tierra. Ya había avanzado bastantes metros, ignoro cuántos, siempre he sido pésimo para calcular distancias, pero alcancé a notar que sólo unas siete personas más lograron salir del avión. Al menos cuatro de ellas conscientes, los otros cuerpos eran arrastrados. 
Ya había oscurecido cuando llegué a la orilla del mar. Comencé a sentir frío y no sabía cómo diablos iba a conseguir un lugar cálido. Ya no veía a las personas que también salieron del avión, así que esperarlos no parecía una opción, además de que en esas circunstancias y en aquel sitio, no sabía si iban a transformarse en salvajes o si estarían dispuestos a realizar consensos para asegurar nuestra vida. Preferí no averiguar nada y comencé a caminar palmeras adentro de aquella isla.
Me hice de un tronco mediano como bastón y como arma. Sólo pensaba en no encontrarme con animales, pues ignoraba la calidad de aquel lugar, si era hostil y con la clásica guerra entre especies predadoras vs presas, o si a caso reinaba la tranquilidad temerosa de un lugar no explorado. La vida de humanos jamás pasó por mi mente.
Me pareció ver a un titan encorvado, con el pelo largo apenas siendo movido por el viento que lograba entrar entre palmeras y más flora que ante mis ojos sólo eran árboles y arbustos. Mi ilusión del titan fue mi refugio, se trataba de una especie de palmera encorvada, no podría llamarla con forma de cueva porque no se podía ingresar en ella. Las demás hojas que estaban por encima de lo que parecía la cabeza del titan fueron mis cortinas, y la arena que se hallaba en ese sitio era cálida, o al menos así la percibí. Ahí decidí dormir. 

M. Téllez. 

martes, 24 de noviembre de 2015

Sueño

Escribía en mi escritorio improvisado. El contrato fue que debía entregar 75 cuartillas por semana. Jamás había escrito pensando en que mi nombre estaría en la portada de las publicaciones. Los seudónimos me hacían creer que no era yo quien redactaba documentos, pero esta vez era diferente. 
Maté a tantos seudónimos con ansias de que en realidad fuera mi pluma la que volara sobre las hojas. Tal vez no debí hacer tal cosa, ahora ya no encontraba nada. Antes creía saber qué podía decir yo y no mis seudónimos, lo que decían ellos era hipotético, idealizado. En cambio, yo conocía mis variables. Descubrí que esa magia de pasar de lo idealizado a lo que es, era eso, magia. Como sacar un conejo del sombrero. Sin truco. Estaba perdido. 
Pero quien escribe también es sensible a las situaciones, aunque su actitud refleje que no es así. Nuestro espacio es una hoja en blanco, no el espacio entre dos o más personas. Al menos ese es mi caso. Las situaciones me habían arañado tanto que era difícil hallar una superficie sin daño en mi piel, en mi razón o en mi corazón. Hay que morir.
Alguien se acercó a mi escritorio, ignoro cómo entró al estudio. Arrojó sus mejores insultos contra mí, yo permanecí incólume. Todo cambió cuando sacó una pistola de su saco y la colocó en mi escritorio. Añadió algún adjetivo más a sus insultos y puntualizó que era capaz de matarme. Ya no estaba incólume, la oportunidad estaba frente a mí y una extraña ansiedad y sed estaba empezando a crecer en mis entrañas. Hazlo, le dije. Tomé el arma, giré el tambor, podía saborear las balas y su brillo era tal que comprendí a los ambiciosos de diamantes, perlas, rubíes y otras baratijas. Mátame. Mi visita disfrutó de mi petición, como cuando aquella sensual chica al final de la barra te guiñe el ojo y minutos después te pide que la lleves a otro sitio. Tomó la pistola, fijó el cañón en mi frente, sentí la caricia del arma y sólo me preguntaba si lograría escuchar la sinfonía del balazo que anuncia la muerte. Disparó. Seguía con los ojos abiertos, la visita sólo señaló mientras reía suavemente: ¿para qué quieres morir? Tú no temes morir, qué peor tragedia para alguien. Se marchó.
Un rechazo más. Los labios que quise besar al final se apartaron de mí, igual que experimentar la frialdad de unos muslos que por más que acaricies y logres ver y sentir a plenitud, jamás darán esa magia que esperas. Setenta cuartillas aún aguardan en la mesa y sigo sin saber cómo mis palabras pueden ser mías. 

M. Téllez.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Acusar

Memoriza
no, no lo hagas
Sigue adelante, no mires atrás
lo harás, mirarás... y aunque no, habrá dudas
No tengas miedo, siempre habrá alguien
es falso, hay gente hecha para vivir sola sus penas
No te rindas, el dolor agudo, no dura; si es leve, para qué atormentarse
cómo tener certeza de lo pasajero... ¿qué tal si ya has caído demasiado?
Qué importa la gente, debes cumplir tus metas
no te engañes, te importan los juicios de las personas, hasta su mirada
Fíjate en tu interior y en el alma de los otros
no podrás hacerlo mientras anheles irte lejos porque los símbolos te obligan a querer consumir
Alguien te amará como te lo mereces
no meremos nada, ya deja de lloriquear...
Todos tenemos un fin, los obstáculos son para disfrutar la victoria
las desigualdades profundas no se borran ni dan fuerza las frases de cereal
No te aflijas, nada es para siempre
qué aburrido decir tonterías de un tiempo del cual no tenemos certeza: sólo es aquí y ahora
Da todo lo que puedas
somos ignorantes de nuestra condición y si algún día nos la tomamos en serio
  haremos con ayuda, por circunstancias y oscuridades... nunca sabremos de nosotros. 

M. Téllez.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Adiós

Pocas veces me resulta difícil iniciar un escrito que no sea escolar. Claro, no quiero decir que sea siempre fácil, sólo que tengo en mente el objetivo o la finalidad que quiero exponer y eso lo hace no tan difícil. Esta vez es difícil. 
No sé si iniciar diciendo lo que no quiero que pase o lo que no quiero que se interprete. Ese anhelo de dictar cláusulas ocurre a menudo cuando uno tiene deseos de que todo tenga un buen final. Se trata de un anhelo que nunca se logra. 
Siempre deseé una charla directa, con una rica agua de frutas, té, café, la bebida que te guste -Coca Cola, a lo mejor- y yo -si no te molesta- quizás con un trago de oporto o ginebra. Ya no estoy tan seguro de si bebería, hace unas dos semanas alguien me dio un escenario y decidí no beber cuando el tiempo pende de un hilo que alguno de los partícipes puede cortar, sea porque no tiene importancia en ese tiempo o sólo porque el hilo se desgaste por el tiempo mismo. Tú y yo ya no hablaremos.
Quise saber qué se siente compartir tiempo de verdad con alguien. No importa si no todo fuera lujos, salidas de nuestros horizontes, momentos inagotables de pasión, de emoción, sólo pensaba en que podría respirar y andar tranquilo por un hogar sabiendo que tenía una compañera. Tú y yo no vamos a estar juntos.
La intriga por saber quién eres hoy y cómo cambiarás estaba en mi mente. Estamos constituidos de tal manera que nos interesamos por la gente. Yo tenía un interés por ti -es probable que aún lo tenga, lo que no sé es si siempre lo tendré y porqué debería tenerlo después-. Mi interés por ti y la intriga me rondaban en muchos tiempos del día y de los meses. Parece que ya no podré conocerte como deseaba.
My heart has become a cold and impassive machine, dice una canción. Decidí modificar esa máquina con tal de hacer y sentir cosas que de otra manera no hubiera sido posible. Sostengo que tú por diversos factores no atendiste mi llamado y luego se cruzó frente a ti alguien que al menos podía darte un ramo de rosas y llenarte de besos -como cualquiera puede hacerlo-. Por más que desgastara mi pluma y mi imaginación, tal vez hasta ahorros, por dar una sorpresa, yo nunca estaría a ese nivel -el simple dar-. My heart has become a cold and impassive machine. Again. 
Me siento roto. Que quede asentado que tú no eres la causa de que me rompa cada vez más. Eso sería lanzar un cuchillo contra ti ya lleno de sangre, mi sangre. Me he ido rompiendo desde hace tiempo, a veces olvidaba mis vacíos, en otros momentos me cosía como y con lo que pudiera. Casi siempre con pensamientos. Llegué a pensar que contigo ya no necesitaría de tantos pensamientos, sino que podría mostrar quién soy. El problema es que ni siquiera sé quién soy, y no es una frase cualquiera. Tengo herencia genética que implica que no soy único, el carácter también se hereda, los gustos, la ciudad te moldea, los símbolos hechos para consumir nos hacen querer, la gente nos confunde, los sucesos nos empujan y ante todo esto, tenemos que decidir. Cada que damos un movimiento damos por sentado que somos alguien, como si lo supiéramos, creo que eso es decir demasiado y en el fondo es decir nada. Caminamos sólo porque estamos constituidos de tal manera que podemos hacerlo. Cómo, entonces, podría creer que contigo sería yo, si 1) tú estás en otras circunstancias y si 2) ni siquiera sé qué me hace ser Miguel. Insinuar otra cosa es hacer ignorándome o engañándote. 
Adiós. Decir que nuestro tiempo ha terminado es exagerar, porque el tiempo nunca fue nuestro y no es de nadie, el tiempo siempre seguirá mirando cómo nos hacemos viejos y nos cansamos. Verá cómo nos morimos poco a poco. Pretender tenerlo no tiene sentido. Aprovecharlo y perderlo también es un sin sentido. Hacemos lo que creemos que es conveniente, lo cual no implica aprovechar el tiempo, que miremos el reloj o el calendario con angustia es porque creemos que es angustioso: borra ese sentimiento y verás que ni es aprovechar ni es desperdiciar. 
Ignorancia. Quién sabe qué pasará ahora es una obviedad. Y aunque cada vez que sigo presionando letras para decirte algo me dan ganas de borrarlo todo porque quizás no tienen caso las grafías, pienso que si no hago esto, no podré hacer algo después. 
No tengo qué darte ya ni creo que tú puedas hacer lo que ignoras. A lo mejor pedir palabras es pedir demasiado. Ya conozco la objeción a las palabras, que es el hacer. Pero, piensa, dado que es imposible hacer de la manera que tú buscas -y que implica un interés-, el otro medio eran las palabras, y ciertamente no es tan difícil. En una ocasión me señalaste que no hacer sólo porque el pasado modifica no tenía sentido para ti, pues hay circunstancias del presente que son distintas a ese pasado y por tanto, cabe la opción de hacer. Lo mismo te diría si me señalas que lo tuyo no es escribir. Sin mencionar que jamás pedí un poema o una novela, ni siquiera un ensayo. 
Te quiero. Resuelve las dudas que tengas y sigue con tus acciones que tanta admiración causaron en mí. Ya no guardes silencio, porque si alguien conoce la sed de palabras, estoy seguro que esa condición la conozco muy bien. Ofrece palabras que de hecho sabes articular de manera precisa, no las desgastes como en aquel caso que me narraste discutiendo con alguien vía mensajes de celular. Jamás te causé en estos años disgustos como los que los demás te causarán y mi sed sólo era de grafías. Quiero reclamar que diste ese bien a otros que se irán, mientras que yo que quise esperar y quedarme y pedía ese bien, ahora me voy. Me iré sediento, lo cual no implica que con rencor. 
Si es que algo queda, eso tú lo puedes averiguar con tus acciones. Si no haces, es una obviedad la conclusión.

M. Téllez.

jueves, 29 de octubre de 2015

Comiendo rosas

Dos rosas que si bien eran entregadas en una maceta, nadie notaría diferencia con lo que vimos. Una pareja de jóvenes: esos que aún se besan en todos lados como si los besos se acabaran o su sabor después se agriara -tal vez así sea-.
Nos reímos de las rosas. Recordé cuando hace tres años fui un 31 de diciembre a su casa a desearle feliz año y le entregué un ramo de rosas. Las rosas que entregué ese año eran flores tocadas por la mano de Dios en comparación de aquellas cosas que vimos. 
Unos tragos más, diciendo algo de las damas e invitándole un trago a una mujer que estaba a nuestro lado, seguíamos sonriendo. Insistí en que esa mujer -a quien le invitabas el trago- se veía de edad más avanzada que la nuestra, a pesar de que señalabas que no, que tenía cerca de 19. Un misterio es la edad.
Volvimos la vista a la pareja con rosas, la chica mordió un pétalo y lo masticaba. ¡¿Qué carajo?! Exclamamos. No importa, algunas ganas de masticar o de probar algo natural. Luego, observamos cómo el chico -la pareja de la chica- descendió del camión y llevaba una rosa. ¿Por qué alguien se iría con las flores que tal vez dio? No, tal vez se quedaron ambos con una rosa: cada quien con una rosa. Eso tenía sentido.
Siguió el viaje. La chica se levantó de su asiento, volteó a mirarnos, primero lo hizo porque seguro notó que preparábamos el último elixir que acompaña nuestras palabras, después sólo nos miró. Qué importa. Al bajar, no llevaba ninguna rosa. Extraño. A lo mejor la guardó. Continuamos con las risas.
Parada final. Me levanto del asiento, acomodo mi mochila y sé que ya pronto llegaré a casa. ¡Mira! - me gritaste y entonces regresé para saber qué veías. Una rosa tirada en un asiento. 

M. Téllez. 

sábado, 24 de octubre de 2015

Nula dignidad

El debate acerca de la dignidad humana es uno -de entre tantos- de lo más interesantes en la filosofía moral. Hemos dado por hecho -explícitamente o no- que poseemos algo que llamamos 'dignidad'. Sin embargo, ¿qué queremos decir con 'dignidad'?
Las discusiones respecto a la DH toman como punto de partida la noción kantiana de dignidad. De manera muy breve, lo que nos dice Kant es que al ser autónomos -y lo que implica esta idea en Kant- es lo que nos hace dignos. Dignidad es un valor intercambiable y que no tiene precio. Desde este punto, ya hay discusiones. Para darle mayor apertura a esta postura kantiana, digamos que también los seres heterónomos son dignos. Es decir, aquellos que tengan humanidad -capacidad de darse fines a sí mismos (sin importar qué clase de fines). 
He dejado muchos matices de lado, aunque realmente la discusión gira en torno a la idea de autonomía y razón práctica. Esta definición de DH es excluyente: porque no da cuenta de los bebés, enfermos mentales parcial y permanentemente e incluso, de personas en estado vegetativo. Los kantianos han hecho esfuerzos para incluir a esas personas en la definición de dignidad humana. En el caso de los bebés, dicen que están en proceso de adquirir autonomía o tener razón práctica. En los otros casos, no dan una respuesta convincente -si a caso el argumento respecto a los bebés es convincente-.
Hoy día, Waldron entró a la discusión y fundó la dignidad humana como un principio fundacional: somos dignos. Es decir, este principio funciona como axioma para luego erigir otros principios o postular normas -o deberes-. Somos dignos y se acabó, podríamos decir. Esto tal vez no les guste a los filósofos -especialmente a los que creen en la dignidad como si tuviera realidad o existencia en los hechos morales (si a caso creen que existen los hechos morales {que sabemos -o discuten- que son distintos de los hechos físicos}). 
La respuesta de Waldron es interesante porque no es excluyente: todos somos dignos y es todo. Claro, él hace una defensa y explica más su postura; aunque la idea es básicamente esa. 
Escribo estas líneas porque lo que quiero exponer es que no necesitamos apelar a la dignidad para defender los derechos humanos o daños tales como la humillación. 
Se dice que tenemos dignidad porque se cree que la vida tiene algo de especial o de valiosa que la hace digna. Al atacar eso especial, es cuando hablamos de alguien indigno o de humillación. Así que el argumento -hay que llamarlo beta- lo podemos escribir así: a) Si es el caso que tenemos dignidad, entonces b) hay alguna razón -al menos una- para decirlo. Esa razón, insisto, es que nuestra vida o es especial -que posee algo especial y por ello es especial- o tiene algo que la hace valiosa. 
Tomando en cuenta el argumento beta, b es un supuesto que a la luz de una reflexión seria, no tiene cabida. No hay algo de la vida humana que la haga especial ni valiosa. Y si es el caso que decimos que hay algo que es valioso o especial, ese parámetro excluye y, por lo tanto, no tiene caso que lo usemos para defender el argumento beta -quien que sea razonable no acepta un parámetro excluyente-. 
Ahora bien, al negar b del argumento beta, negamos a. Así que no tenemos dignidad. La sentencia que acabo de decir -no tenemos dignidad-, no implica una carga negativa, sólo expresa que esa idea que llamamos 'dignidad', ha estado fundada en un supuesto ilusorio. En mucho tiempo ha quedado claro que el ser humano se ha dado un lugar especial en el mundo por creer que es valioso o especial. Esto es creer demasiado. Si hacemos una reflexión seria, debemos entender que ni somos valiosos ni especiales en alguna manera objetiva o universal -entendiendo universal a lo Kant o a lo Sto. Tomás-. En todo caso somos valiosos o especiales para otras personas o para que nuestra especie siga sobreviviendo. Esa razón no dice mucho, pues incluso los animales valoran a los de su especie -experimentos para corroborar esto hay de sobra-. 
Mencioné que la dignidad humana se utiliza para defender los derechos humanos. Una objeción que podría hacerse a la tesis de la nula dignidad -lo que he defendido- es que si negamos la dignidad, entonces los DH se ven en peligro. Esto es conjeturar de manera apresurada. Podemos fundar derechos humanos sin acudir a la dignidad. Usualmente los derechos humanos son pensados como una esfera mínima que tenemos que poseer para vivir una vida que merezca la pena ser vivida. Partiendo de esta definición, no hay razones para hablar de dignidad humana. Sólo hay una esfera mínima de necesidades que deben respetarse, y nuestros derechos humanos siguen intactos. 
Hemos estado hablando de una especie de valor que creemos tener y que, como ya vimos, ha sido sólo una ilusión causada por ignorar nuestra condición natural. Todos somos débiles y en ese caso, debemos tener una esfera mínima que debe ser protegida -que son los derechos humanos-; esto no implica que debamos apelar a la dignidad humana. Por lo tanto, incluso cuando la gente de manera vaga habla de dignidad, sólo apela a una especie de condición, aunque esta condición está fundada en la vanidad o en daños que creemos que no nos deben hacer. En todo caso los daños que no nos deben hacer son aquellos que dañen nuestra esfera mínima. 

M. Téllez. 

viernes, 23 de octubre de 2015

Encuentro

Hace tiempo que no la veía. No, este texto no es para ti ni para ti, es para ella. Últimamente todos se ponen el traje de mis palabras. Y aunque alguna vez explique, jamás creen. Más pereza. No importa.
Llegué tarde, cinco minutos después. No es tanto tiempo, aunque mi puntualidad siempre está ahí, pasa desapercibida: como esas virtudes grandes que luego no se ven. Todo fue con una cadencia que hace tiempo no apreciaba. Tuve tiempo de respirar, de aceptar mis errores, de mirar mis pretensiones, en una sola palabra, de ver que ya no soy el mismo. Tú tampoco eres la misma. Dice una canción española: hace tiempo que ya no te veo, ¿habremos cambiado? Quizás a peor. Exactamente no sé si hayamos cambiado a peor. De ser el caso que sí, seguro soy quien tuvo esos cambios.
Noté que mirabas mis labios y no sé porqué. Pensé que me habían quedado residuos de la comida que acompañó la plática, pero no fue así. También pasó por mi mente que a lo mejor temblaba alguno de mis labios, por una especie de nervios, de esos que están ocultos y  los sentimos hasta que una parte de nuestro cuerpo nos delata. Pero tampoco fue así. 
También te miré. Hace tiempo que no veía unos ojos tan claros, unos labios tan finos y una boca que se puede dar el lujo de hacer las muecas que desee. Sólo he mirado ojos perdidos, cansados, irritados; labios olvidados, resecos, y bocas que sólo son bocas. 
Hubo silencios. Desde hace meses que no experimentaba el silencio agradable, sin inquietud de querer decir algo para que desaparezca esa ausencia de voces. 
Hay personas que arrastran los dolores de las palabras que interpretaron a su antojo, eso y más cosas. Nosotros no arrastramos nada. Fuimos nosotros, hambrientos o fingiendo tener hambre, lanzando palabras de millones de instantes que han pasado. No agregamos juicios de valor a nada, al menos no exponiendo arduas justificaciones de nuestras concepciones del bien. No había pereza. 
Como en cualquier circunstancia, un buen trago tenía que estar presente. El líquido aguardó, porque no me permití combinar ese placer con otro placer -el compartir palabras y espacios contigo-. Fue una buena decisión. Seguro que lo haría de nuevo. 
Después, el adiós. Sin esperanza de nada, un adiós. Tal vez tuve un impulso -los primeros movimientos-, aunque mi condición de ignorante y mi anhelo de condición estoica me hizo tener a la mano una pasión adecuada. Aunque no hay razón de engañarme, hubiera dado vuelta, regresar unos pasos y verte, aunque no supiera para qué -o tal vez sí lo sabía-. 
No sólo mi pluma descansa cuando te cuento cómo las personas se molestan por mis líneas, por mis creencias y por mi manera de hacer. El hálito que en ocasiones puedo percibir dentro de mí, se tranquiliza. Es preferible para mí seguir así, dándole descanso a mi pluma y que mi hálito encuentre calma. Sólo no debo cruzar la línea para sentir apego en hechos que no dependen de mí. 

M. Téllez. 

martes, 20 de octubre de 2015

Amiga

Hay situaciones donde las palabras no tienen cabida. He pensado qué decir, aunque todo esfuerzo me resulta poco. 
No dobles tu alma, amiga. Permite que las lágrimas salgan hasta donde creas que es debido, sé que tú sabrás hasta dónde es esa línea. No sé si haya buenas razones para creerse fuerte, en todo caso, hay que serlo. Sé que tú puedes serlo. Deja que los pensamientos lleguen según las representaciones, sólo ten presente que lo estás permitiendo. 
Según los estoicos, sólo podemos perturbarnos por el presente y el futuro, no por el pasado. ¿Por qué no por el pasado? Porque, según ellos, no existe. En cambio, el presente lo estamos experimentando, y aunque de alguna manera el futuro tampoco existe, hay probabilidad de que se dé; en cambio, el pasado ya nunca volverá. Atiende hoy tus latidos, las miradas que puedas ver. Sólo ten cuidado. Otro consejo estoico es que hay actitudes torpes y hábiles. Un ejemplo es la compasión. Hay dos tipos de compasión, según los estoicos. A una hay que llamarla compasión y a la otra "compasión". "Compasión" es afectarse por el sufrimiento del otro, pero quedarse afectado a tal grado que no hacemos nada, sufrimos con esa persona nada más. Compasión, en cambio, es ser afectado por el otro pero saber cómo actuar. "Compasión" es una disposición torpe y compasión es una disposición hábil. 
Aunque escriba, pienso que lo mío es una "compasión", pues sinceramente no sé si soy hábil y si estoy sabiendo cómo actuar. Que mi pluma dibuje palabras es lo que últimamente sé que puedo hacer bien -o eso creo-, por eso te dedico estas líneas. 
Tal vez alguien pueda calificar de frases de cereal lo que diré o lo que estoy diciendo pero no importa. Lo hago de corazón: tienes mi apoyo, el apoyo de más, nuestras sonrisas y nuestra presencia; aunque no siempre podamos estar. Admiro tu dedicación, pues aunque pueda pasar desapercibida, eres mejor que todos nosotros. De esto infiero que podrás calmar de alguna manera lo que acontece -o pueda acontecer-, especialmente contigo misma. 
Dice una canción: Me crezco ante el peligro, sé que cambiarán las cosas. Sería buena idea que de alguna manera puedas crecerte. 
Recibe un abrazo mío. Ánimo. 

M. Téllez.

jueves, 15 de octubre de 2015

Siempre se irán

Sé de alguien que aún no ha perdonado -llamaré a este alguien 'S' y se entenderá que pretendo abarcar a personas que participen de tales características-. También sé que aún se ofende. En aquella noche fui honesto y sólo entendí que ella no está para entender la sinceridad. Yo no estoy para esperar que entiendan; especialmente si se trata de una amistad. Qué pereza.
Ya no había pensado en esto, por lo mismo de mi pereza. Hoy me dije "siempre se irán". Es interesante ver como los cuerpos y mentes débiles se consuelan con sus semejantes -o sea, con otros débiles-. Sí, sí quiero implicar que mi cuerpo y mi mente no es débil. Aunque, merece la pena hacer una distinción -que cualquiera puede decir me saqué de la manga-. Hay dos tipos de debilidades en las que estoy pensando: 1) debilidad ignorada y 2) debilidad aceptada. En el caso de 1, el agente en cuestión no sabe que es débil y pregona cosas que hará, y enseguida se le verá lloriqueando. Podrá sugerir que se emociona por algo, después dirá que está cansado. En cambio, 2 sabe que es débil, lo ha aceptado, además, conoce que está entre el lloriquear o el hacer, 2 prefiere lo último. En efecto, dado que 2 es débil en cierto sentido, claro que hay lloriqueos repentinos, aunque recuerda aquella línea entre lloriquear/hacer y regresa a la senda que lo distingue de 1. 
Dada la explicación y los matices adecuados, S es de mente débil; por lo tanto, se consuela con sus semejantes. Aquellos de mente débil, cierto espectro de los de mente débil, son del caso 1. Y lo que debo señalar ahora, es que S nunca se consolará con alguien del caso 2. O tal vez sí, aunque los hechos que describo, nos dicen que no. Puede ser que en este particular caso -por el que estoy nombrando al alguien como S- se deba a que no perdona y aún se ofende. El caso de 1, no se ofende ni perdona puesto que sólo se la pasa lloriqueando: se siente la víctima del universo, el novato, el troleado y el que aún puede aprender. Hay cosas que si no se aprenden en determinado momento, sólo nos harán seguir lloriqueando, una de esas cosas es entender la diferencia entre el caso 1 y 2, así como la división que es capaz de comprender 2 -y que quién sabe si vea 1, pero dado que es 1, entonces es que no la ve-. 
Estoy seguro que se seguirá yendo. La ventaja de S de estar con el caso 1, es que hallará consuelo con sus semejantes, no habrá reproches ni se sentirá herido por alguna palabra, ¿qué puede decir 1 que no sea un lloriqueo? A lo mejor una palabra de ánimo o de alegría, en el fondo es lloriqueo. Siempre se irán las S. A menos que quieran enfrentar su ignorancia y su debilidad compartida, las cosas para ellos seguirán en su tono. Tonos que objetivamente sólo tienen una función: notar en donde no caer. 

M. Téllez. 

Tres años

¿Cómo es que en tres años una persona no cambie? Me pregunté hoy. Ya es tarde y aunque la cuestión estuvo un buen lapso en mi mente, no sé cómo es eso posible. Ahora bien, ¿cómo es que alguien sensato esté con alguien que no cambia? ¿No se supone que nos gusta el crecimiento? ¿Y dónde queda esa coherencia? Iba a escribir que no la hay pero no estoy seguro de eso.
Hay cosas que se parecen mucho a tener novia. Sí, tener novia, así llanamente. Digo que se parecen porque tienes que modificar horarios, dejar de hacer algunas cosas -aunque digan que no-, prestar atención a cosas porque si no la pareja lloriquea, en una sola palabra, hay más preocupaciones y responsabilidades. Diré que son preocupaciones y responsabilidades sin sentido: es una prueba más de que queremos hacer nuestro algo que no depende de nosotros y por ello es que sufrimos. Pero lo hacemos y lo seguiremos haciendo; al menos es bueno darse cuenta. 
Parece que tú no te percatas. Andas como aquel que prefiere tener a quién abrazar porque tiene miedo de no abrazar nada. Qué fortaleza la tuya para seguir escuchando los mismos cacareos de hace tres años. Si es que a eso se le puede llamar fortaleza. No quiero implicar nada con esto, sólo pretendo señalar mi intriga causada por la primer pregunta de estas líneas y mi angustia de que no te percates y sigas haciendo ahí en donde yo digo que no deberías. Esto suena muy a autoridad, aunque ya no tiene caso hacernos tontos: nadie es como yo. Y esto no es una verdad genérica, con nadie más se contempla un cielo teñido de inmensidad y de rencor a la vez, un suelo de confort y dolor al mismo tiempo, un aire fresco y pesado al respirar, líquidos que son sabor, placer y belleza acompañados de palabras. La angustia reside en que teniendo este escenario, vayas con los básicos. Tal vez deba escuchar, aunque no dirás ni yo tengo necesidad de saber; los hechos ahí están. 

M. Téllez. 

miércoles, 14 de octubre de 2015

No nos interesa

Hoy vi una publicación en mi timeline de fb acerca de cómo educar a un niño. La publicación decía -básicamente- que no tienes que consentir al niño -y hablo también de niñas-, que debe entristecerse porque cuando crezca, verá que el mundo no es perfecto -de esta manera estará preparado para el porvenir-. 
Usé esa terminología porque es la acostumbrada en esas notas. Escribo esto porque quiero decir que a nosotros no nos interesa que no sepan educar a un niño -al menos a mí no me interesa, supongo que otros menos-. 
Me estoy tomando la molestia de gastar palabras para algo así. Los argumentos que tengo en mente para sostener esa indiferencia son varios -no muchos-. Primero, las madres -y quien publicó eso tiene mi edad, o sea 22 años (o tal vez 23)- ya tienen una idea vaga de cómo educar. Creo que todos tenemos una idea vaga y no necesariamente nos interesa crear hijos -aún no entiendo a quién se le ocurre tener más de dos hijos o tener hijos (especialmente hoy día)-. Con esta idea vaga, cuando alguien aconseja algo, la madre -puede ser el caso- que no atienda tal sugerencia por su idea vaga. Si yo le hubiera escrito a esta chica diciéndole: no mimes a tu hijo, los niños son como animales. Lo más probable es que hubiera defendido un rango especial de su hijo en contraposición con los animales. Esto demuestra que 1) mi argumento es correcto y que 2) esa chica no ha leído lo suficiente o no se ha cuestionado lo suficiente para entender que nuestra vida no tiene nada de especial frente a la de otras especies. Lo que digo se discute, aunque estoy seguro que decir lo contrario es sólo engañarse. 
El anterior creo que es el argumento más fuerte que tengo. Digo que es fuerte porque implica varias cosas: si es el caso que defiende su idea vaga frente a sugerencias, entonces su disposición a actuar es igual. Y con esto, quiero decir que incluso aunque acepte la sugerencia, en el ámbito de la acción estará acostumbrada a su idea vaga y luego no hará la sugerencia. Este argumento se extiende a otros ámbitos, no sólo respecto a la educación de hijos. Se requiere de disciplina para cambiar nuestras acciones efecto de nuestras ideas vagas. Y siendo sinceros, pocos se toman en serio esa disciplina: es más fácil ser como somos; ni siquiera es fácil, sólo lo hacemos. 
Mi otro argumento ocupa una discusión más amplia. Creo que hay sitios para aprender o tener sugerencias de cómo educar a hijos y no necesariamente están a la hora de compartir una publicación o de leerla. Estoy seguro que hay talleres de padres, artículos científicos -donde se hable de los niños y de ahí deducir métodos- o platicarlo con alguien -con quién es una buena pregunta, aunque no creo que tan difícil-; haciéndolo en serio. Si es el caso que quieren educar bien a sus hijos, entonces harían lo que señalé. Vemos que no hacen lo que señalé -no compartirían cosas extrañas-, ustedes saben lo que sigue.
Podemos concluir dos cosas de esto que acabo de decir: 1) no se toman en serio la educación de sus hijos y 2) no hacen el mínimo esfuerzo para ACEPTAR las sugerencias que reciben. Finalmente, a nosotros no nos interesa que ignoren estas conclusiones, tampoco nos importa que al ignorarlas, no sepan cómo educar a sus hijos. Claro que es fácil criticar, y es posible que si yo tuviera un hijo, tal vez tendría problemas. Sin embargo, si señalé argumentos y consejos, es porque los conozco, no hacerlos sería irracional de mi parte. Además, creo que al ignorar que los niños son como animales -incluso en la adolescencia y hay quienes en la etapa adulta- están ignorando demasiado. Estoy muy seguro que si entendiéramos que nuestra vida no es especial frente a otras especies y que contamos con ciertos recursos que los animales no, podrían resolver sus dificultades de manera más sencilla. Aunque no olvidemos que tenemos ideas vagas; parece que una de ellas es creer que somos especiales. 

M. Téllez. 

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Recuperarse

Supongamos que ya no despiertas. ¿Qué sentiré? Tú ya no vas a existir, eso es claro. Pero, yo que seguiré vivo, ¿me debilitaré? Realmente no lo sé. ¿Quérran decir algo tus presentimientos? Tampoco lo sé. 
No sugiero que tu ausencia total sea un buen experimento para saber ahora qué tanto puedo sentir por alguien, especialmente por alguien que me influyó en lo que hago y en lo que soy hoy día. Aunque si lo pienso, no hay duda de que será un examen para mí. Y no sé qué pasará. Apenas leí que cuando se nos presenta alguna situación externa que nos afecta, reaccionamos de tal manera que se refleja en lenguaje corporal -sin que queramos, a veces-, y también a nivel de juicio. Lo cierto es que, según esa tradición, deberíamos controlar lo corporal, una vez esto, los juicios estarán disipados y no nos perturbaremos. Lo que quiero decir es que si no despiertas y me entero, creo que seguiré en ese plano de sólo convertir estados corporales y juicios, jamás en controlar; creo que eso es algo imposible. 
Si no abres más los ojos, sentiré envidia. Tendrás algo que yo no: la no existencia. Creo que ni siquiera tiene sentido decir que tendrás algo a causa de que ya no vivirías. O no lo sé. No quiero pensar(lo). 
Si tu cuerpo perece, ya no tendré a quién escribirle. Lo que hago aquí es narrar, pensar en anécdotas o casos hipotéticos y plasmarlos como pueda o como quiera. Cuando te escribo descansa mi pluma, dejo de sentir ese peso que experimenta el autor a causa de sus palabras; vacilo, me puedo equivocar y bromeo. Intento ser gentil aunque la tristeza y lo detestable de vivir en ciudad me recuerda que no tiene caso fingir. Hace un rato, mientras creía meditar debajo del agua, creí entender que aunque se hagan cosas, el dolor -para ser general- sigue y seguirá ahí. Algunos compran libros y se sienten contentos, pero qué triste debe ser tenerlos y saber que jamás podrás leerlos todos ni mucho menos comprender todo lo que hay en ellos. Otros compran otros objetos, y lo mismo pasa: qué cruel saber que un día perecerán esas cosas, o ellos antes que las cosas. Y así con todo lo que hacemos. Alguien en contra de esto, dirá que al menos sentimos algo o hacemos algo y que ahí radica lo importante. Estoy de acuerdo con eso, mi pregunta -a causa de mi inquietud- es: ¿con qué poco nos conformamos, no? Y no es cuestión de querer o hacer, es que no podemos más. La finitud nos mira diario a la cara y muchos no lo ven. 
Doy este rodeo, porque como dije, reposo de alguna manera cuando te escribo. Si ya no respiras, mi pluma tampoco va a respirar a gusto. No quiero decir que deseo que despiertes, eso te lo deseé. Disfruta tu sueño. 
Si sigues al amanecer, halla algo. Si falleces, no sé si halle siquiera algo. 

M. Téllez. 

martes, 29 de septiembre de 2015

Caras

Conozco muy bien el asco que producen las personas que no saben hablar y sólo demuestran su molestia con el rostro. Claro que es asco, también repudio. ¿Cómo es posible que siendo animales humanos, recurramos a hacer muecas para representar nuestros disgustos? Todos entendemos que los movimientos corporales son inevitables, y eso no es algo contra lo que vayan mis palabras. Estoy en contra -porque conozco muy bien el asco- de que no sean capaces de hablar. Incluso aunque no mencionara esa sensación, si entendemos que contamos con la palabra para expresarnos, es irracional no hablar para comunicarnos. 
Desde la infancia viví entre caras. Me seguirá sorprendiendo que las personas no se den cuenta que son similares a sus progenitores. Nos parecemos tanto físicamente, como 'mentalmente', para usar el lenguaje coloquial. ¿Y por qué digo esto? Porque hay personas que recurren al carastismo -vamos a llamarlo así- y es el caso que según ellos, detestan esa actitud. No ven que -por poner un escenario específico- si a caso su padre también sufre de carastismo es probable que ellos sean así y, a pesar a de ello, creen que no lo son. No se han mirado lo suficiente. 
El hecho de estar aquí es ya detestable, aunque haya cosas que nos pongan contentos. Toparse y TENER que vivir con personas que sufren de carastismo, es terrible. Estoy seguro que es muy poca la gente la que se toma en serio sus actitudes -me refiero a cómo se comporta-. Son como una máquina que tienen tales características y ya nunca tendrá actualizaciones, salvo las que puedan venir por el cansancio, pero incluso los metales se oxidan y se vuelven moldeables con el tiempo. No difieren en nada de esos metales. En cambio -pocos, seguramente-, son como máquinas que entienden que se pueden modificar a sí mismas, que esta tarea no es fácil dado el material que ya tienen -llámenlo genes, si quieren-, sin embargo, HACEN para conseguir un resultado. Y lo anterior no es por coacción o por algún vínculo con esa idea de 'cambiar para alguien'. Si somos lo suficientemente razonables, entenderemos que hay actitudes nuestras que dañan a otros, y que -insisto- dado el hecho del detestabilismo vivencial -llamémoslo así, ya que estamos inventando cosas-, no hay buenas razones para hacerlo más detestable. Y no sólo para los que nos rodean de manera cercana y lejana, también para nosotros. No tenemos porqué olvidar que en muchas situaciones el problema somos nosotros. 

M. Téllez. 

domingo, 13 de septiembre de 2015

Tanto tú

Los motivos por los que huí son claros: no puedo estar con alguien que nunca cambiará. Entiendo que probablemente no somos autoridad moral para hacer que alguien cambie, aunque el escenario es distinto, en un sueño, proyecto o lo que sea, si ya se es underground de por sí, errar lo hace todavía más inútil: no llena y sólo produce malestar. Creer que no es así sólo por uno o dos razonables, es aceptar migajas.
Debemos ver, escuchar y atender para criticar. Si quieres destruir una teoría, lo mejor es estudiar esa teoría para saber de dónde cojea. Escuché y confirmo que eres tanta voz para poca imaginación de otros. Sé que eres tantas ideas para reducidos cerebros no trabajados. No pretendo decir otra cosa que no sea que eres tanto tú. 
Sabemos que somos distintos, y que la diferencia no es la común: tenemos matices. Esos matices ya hasta son públicos, hay un comercial donde se habla del 1% de personas distintas. Claro que todos se sienten diferentes, y es que sentir cualquiera puede. En cambio, hacer no todos pueden. E insisto, esto no es una exclusión, simplemente hay a quienes no les interesa saberse mortales, ínfimos o distinguir entre abandonarse a una existencia desabrida y procurar darse razones para las horas que nos miran a la cara cada día, semana, mes y años. 
Tanto tú en un ambiente de básicos si bien no me angustia, sí me hace pensar que sería mejor que estuvieras en otro sitio. No quiero decir que ese sitio sea conmigo, aunque desde hace años ese era un plan. Falta una conexión ya no sólo de palabras ni de especulaciones que llevamos a la práctica. Hacer. 

M. Téllez. 

viernes, 28 de agosto de 2015

Kilómetros

Hace un momento pensé 'escribiré algo que se titule <Ten tus putos hechos>'. No lo haré, al menos no tendrá ese título el escrito, puede estar en otra publicación, como en esta.
Viajé muchos kilómetros. No recuerdo cuántos fueron la primera vez, tal vez 440 o algo así, sólo de ida. El año pasado debieron haber sido unos 350 al menos -también sólo de ida-. Y siempre me he preguntado, ¿quién viajará tanto por ti? Y me respondo: nadie lo hará. Además agrego 'sólo buscarán placer coital o de caricias contigo, nadie te va a querer apoyar en sí'. Es decir, sólo te usarán como medio, nunca como fin en sí mismo. Yo lo hice. Siento que ya no lo haría, ignoro si lo haré. 
Ahora comienzo a ver que escribes cosas bastante extrañas tratándose de tus dedos. Porque tú no tienes pluma. Leo 'súper'. Después leo que expresas representaciones mentales de tal manera que te desconozco. No hace mucho sufrías por la angustia de tu educación, hoy mueres por algo relacionado con el Iphone 6s. Patética. No sé a qué juegas, y ya no me va a importar. O eso es lo que creo. Aunque por esa razón -del ya no importarme- fue que ayer, además de estar motivado por algunos tragos, te volví a señalar lo poco -a tu juicio implícito- que siento por ti. 
Sigue buscando más colores para tus uñas, mientras se pudre tu alma. Ojalá halles más sombras e intentes darle profundidad a tus ojos para que alguien los mire por la ilusión de las pinturas, porque nadie los atenderá desnudos. Predica tantos actos románticos como tu afecto por las letras, lugares brillantes, tal vez Eduardo un día aprenda a redactar una carta y sin faltas de ortografía, a lo mejor descubre también un buen lugar que pueda atender bien sin estar ausente. Continúa creyendo en la reconciliación con la vida, a lo mejor eso te ayuda a mejorar tu salud respecto a tu estrés causado por cosas insignificantes. Sé que hay cosas no insignificantes, pero ya líneas arriba mencioné que algunas de ellas las dejas de lado por tonterías. 
Cerraré con lo que aún con el sabor de un buen espumante dilucidé hace horas. Antes de que me ocurran cosas extrañas, o no, me gustaría decir que te quiero. 

M. Téllez. 

miércoles, 26 de agosto de 2015

A MEDIA LUZ.


Sobornó la mecha del desvalido,
  y de un bocado apagó los titubeos.

Volvió para sí,
                 verdadero.


        encontró: 

luz,

sobre la mesa,

contando sus pasos, 

pensando en silencio,

                               no intentó tomarla,

en su lugar,

                           contempló,

hasta el último vaho
que gritaba a media voz:

A
      di 

ó
               s.

lunes, 24 de agosto de 2015

Lara

Digo 'un día iré a arrastras'. Me pregunté ¿a dónde? A verte. Continué mis cuestiones, ¿a qué? A verte, ¿ y para qué? No lo sé.
  Recuerdo cuando me invitaste al templo de tu Dios, yo tenía unos 18 años y tú unos 16. También recuerdo mis visitas a tu colegio, nos sentábamos en una banca del pasillo, hablábamos, te contaba mis pobres ideas de aquel tiempo y tú escuchabas atenta. Jugaba con tus cabellos, con tus brazos, tus manos y tus dedos. También te besaba. Tu boca no era pequeña, era de un tamaño razonable, tus labios eran precisos para besar mis labios. En ocasiones parecías más alta que yo, pero nuestra estatura era similar.
  Después te fuiste. Destrozaste mi corazón, no hay duda. Todavía me acuerdo que el brandy me acompañó varios días. Fue interesante, pues mi condición mejoró, no enfermaba y tenía ánimos para hacer. Estaba roto de tal manera que podía realizar y concentrarme. 
  Luego quisiste volver. Yo ya estaba en otro lugar, así que te alejaste. Qué bueno que crees en Dios, no tengo duda de que el autoengaño es un gran medicamento contra el dolor del alma. Mientras 'sanabas' tus dolores con 'amor' a un Ser desconocido, yo entendí mi condición, sin engaños, sin ilusiones que quién sabe quienes nos las han querido vender. Fui yo contra mis juicios, mis intuiciones contra hechos brutos, mi nombre contra mi simple cuerpo.
  'Un día iré a arrastras', una expresión condicionada por conceptos y significados antaños. Sigo estando del lado de los hechos brutos. Podría ser también un autoengaño: un engaño 'conmigo mismo'. 

M. Téllez.


domingo, 16 de agosto de 2015

Felicidad

Hace unos días un amigo descorchó una botella de champagne, vertió el vino espumante en dos copas, me entregó una de ellas, nos dijimos '¡salud!' y cada quien hizo el ritual propio antes de probar aquella bebida. Los momentos importantes pasan y luego no los vemos. 
Mientras cada uno disfrutaba de su bebida, le pregunté a mi amigo: 'Oye, ¿por qué creemos que la felicidad tiene que ser larga? Ni siquiera podemos soportar momentos largos de euforia, alegría, pasión o placer, sea sexual o cualquier cosa que quieras llamar placer.' Seguí argumentando mi punto, 'somos seres que no soportan lo duradero, por nuestra constitución. Así estamos hechos. Así que, ¿por qué nos engañamos deseando la felicidad? Es decir, ¿por qué nos engañamos queriendo, buscando y deseando algo que no soportaremos? Claro, esto, entendiendo la felicidad como un estado largo, perpetuo, que tiene que iniciar de tal momento y durar mucho. Lo más posible.'
Mi compañero de viajes me respondió que seguramente poca gente se detiene a pensar en eso. Como cualquier típico deseo, sólo se desea. Sugirió que la felicidad no es ese estado lleno de placer, euforia o alguna de las cosas que ya dije, sino que tal vez es otra cosa. Supongo que el ejemplo que cité, lo persuadió de alguna manera. Alguna vez leí la tesis de licenciatura del filósofo y escritor mexicano L.M. Oliveira. Las líneas de aquel texto nos orillan a preguntarnos si es racional tenerle miedo a la muerte. En esa tesis -si no rememoro mal- se menciona de ejemplo un personaje de Woody Allen que tuvo un orgasmo por tres días. Esto, como la tesis del filósofo mexicano sugiere, nadie lo desearía. Y ese ejemplo, es el que pienso que deja claro que la felicidad pensada como un estado que tiene que durar desde despertar hasta dormir, no tiene sentido. Y así piensa -la felicidad- la gente. 
Aún quedaba vino para nosotros. Concluimos que la gente está errada, como regularmente pasa cuando no nos interrogamos nuestras creencias. Deberíamos ser más sensatos y no soñar con un tiempo mejor en el sentido total de la palabra. Tal tiempo nunca ocurrirá, no podríamos soportarlo. Imaginen que desde que despiertan sonríen mucho, y siguen sonriendo cuando van al baño, cuando algún familiar fallece, cuando alguien los amenaza, cuando su pareja les rompe el corazón, cuando se caen de las escaleras y se fracturan la pierna o algún brazo, y demás casos que pueden ocurrir. 
Ignoro en qué momento nos hicieron creer que podemos tener estados perpetuos, pero esa acción es un error, por no sugerir que es un mal. Hoy tal vez sonreímos, mañana no sabemos. Y si estamos buscando un estado perpetuo, deberíamos creernos alguna cosa que no sea la felicidad. Parece que la felicidad nos hace daño. Por como nos la han estado diciendo. 

M. Téllez. 

lunes, 10 de agosto de 2015

AZAFRÁN.

Hoy soy,

               bebí azafrán de los labios amados,
                                                                         gastados.

Copa honda de valle fértil.

Hoy no soy alguien más,
hoy soy pétalo al viento,

empolvado
       
                       por la luz del sol sin sombra.

Cristal que se clava en mi pecho amargo.

Bocanada de aire tibio y
hálito polinizador.

Testigo sacro del universo marchito.

miércoles, 29 de julio de 2015

Viridiana

Me gustas. ¿Por qué? Hay cosas que no se fundamentan. Como un día dijo un escritor mexicano -L.M. Oliveira-. Lo parafraseo: 'cuando dicen 'te amo' o 'me gustas', dar argumentaciones es absurdo, simplemente lo sienten. Y lo saben.'. Lo sé. 
Me detuve a pensar en ti mientras gotas ligeras y tibias de agua mojaban mis cabellos, luego recorrieron mi cara y el resto de mi cuerpo. Me gustas porque tu piel me engaña- me dije. Sí me engaña. Me gustas porque tu sonrisa no la comprendo y me place no entenderla. Me gustas porque volteas a mirarme de reojo y no me importa qué veas o qué crees ver, tampoco quiero saberlo. Digo que me gustas porque me seduces. Como la maldita bestia que no dejo de ser, te miro pasar y quisiera no dejar de hacerlo mientras finjo que pienso cuando sólo quiero sentir algo. Ni siquiera sé qué quiero sentir. He rechazado los típicos deseos desde hace tiempo. Es un espiral que me engaña, o que creo que me engaña. Deseos en un extremo y rechazo en el otro. 
Te busqué y creo que te encontré. Ahora no dejo de visitarte. Vi algo que es y que pensé que no debería ser. Es para ti, no debería ser para mí. Sin cruzar palabras ya me siento roto, aunque desde hace tiempo esa es mi condición. Y no exagero, sólo logré mirarme. Después uno voltea al resto y no hay ejemplos de esperanza, todo lo devora la injusticia, el cansancio, el silencio, los balbuceos, la ira, la velocidad y las orillas del vacío. 
Hace cuatro días te vi. Mis adentros gritaban deseos. Sólo aprecié poco, no hay necesidad de gastar mis miradas en vano. Hay deseos que son vanos, hay ganas que son vanas. Por eso aprecié poco, porque no había más en mí. Y aunque haya más, aún no sé si un cuerpo valga una atención prolongada. Porque eso es lo único que se ve. Eso es lo único que veremos.
Tendría que quedarme sin palabras para que sea mejor. Incluso sólo para que sea. Tendré que declararme vencido para que tengas una referencia. Perdería no sólo el sueño y el rechazo si es necesario. Para qué fingir, no sería tanto problema perder por ti. 

M. Téllez. 

domingo, 19 de julio de 2015

No fue para ti.

Realizando un saludo por la madrugada me señaló que mis últimas palabras escritas habían sido de su agrado. Enseguida señaló la referencia de aquella frescura. Te mencionó. Pero no las escribí por ti. Aquel fragmento no fue para ti ni será para ti. 
Es cierto que muchas líneas han sido para ti, pero he ido desvaneciendo lo que se supone me provocas. Podrás ser bella, pero causas terror. Podrías ser dulce y cariñosa, pero tu amargura y tus rencores ocultos provocan inseguridad. El futuro de por sí es incierto, contigo en ocasiones no sé si se pueda confiar. Y es porque no haces. 
Sé de tus ruinas, tus preocupaciones, tu soledad, tu intranquilidad, tu fatiga, tus miedos y tu desesperación. Y sigues sin hacer. Me pregunto qué tanto placer te provoca tu vanidad que es inútil: un día tus artificiales atributos -porque es lo que ven de ti y parece que eso observas también- se irán al carajo y quedarás tú; me cuestionó cómo serías así. Prefieres la tinta en la piel. Y me alegro: te complaces. ¿Pero has pensado cuánto durará? ¿Y tu ruina dónde la dejas? ¿La olvidas? Se me ocurren dos cosas: 1) tus ruinas no son como las pintaste o 2) ni siquiera tienes objetivos. 
Por ello es que ido desvaneciendo. Por desgracia o por fortuna, si te quiero es con tus derrotas que deprimen a cualquiera: otros sólo te darán la mano para satisfacerse después, te harán promesas porque es fácil emitir ruidos con la boca, expresarán de manera pobre lo que creen que sienten, tal vez porque sienten, pero todos sienten, hasta los animales. Por desgracia o por fortuna te quiero porque así lo deseo, y aunque también siento y eso confunde, mis acciones no son sencillas. Y qué mejor juez que tú para decir que es cierto. Qué mejor juez que tú para ignorarme. Qué mejor agente que yo para desvanecer. 

M. Téllez.

Tú ahí.

Mírate. Estás de pie, retas a la cámara con una mirada que sólo tú sabes qué quiere decir. El mar luce al fondo. No podrías lucir más que el mar: no tiene caso mentir. Tú perecerás. Tu belleza corporal cambia cada día y tus cansancios se verán reflejados en esas piernas que hoy seducen mis instintos, tu semblante afectará la armonía de tu rostro y tus cabellos: todo apuntando hacia la decadencia. No digo algo grave, así pasa. Así nos ocurre. El mar en cambio, es sublime. Aterra, es inmenso, tal vez desconocido, seduce de manera violenta y tranquila. Y quién sabe si perezca. 
Te diviertes. O eso espero. La vida aquí es distinta, no hay mar y yo no deslumbro. Todo es gris, hasta el viento. Cambian las cosas cuando llueve, pero igual que una canción favorita, nos parece tan agradable que ya no distinguimos si la disfrutamos en serio o sólo queremos escucharla porque sabemos que para nosotros es buena. Incluso para lo agradable somos un problema: maldita nuestra existencia. Y si no es nuestra existencia, será nuestra constitución. A pesar de las desgracias, te observo. Por supuesto, no borras las desgracias, sólo tienes los matices precisos para que mi atención se dirija a tu presencia. Algún día tu voz tendrá que decirme algo y yo voy a querer que nos sumerjamos en tu mar. 

M. Téllez. 

jueves, 16 de julio de 2015

Fresca

Entra a las 10:00 am y llega después de las 10:00 am. Sale a las 3:00 pm y se va antes de las 3:00 pm. Siempre sonriendo. Hay fotos y siempre sonriendo. Esos pómulos me asustaban, hoy les dedicaría más de dos líneas: lo de acariciar, cualquier cosa. No hablemos de su piel, porque entonces mis ganas de buscarla aumentan. Y todo lo que pudiera llevar sobre sí misma sólo aviva mi imaginación. Si fuese una fruta le diría que luce tan fresca: entonces le daría un mordisco, tal vez letal para mí. Ojalá también para ella. 

M. Téllez.

lunes, 13 de julio de 2015

Silencio obligado

Una vez leí unas líneas del Dr. Muñoz Oliveira donde hablaba de la importancia de expresarnos y hacerlo sin temor a recibir represalias o algún daño -si no rememoro mal, el contexto era la práctica periodística-. En esas mismas líneas, señaló que si a él no le ha ocurrido algo es porque no ha hablado del narco en Tampico. 
Quienes me han leído algunas veces, saben que tampoco hablo de temas así -como el narcotráfico-. Suelo hablar y escribir -poco en esos ámbitos- respecto a problemas de política pero de manera no tan concreta. Comparto la idea del filósofo mexicano, debemos poder expresarnos sin temor alguno. Sin embargo, ese deber -como quizás, todos los deberes- no es tan sencillo. 
Recientemente hubo problemas en una colonia de Tláhuac: Tempiluli. Y como cualquier problema -cosa lamentable- varias personas concluyen causas y echan culpa -sin tener conocimiento exacto de lo ocurrido ni de hechos pasados-. 
Dada la cercanía con esa colonia, estoy un tanto informado de lo que ocurre y de los problemas de ahí: como cualquier persona que tiene conocimientos de su colonia. A pesar de ello, el apellido que llevo ya tiene cierto 'peso' ahí. Y no resulta sencillo hablar y en ocasiones tampoco escribir, como en FB, por ejemplo. Lo menciono porque uno ve publicaciones y es tan detestable que la gente ignore demasiado o sea muy ingenua. 
La sosa conclusión que se me viene a la mente es que es lamentable no poder ayudar en una causa como uno quisiera, a tal grado que hasta tu apellido te pesa. 

M. Téllez. 

sábado, 11 de julio de 2015

No dejaré ir

Pienso que los días cada vez pasan más rápido. Y siendo consecuente, concluyo que el único lento soy yo: ojalá fuera escurridizo y con fines como lo que sucede. Se va la mañana preparando una clase, leyendo, cocinando, haciendo ejercicio, durmiendo, comiendo; se va la tarde leyendo más, cocinando de nuevo, comiendo, escuchando y escribiendo; la noche mira cómo camino para poder cansarme y lograr dormir. Reviso la clase, miro algunos videos, platico con quien quiera escribir -o cuando quiero escribir-, se escurre el tiempo mientras pienso que se escurre el tiempo. Luego detesto tener que dormir: debería ser opcional. 
Pero no dejaré ir. No se me escapa dedicarte unos minutos de mis razonamientos. Te busco mientras planeo: si el segmento sólo es de A hacia B, en medio sé que estás tú. Y si no estás en medio, recorro a B y lo hago punto medio: deja de ser B el punto final y tú tomas el puesto. Eso me gusta más. Y no lo dejaré ir. Si he cantado conspiraciones, tomo un respiro, suavizo mi poca y sosa voz para cantarte algo, aunque no me escuches. Y no te dejo de escribir. ¿Un poema, una canción, una breve historia, una analogía o fundamentar lo que no se debe fundamentar? Me pregunto qué podría escribirte. No sé qué termino haciendo. Y no importa. Sólo no dejaré ir. Y así siento que me voy yendo. Hoy no veo arrugas, pero un día estarán. Hoy duelen los músculos por ejercicio, después será por la edad. Hoy es hartazgo juvenil pero lo confundo con cansancio, después será realmente cansancio. Pero no dejaré ir. Te quiero y no lo haré. Te deseo y no lo dejaré. 

M. Téllez. 

viernes, 3 de julio de 2015

Debajo de la escalera

Todos tenemos en el hogar cosas debajo de una escalera, cosas en una bodega, un ático, algún cuarto desocupado donde hay de esas cosas que se guardan quién sabe para qué. Así somos también. Guardamos cosas en nosotros, ideas, sentimientos, varias palabras. Y quién sabe para qué las tenemos adentro. Es cierto que no todo lo podemos decir, si fuera así, los secretos no existirían, por decir algo. Pero piensa en las cosas que te lastiman aún. Llegarás a viejo y es muy probable que tengas referencias de hoy día. Algunas agradables, algunas que te pueden desgarrar el corazón, que al menos te quiebren la voz y llores. 
De vez en cuando limpiamos esos lugares de la casa que ya mencionamos. Pero se vuelven a llenar: se ensucian. Nos ocurre igual. Por supuesto que hay gente muy cuidadosa respecto a la limpieza del hogar y en su corazón sólo hay dolor o cosas así, ahí la analogía que hago pierde sentido. O tal vez no. Esa gente en ocasiones limpia a cada instante porque es una especie de ansiedad, están enfermos -por decirlo de alguna manera-. No saben que sus acciones son un tipo de patología. Pero no nos desviemos. Aunque gente no enferma se revise de vez en cuando el ser y pueda limpiarlo, se vuelve a llenar. Esto debería quedar claro. Las implicaciones de esto son obvias si nos detenemos a pensar. Conflictos básicos como los familiares comienzan, rencor hacia el padre, la madre, los hermanos y demás familiares. Luego puede ocurrir con los amigos. Así también con la pareja. Y el problema somos nosotros. ¿Por qué no hablas? ¿Por qué no te permites un día llorar? ¿Por qué sólo cuando te alteras tienes que gritar y decir cosas que tal vez ya nadie rememora? Es claro que estas preguntas no tienen cabida para aquellos que han sido criados con ideales tales como los de empresarios, esas personas que usan frases de líderes personales. Ellos son felices, según ellos. Pero no todos tenemos ingenuidad -o certeza- para creerle a esos líderes, queremos encontrar certezas en nosotros, queremos ser la medida de nuestros juicios, tal vez porque así nosotros sabemos el valor de lo que decimos en correspondencia con nuestra experiencia. Tampoco caben aquí esas personas que no saben estar consigo mismas. Un caso curioso son aquellos que tienen bienes materiales y los usan, pero no se pierden en ellos. Que no han sufrido de la austeridad de algún gusto por necesidad o por sacrificio de algún objetivo que chocaba con ese gusto.
Estas líneas son para ti que te han roto el corazón tal vez por imbécil o por alguna otra razón. Para ti que te preguntas si tiene sentido ser razonable con las personas. Tú que inicias proyectos con otros pero que esos otros tal vez estén perdidos en la neblina del aburrimiento por tonterías, no del aburrimiento de tristeza; ese sentir que se asemeja a la depresión. Tal vez deberíamos intentar acomodar las cosas del corazón o del interior o como le quieras llamar. Porque sacarlas es una cosa complicada. La gente cree que hablando se solucionan las cosas; claro, las cosas sencillas, pero el problema somos nosotros, y en estos asuntos extraños, no somos tan sencillos. Somos unos necios entre otras cosas. Si no lo crees, mírate: conoces los consejos para ser el mejor y no lo eres porque no las realizas; aún no queda claro que esta vida podría ser la última. 
Alguna vez leí en un prólogo de una compilación de poemas -a cargo de Chumacero- que los mexicanos no tenemos la sensibilidad para observar las cosas. Parece cierto. Pero eso no implica que no podamos detenernos a observar, y en especial -a causa de estas líneas- observarnos a nosotros. Nos hace mucha falta -ya dije a quiénes nos hace falta, los otros no caben aquí-. Tenerle miedo a la muerte ha quedado claro en muchos siglos que no tiene sentido, pero tener miedo de lo que hemos ido ocultando y guardando en nosotros -seguramente tampoco tiene sentido- nos ha detenido en muchas ocasiones, y es probable que más allá de eso, nos arruine una calma que de por sí ya es difícil de alcanzar. 

M. Téllez. 

lunes, 29 de junio de 2015

Pasamos

Pasamos respirando y preguntándonos en ocasiones por qué es que lo hacemos. Alzamos la vista y estamos solos, aunque haya un cuerpo contigo, podrías estar solo. Hoy, y desde hace años, es sabido que un cuerpo a tu lado no implica compañía. Hemos hecho sagrada a la compañía. ¿De dónde proviene ese sentimiento? ¿Por qué sentimos que ocupamos una presencia que sepamos nos levantará cuando hayamos caído? ¿Por qué queremos estar tan seguros de ello? Le tenemos miedo tanto a la soledad como al dolor en sí mismo. Y si no es miedo, al menos lo tratamos de evitar. Nos lastima la soledad. Nos lastima saber que aunque alguien esté, no nos brinde lo que buscamos. Es claro que estas líneas no encajan para aquellos que buscan placeres vanos, para aquellos que a diario se quejan porque no tienen pareja, porque no tienen relaciones coitales y se aburren de la masturbación, o para aquellos que creen que beber sólo porque sí es divertido. Para esas personas no tiene caso escribir, dales una botella y las harás felices -porque ellos creen que así es-, dales dinero para pagar servicios de una prostituta y estarán satisfechos. 
Nosotros nos hacemos preguntas. Concretamos planes y aún así nos hacemos preguntas. Es una lucha incesante. Se derrama tinta, se acaban los bolígrafos y nada nos convence. Y tal vez así moriremos. Ves gente contenta y no te causa envidia su felicidad, sino que cuestionas por qué ella no se hace preguntas. Y salta la pregunta, ¿si se cuestionará se le borraría esa sonrisa del rostro? Es una lucha incesante. Con nosotros mismos. El problema somos nosotros mismos. 

M. Téllez. 

domingo, 7 de junio de 2015

Se nos va

Se nos va

Ya no habrá casa en la que podamos departir. Se nos está yendo. Ya no viajaremos al sur, menos al norte. No te escucharé cuando me quieras leer acerca de tus revoluciones: porque ni siquiera me podrás leer. No escucharás mi defensa de corte liberal igualitario respecto a las instituciones que son parte de la estructura básica de la sociedad. Ya no nos escucharemos.
  Se nos está yendo. ¿Por qué? Quién sabe. Aunque, insisto en que tienes cosas por resolver. Crees que ya lo hiciste y no es así. Crees que estás de pie, pero insisto en que te arrastras. Piensas que todo va bien, soy necio y te digo que estás mal. Problema de auto-conocimiento- me digo. Pero tú no conoces los ídolos de Bacon. Tú no escuchas a la gente sin querer opinar, te molestas como señora y tu voz confirma tu sordez ennegrecida por los ídolos. 
  Ya no habrá nada. Todo fue un error- pienso. Hay gente que no está para escuchar ciertos consejos, por varias razones. Hay gente que no sabe actuar de manera razonable, y es que no le gusta esforzarse. Piensan que si lo hacen están buscando la satisfacción del otro. La objeción se puede dar, porque no necesariamente es así. La objeción puede matizar el punto: darle satisfacción a otro no necesariamente tiene una carga negativa, de hecho debemos entender -nos dicen algunos filósofos griegos, como Aristóteles- que la dicha del otro nos interesa. Y en este caso, no sé qué pasa. No te quieres suavizar. Tal vez me tienes miedo, y haces bien. Aunque mientes. No es cierto que te hago sentir y poder ser como en otros sitios no puedes. A menos que tu andar sea así, perdido, con enojos de señora, con fastidios de adulto mayor, con estrés de jovencito incomprendido. Mejor me voy. Para que ya no haya nada. 
  Se nos está yendo. Pienso que llevo razón, porque no soy imbécil. Sí arrogante, pero no imbécil. En algún momento todos se dan cuenta. No perderé la confianza en que lo logres, pero ya se nos habrá ido. Ya no estaré. 

M. Téllez.