Esta es una respuesta al texto de mi colega M. Téllez Ingeniería genética y música, donde aborda una problemática planteada por el filósofo Michael Sandel referente al cometido que podría tener (o ya tiene) la ingeniería genética en la música y sobre el papel que tienen las nuevas tecnologías en el desarrollo actual de la misma.
Cada vez nos cuesta menos pensar que llegará el día en el que se podrán realizar mejoras genéticas antes del nacimiento. Podremos ver a futuros padres emocionados por poder elegir de todo un catálogo de habilidades aquellas que crean más adecuadas e importantes para que su hijo pueda estar predispuesto a ellas y las pueda desarrollar de manera exitosa para su vida. Basta notar que muchas personas que ya son padres o están próximos desean con tanto anhelo que su hijo tenga (o hubiera tenido) cualidades físicas específicas o que destacaran en alguna actividad deportiva,artística, intelectual o, incluso, que tuvieran actitudes concretas desde que nacen. Así que ni siquiera nos sorprenderá que sea un hecho que las personas quieran modificar a sus futuros hijos cuando la ingeniería mecánica les pueda ofrecer un catálogo de habilidades y cualidades físicas que puedan «mejorar».
Pensemos en el caso de la modificación genética que podrá surgir en el terreno artístico. Sería una especie de mejora en las habilidades musicales de las personas, un oído más desarrollado, una noción del ritmo más adecuada, etc., en cuestiones físicas podría tratarse de un buen desarrollo de las cuerdas bucales, en el caso de los cantantes, y en el caso de los instrumentistas podría ser el desarrollo de manos o brazos más adecuados para el instrumento que podrían tocar. Pero esto sería concerniente a la modificación genética pre-natal, es decir, serían «mejoras» para que en el futuro las personas pudieran desarrollar habilidades artísticas de manera rápida y sencilla dando como resultado grandes artistas o eso es lo que se esperaría.
Sin embargo actualmente existen otras formas de «mejorar» el desempeño de las personas inmiscuidas en el arte para que puedan realizar sus actividades de una mejor manera, hablamos de aquellos casos donde los músicos toman “beta-bloqueadores”, como lo expone M. Téllez en su texto, para tener un mejor desarrollo en el escenario, la principal función que tienen estos fármacos es la de mantener el pulso cardíaco estable y evitar sobresaltos del mismo, dando como resultado a quien lo consume un estado de quietud, lo cual se traduce para algún artista, o para nuestro caso, para un intérprete, como una forma de poder dejar de lado los nervios o cualquier factor de estrés que pudiera afectar la interpretación del acto artístico en el escenario.
Y es este caso en el cual Sandel ve una problemática por el papel que juega el intérprete al realizar su acto artístico, pues plantea que el hecho de que un músico consuma “beta-bloqueadores” puede resultar un acto de «trampa» o de cuestionamiento sobre la virtud artística que pueda tener el intérprete. Sin embargo debemos preguntarnos ¿Recurrir a fármacos para evitar o disminuir los grados de estrés y de nerviosismo que alguien pueda tener frente a un público es hacer 'trampa'? Me cuesta trabajo pensar que sea así.
Normalmente la formación de un estudiante de música toma en cuenta el trabajo frente a escenarios, hay materias totalmente prácticas donde se ensambla junto a otros compañeros y al final del curso se realiza un concierto frente a un público. Y en lo que respecta a la formación 'informal' o fuera de las aulas de una escuela de música, siempre se tiene contacto con un escenario y con un público, muchas veces, diverso. ¿Qué quiero decir con esto? Que la formación de un músico, sea académica o no, siempre está relacionada con el factor escenario y público.
Pero sucede muchas veces que a pesar de la constante relación con los escenarios un músico puede presentar casos de extremo nerviosismo y estrés al encontrarse en uno, entonces, según el caso expuesto, resulta 'tramposo' que un músico consuma beta-bloqueadores para poder controlar su sistema y tenga un mejor desarrollo en escenario. ¿Pero esto realmente afecta su desempeño artístico?
Pensemos un ejemplo concreto, imaginemos que un gran violinista sufre pánico escénico y afecta de manera directa su interpretación al momento de estar en el escenario. Por la fama que tiene e incluso por los discos que ha grabado se sabe que es un virtuoso, no se puede dudar de su excelencia artística, sin embargo al estar en un escenario se desploma y no puede tocar el violín sin que su arco tiemble sobre las cuerdas o sin que desafine muchas notas, entonces, ante este ejemplo, podríamos cuestionar si el consumo de beta-bloqueadores resultaría una trampa como lo afirma Sandel. Y, puntualmente, podríamos preguntarle si es que el violinista pierde parte de su arte o se hace 'inválido' por el hecho de consumir dichos fármacos.
Me parece que el hecho de que Sandel afirme que el ser un buen músico implica controlar cosas como el pánico escénico, como lo menciona M. Téllez en su escrito, es una declaración que muestra la poca intervención en asuntos artísticos. Pues si un músico (o cualquier artista escénico) tiene problemas el enfrentar problemas psicológicos frente a un escenario y puede afrontarlos con la ayuda de fármacos para evitar que su participación se vea estropeada muy poco tiene que ver con asuntos artísticos y más con cuestiones técnicas e incluso de estilo.
Basta con pensar en la gran cantidad de artistas que han enfrentado el pánico escénico recurriendo, no a beta-bloqueadores, sino a drogas; o en los casos donde el artista, para confrontar estos problemas, hacen de su misma participación la forma en la cual pueden vencer sus miedos escénicos. Y es por eso que pienso que el cuestionamiento de Sandel se encuentra en un lugar más técnico que artístico. Es más fácil pensar que un músico de jazz o de rock suba drogado al escenario que un violinista de alguna sinfónica o un cantante de ópera.
Además, pensando en aquellos 'puristas del arte', que sacrifican y arriesgan todo para que el arte sea Arte, ¿en verdad sería mejor prohibir el consumo de beta-bloqueadores a los artistas aunque esto implicara que no pudiéramos escuchar un concierto de Bach tocado por un virtuoso con pánico escénico?
Respecto a este primer caso diría que la intervención genética o de fármacos que ayuden a un mejor desarrollo de los artistas está inmiscuido en temas meramente técnicos. Se podrá lograr que las personas no tengan pánico escénico o que desde niños tengan grandes habilidades musicales, pero esto, a fin de cuentas, solo ayuda al procedimiento. Estar mejor adaptado a las situaciones a donde nos lleva el arte (escenarios/instrumentos) es solo una cuestión técnica, el momento en el cual una persona prueba que es un artista es cuando refleja, con lo que hace y no cómo lo hace, lo que su sensibilidad y su pensamiento han creado de una manera libre y directa para las demás personas.
Tomando el segundo caso que se refiere a mejoras técnicas dentro del ámbito musical, M. Téllez expone el ejemplo de las salas de concierto y en específico de las óperas. Se entiende que la ópera, y la música en general, no se puede prestar tan fácil a una relación armoniosa con las nuevas tecnologías, que van desde la amplificación del sonido hasta la añadidura de sonidos nuevos.
Sin embargo esto no es nada nuevo en la música, desde siglos pasados se ha dado una evolución y una relación de la música con las nuevas tecnologías que muchas veces no ha sido percibida. Simplemente podemos pensar que desde el surgimiento la música la evolución de los instrumentos ha ido acompañándola, hoy en día podemos ver en las salas de conciertos que en muchos conciertos de guitarra clásica se hace uso de amplificadores para los solistas, pues el sonido de una guitarra no basta para competir contra toda una orquesta. Por otro lado podemos ver que los instrumentos se han ido 'renovando': antes las flautas eran de madera, ahora son de metal, antes los instrumentos de cuerda frotada usaban cuerdas hechas con tripa de gato, hoy se usan cuerdas de distintos materiales y así como estas modificaciones han surgido otras más que, aunque no sean tan específicas como la añadidura de micrófonos, han estado presentes a lo largo de la historia.
Ahora, hablando del canto operístico y la añadidura de la amplificación sonora por medio de micrófonos. Me parece que la idea de que la amplificación sonora 'ensucia' o 'degrada' la labor artística de los intérpretes y 'arruina' lo que es la ópera, entendida como la exaltación y lucimiento de la voz humana, es una idea que, como el caso anterior, esta centrado en cuestiones técnicas.
Es verdad que existen salas de conciertos donde la añadidura de estas tecnologías resulta problemática, pero esto es porque la construcción de dichas salas ha sido pensada para eso: para la realización de conciertos acústicos, específicamente para orquestas, coro, solistas, cantantes, etc. Detrás de una sala de conciertos existe una gran labor arquitectónica que se encarga de elaborar un lugar con una acústica perfecta para que no sea necesaria la añadidura de estos elementos a la sala y no por que esta tecnologías 'ensucien' o 'dañen' la labor artística, sino porque se busca dar a los espectadores una calidad acústica distinta. No es que se rechace el uso de estas tecnologías, es solo que se busca una experiencia acústica con la construcción de salas pensadas para ello.
Además, podemos pensar en aquellos casos en donde la música orquestal no contaba aún con estas tecnologías y, a pesar de eso, se busca una forma en la cual se pudiera ampliar el sonido, muchas veces porque la obra musical lo requería, como en el caso de las obras de Wagner, o porque los espacios en lo cuales se realizaban los conciertos no eran lo suficientemente adecuados para dar un concierto y se recurría a reforzar la orquesta con un mayor número de músicos.
Tomando esto en cuenta debemos pensar que la música y las nuevas tecnologías no representan ninguna forma de contradicción y tampoco existe un problema en la relación de ambas, incluso en la música académica se usan estas tecnologías con buenos resultados y buena aceptación. En el caso del canto operístico, y en general de la música orquestal, el uso de micrófonos puede ser de gran ayuda para solucionar muchos problemas que surgen a causa de escenarios en espacios abiertos, número de músicos o incluso, como sucede con obras contemporáneas, resulta necesario la añadidura de estas tecnologías.
A manera de conclusión podemos decir que la relación que tiene la música con los avances científicos es benéfica, además la ayuda que otorgan las mejoras tecnologías ha sido muy bien tomadas por la música. Por las cuestiones de mejoras genéticas queda mucho por discutir, sin embargo, al estar hablando de un arte resulta muy complicado pensar que bastará la intervención genética para crear artistas, podemos imaginar que podrían existir personas que tuvieran un buen desarrollo artístico, que pudieran tocar un instrumentos desde pequeños, que pudieran pintar grandes cuadros, etc. pero ¿el arte se reduce a pintar, tocar, escribir, actuar o bailar como un experto?
Me cuesta mucho trabajo pensar que la ingeniería genética podrá crear artistas, creo que podría crear grandes expertos en algún arte, pero para crear artistas no basta con saber tocar o bailar muy bien...
Leonardo Ponce
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