domingo, 13 de noviembre de 2016

Mesa en Querétaro I

Lo que haré a continuación será exponer lo que ocurrió en una mesa del Coloquio de Filosofía que se llevó a cabo en Querétaro a principios de octubre del 2016, en el cual participé como ponente. Contaré de manera muy suscitante de qué hablaron los dos compañeros que estaban en la mesa conmigo, y como el lector verá, no será una narración muy precisa, sino que lo haré según lo que aprecié. Me daré la libertad de contar de manera no tan académica. Es probable que esto pueda ser mal visto dentro de las reglas que llega a tener el gremio académico de filosofía. Comienzo con las reglas del gremio y luego ya daré inicio a lo que ocurrió en el Coloquio.
  Hay algunas reglas dentro del mundo académico de la filosofía, por poner un ejemplo: es mal visto que quieras publicar un artículo en algún sitio criticando a algún profesional de la filosofía que no sea tan bueno, de hecho, criticar a uno que es visible que es malo. No te da puntos de hombría hacer eso, podríamos decir. Así las cosas, creo que como contaré la mesa en Querétaro, puede que no me dé puntos de hombría, pero por ahora no es cosa que me interese, además de que creo que tales asuntos son más como una cascarita de fut en la calle que jugar en algún estadio. No es que no le tenga respeto a los lugares, si es que vamos a creer en esas cosas: realmente veo mi juego en relación con los demás y entonces me veo capaz de hacer las críticas razonables y picaronas que estén en mis manos: tampoco cayendo en lo burlesco ni asuntos así, dado que sí creo en el fair play
 Un compañero habló de una especie de defensa de los monopolios, especialmente en relación con el Estado: un monopolio del Estado. Si no rememoro mal, este compañero es de Querétaro. En el extremo de la izquierda en la mesa, un compañero habló de la gratuidad en la Universidad, él es de Morelia. Yo hablé de la cuestión '¿Tenemos una obligación moral de obedecer al derecho independientemente de su contenido? ', y bueno, soy de la CDMX. 
 No ahondaré en lo que dijo el compañero de Querétaro, puesto que, según a mi entender, usaba conceptos que no definió con claridad, además de que -y esto quizá sea más por mi ignorancia que por otra cosa- no quedó claro cuál era su intención o finalidad de defender un Estado mínimo. A decir verdad, lo único que pude más o menos intuir es que hacía una exposición â la Nozick del Estado. 
 El compañero de Morelia fue, a mi juicio, bastante claro y expresó de manera precisa qué quería decir: la gratuidad en la educación, al menos enfocada en la Universidad, es un derecho, pero no se sigue que nunca deje de ser gratuita. ¿En qué casos dejaría de ser gratuita? Su tesis era que debe dejar de serlo cuando se trate de alumnos irregulares: bajas calificaciones, promedio bajo, mal desempeño, etc. En la discusión posterior que se llegó a dar luego de las participaciones, también aproveché para interrogar al moreliano, siempre con afán de querer saber hasta qué punto resisten las conclusiones. La pregunta que ahora recuerdo fue algo como: si es el caso que fundas la gratuidad en el individuo, ¿no crees que deberías tomar en cuenta algo de su psicología? Es decir, alguien puede ir reprobando asignaturas tal vez porque tiene problemas graves: su hermana fue secuestrada, asesinaron a su padre, y este estudiante trabaja medio tiempo para sostener a su familia. La repuesta del compañero de Morelia fue que no, ya que daba por hecho que si logras llegar a la universidad, es porque ya eres algo así como 'maduro'. 

M. Téllez. 

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